Sociedad

17/10/2013|1290

“La Federal: la trama policial detrás del delito, la inseguridad y el miedo”

La introducción de este nuevo libro de Alejandro Guerrero comienza con una cita de Rodolfo Walsh: "La secta del gatillo fácil es también la logia de la mano en la lata". A partir de allí, el texto recorre casos alucinantes de corrupción policial durante los últimos diez años, pero, sobre todo, analiza esos casos en sus vínculos con la protección política y judicial al delito. Gatillo fácil, narcotráfico, redes de trata, zonas liberadas, represión -incluido el asesinato de Mariano Ferreyra- y espionaje desfilan por el libro y la lectura produce momentos de fuerte tensión.


En otra parte de la introducción se lee: "Michel Foucault señala que ‘el problema de la ciudad’ no es otro que el despliegue de dispositivos de seguridad destinados a garantizar la gobernabilidad del Estado moderno. En otras palabras, el problema de la ciudad es básicamente policial. La crisis de la policía es, por lo tanto, la crisis del Estado en su punto más sensible: las fuerzas de seguridad, su aparato de represión sin el cual no podría subsistir".


El trabajo de Guerrero recuerda que "el aparato estatal está lleno de recovecos ilegales de espionaje y operaciones clandestinas, alimentados por abundantes fondos reservados de los que nadie da cuenta. Está en la naturaleza de las cosas que la policía se transforme en herramienta de recaudación ilegal, fuera de la ley, y que en esa función adquiera autonomía -el ‘autogobierno’ del que hablaban Nilda Garré y tantos otros".


En uno de los últimos capítulos, "Los recaudadores", queda develada la trama de corrupción en su aspecto más profundo: el de su vínculo con la descomposición del aparato estatal. En él se señala, por ejemplo, que de lo recaudado por las cajas negras de la policía sólo queda en las comisarías entre el 5 y el 10 por ciento. El resto "sube" hacia las jefaturas y de ellas se distribuye a ámbitos ajenos a la policía, para alimentar la corrupción política. Se trata del muchas veces mencionado "financiamiento policial" de la política, pero nunca se lo había denunciado con tanto detalle, nunca se habían develado con tal precisión los mecanismos internos de ese financiamiento.


Debe señalarse, sin embargo, una debilidad en el epílogo del texto. Quizás obsesionado por buscar caminos intermedios y transitorios que permitan llegar a ese fin, el autor omite explicar la necesidad y la posibilidad de disolver los organismos de represión del Estado, lo cual equivale a disolver el Estado mismo. Esa disolución es un aspecto básico de la propaganda socialista. Si el Estado es un organismo de dominación de clase y, por tanto, constituye la organización de la violencia que hace posible esa dominación, resulta indispensable para un socialista señalar el camino hacia la supresión de esa dominación y esa violencia.


Se trata de un libro polémico, con una particularidad: el problema del autor -o, mejor dicho, el de las ideas que quedan expresadas en su trabajo- no termina con el punto final. Por el contrario, ahí no hace más que empezar.