Sociedad

9/10/2021

ALQUILERES

La gran huelga de los inquilinos de 1907 y la situación actual

Del colapso habitacional: el origen del déficit y la especulación.

Hace 114 años, al calor de una década convulsionada por las primeras grandes luchas obreras, entre el colapso del régimen oligárquico y la Ley Sáenz Peña, se produjo un hecho insólito en la historia de la clase trabajadora argentina: la huelga de inquilinos de 1907.

La misma fue el corolario de una sucesión de formas de organización y resistencia contra una misma cuestión, luchar por el derecho a la vivienda. En el auge agroexportador, cuando Argentina se colocó como “granero del mundo” manejado por una cúspide oligárquica, saldo ganador de la conformación del Estado-Nación, existió un plan estratégico que consistió en la inmigración masiva. La entrada al país de oleadas europeas, principalmente españoles e italianos, causó un exhaustivo crecimiento poblacional; principalmente en los grandes asentamientos urbanos. Con la inmigración masiva, se conformó una clase obrera que, entremezclada con autóctonos y afrodescendientes, y una vez organizada entre mutuales y asociaciones, desembocaría en las primeras organizaciones sindicales.

Ahora bien, este racconto sirve para entender que ya a fines del siglo XIX, el problema de la vivienda era acuciante. El déficit habitacional ya era notorio en Buenos Aires, como también en Rosario y Bahía Blanca, pero además, hay que agregar los movimientos de gentrificación ocasionados por las epidemias. En el caso de Buenos Aires, la fiebre amarilla y el tifus hicieron que todas las casonas patricias, alojadas al sur de Plaza de Mayo, se convirtieran en viviendas colectivas. Fue así como las zonas de la Boca, Barracas y San Telmo se vieron invadidas por los conocidos “conventillos”.

Hacia la década de 1890, la demanda habitacional dio lugar al primer vestigio especulador. Los alquileres tuvieron una suba exponencial, teniendo estos una incidencia considerable en los presupuestos obreros. La situación era insostenible, sobre todo teniendo en cuenta las condiciones de higiene y salubridad. En palabras de Eduardo Wilde: “…además de dormitorio para las familias, eran comedor, cocina y despensa, patio para que jueguen los niños y sitio donde se depositan excrementos (…) cada cuarto de estos es un pandemónium donde respiran (…) cuatro, cinco o más personas…” (Rapaport; 2005: p. 60)

La vivienda como reivindicación obrera: la gran huelga de inquilinos

La constante suba de los alquileres fue el caldo de cultivo para la organización. La Federación Obrera Regional Argentina (Fora) impulsó la Liga de Lucha Contra los Altos Alquileres e Impuestos. A partir de 1906, el alza de alquileres estaba incorporado en el programa de reivindicaciones tanto de la Fora (anarquista) como de la UGT (socialista y sindicalista). Si bien con distintas estrategias, ambas centrales obreras entendían al alquiler como vejación hacia el salario obrero. Un año después, los propietarios trasladaron una suba de impuestos municipales y territoriales a los inquilinos; esto fue la gota que rebalsó el vaso. Según los censos habitacionales de la época, el 14,5% de la población urbana (Capital Federal) vivía hacinada en esas condiciones en 1904.

En agosto de 1907, los inquilinos de Buenos Aires se declararon en huelga. La consigna era clara: rebaja del alquiler del 30% y una inmediata modificación de las condiciones de salubridad en las viviendas. Con una adhesión del 80% del inquilinato, entre los meses de agosto y octubre, no se pagaron los alquileres. Cada conventillo enviaba un delegado al comité barrial y, a la vez, se designaba un representante hacia el comité central que ejercía la dirección de los arrendatarios. El plan de lucha fue encabezado mayoritariamente por mujeres y fue tan contundente que se extendió a los suburbios de los grandes conglomerados urbanos del país (Córdoba, Rosario y Bahía Blanca). También, fueron las mismas mujeres las que se plantaron contra la policía del infame Ramón Falcón, armadas con utensilios, palos y hasta agua hirviendo. Una nota del diario La Prensa decía: “…el tumulto iba in crescendo y las mujeres de la casa y las que habían concurrido de otros conventillos se armaron de palos, escobas y otros objetos y la emprendieron con los representantes de la autoridad (…) La policía intentó penetrar en la casa pero las mujeres, que ya estaban preparadas para repeler a esta, iniciaron un verdadero bombardeo…” (Lobato; 2007: p. 167)

Pocos meses después, se consiguió la rebaja del alquiler con un costo de encarcelados, deportados e incluso muertos.

Cualquier similitud con la actualidad no es coincidencia

Este racconto histórico sirve para entender el pasado, desde hoy. Más de cien años después, los inquilinos seguimos sin leyes, normas ni políticas que nos protejan. Fueron las mujeres las que, hace solo días, fueron expulsadas de la toma “Fuerza de Mujeres” en la Villa 31. Mientras en la Ciudad de Buenos Aires, el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta defiende al empresariado especulador, el Frente de Todos, en su papel colaborador, acompañó cada una de sus regalías tanto para el sector privado como a la Iglesia. Alejandro Amor (Defensor del Pueblo en CABA y actual candidato del FdT) dijo que el 25% del inquilinato porteño tiene morosidad en las expensas, pero fue el mismo oficialismo nacional quien derogó el cese de desalojos y congelamiento de aumentos. No se puede omitir la responsabilidad del séquito de Víctor Santamaría en facilitarle las tareas a la mayoría automática larretista, capaz de modificar (de manera absurda) el código de edificación. En este momento, un cantero es una plaza y en un adoquín se levantan 20 pisos. En ciudades como Rosario, la situación no es muy distinta, ya que el boom inmobiliario de las últimas décadas diseminó miles de departamentos fantasmas; mientras tanto, los trabajadores vemos cómo el Estado se empecina en querer rebobinar nuestros derechos laborales para que coincidan con las condiciones habitacionales congeladas.

Gabriel Solano, dirigente del PO y candidato del Frente de Izquierda – Unidad a legislador, denunció en TN, frente a los candidatos de Juntos por el Cambio, el FdT y los libertarios, el porcentaje de viviendas ociosas de la CABA (hoy se estima que abarcan entre el 10% y el 15%).

Es necesario mirar al pasado para entender que la organización inquilina tiene que ser colectiva y debe contemplarse en los programas reivindicativos sindicales, quienes en su gran mayoría, nos regalan a la hora de fijar paritarias a la baja y pactan con todos los gobiernos.

Desde el Partido Obrero, entendemos que la vivienda es un derecho y que la situación actual es insostenible, por eso luchamos por un impuesto progresivo a la vivienda ociosa, con el objeto de impulsar un programa de construcción de viviendas populares; el cese del impuesto a la vivienda única y la inmediata anulación de los desalojos.

El Estado no está ausente para los inquilinos, todo lo contrario, con su presencia opera en detrimento a los trabajadores y a favor de la especulación inmobiliaria. Es un buen momento para recordar que con la organización hace más de 100 años pudimos torcerle el brazo.

Es hora de avanzar contra los que nos niegan el derecho a la vivienda.