Sociedad

1/4/2020

“Hacer la cuarentena en casa es un privilegio”

La palabra "privilegio" resuena mucho desde hace unos años en nuestro país, principalmente relacionada con el comienzo de la ola verde y la última masificación de las luchas de las mujeres y los debates que surgieron alrededor de ellas. 


Fue usada hasta el hartazgo por un sector del movimiento de mujeres que quiere centrarse exclusivamente en las cuestiones de género por sobre cualquier otra cosa. En este sentido, utilizaban la palabra “privilegios” para referirse en primer lugar a cualquier varón sobre cualquier mujer. Es decir que para este sector, por ejemplo, un varón blanco, cis y heterosexual (este sería el máximo posible de privilegios de género), pero que a la vez es inmigrante, repartidor de Rappi y sostén de hogar, es un privilegiado en relación con una trabajadora mujer y soltera que tiene un trabajo formal y estable pero que sufre de acoso sexual en su trabajo. 


La comparación sencillamente no tiene asidero. No se trata de tener un explotómetro y medir quién o qué sector de la clase obrera la pasa peor en relación con otro, y de esa manera dividir y enfrentar, sino justamente de lo contrario: entender a la clase obrera como una clase explotada por otra clase, que debe unirse para terminar con esa explotación y todas sus particularidades, y que dentro de esa clase obrera existen diferencias de género, diferencias de etnias, diferencias de salarios y de condiciones laborales, pero que de nada sirve ponerlas por encima de la diferencia de clase.


No es la intención de este artículo extenderme sobre la cuestión de género, pero si era necesario encuadrar un debate que en estas últimas semanas está dando vueltas, sobre todo en redes sociales en relación con la siguiente pregunta, ¿somos unxs privilegiadxs lxs trabajadorxs que estamos haciendo la cuarentena en nuestra casa?


En primer lugar, debemos aclarar que los privilegios vienen siempre de arriba, son como bien dice la RAE “concedidos por un superior”. La nobleza medieval tenía privilegios otorgados por el rey para, entre otras cosas, no pagar impuestos y sí cobrarlos. La oligarquía argentina tiene privilegios, los cuales fueron dados primero por el Estado argentino cuando se hizo con las tierras de los pueblos originarios, y en la actualidad gobierno tras otro le otorga diversas exenciones impositivas, también entre otras cosas. Privilegios tienen las mineras que no pagan ganancias, y dejan ínfimas regalías, etc.


Los trabajadores no tenemos privilegios, tenemos conquistas. Conquistas que fueron arrancadas a los gobiernos y a las patronales, con sudor y sangre. Con lucha y con muertes. Las 8 horas de trabajo, las vacaciones pagas, los convenios colectivos de trabajo, la protección contra los despidos, las licencias, la cobertura médica, y etcétera y etcétera. Ninguna de estas conquistas fue “otorgada” por nadie, todas fueron producto de grandes luchas y fuertemente resistidas por lxs verdaderxs privilegiadxs. ¿A alguien se le ocurre seriamente pensar que porque una persona trabaja 14 horas en la cosecha del azúcar, de manera informal y sin fines de semana o vacaciones, entonces una persona que trabaja 8 horas, tiene obra social y vacaciones pagas es un privilegiado? ¡Privilegiados son los que explotan tanto al que trabaja en la cosecha como al que está en cuarentena en su casa!


¿A quién creen que le es funcional que lxs trabajadorxs nos dividamos, que nos "envidiemos" las conquistas? Exactamente a las personas que enfrentamos para mantener y obtener nuevas conquistas. Por supuesto que existen diferencias en cuanto al nivel de explotación dentro de la clase trabajadora, nadie niega eso, pero lxs revolucionarixs queremos terminar con ellas. Queremos organizar a la clase obrera para terminar con toda forma de explotación de la humanidad, es decir para terminar con este régimen social. Por el contrario, quienes ponen el eje en las diferencias hacia dentro de la clase obrera, están jugando para el equipo contrario.