Sociedad

11/2/2020

La zona liberada detrás de los violentos enfrentamientos en el clásico del fútbol bahiense

Un hincha asesinado y dos heridos en incidentes en la previa del partido Villa Mitre – Olimpo.

El pasado domingo 10 se vivió en Bahía Blanca un hecho insólito en la historia de la ciudad: Sergio Emanuel Castillo, trabajador de una estación de servicio, padre de un niño e hincha del club Olimpo, fue asesinado a sangre fría a escasas cuadras del estadio de Villa Mitre, donde se jugaría clásico más convocante del fútbol local apenas una hora después.


Pese a los hechos de violencia que ya habían comenzado el día anterior con un herido de bala producto de una interna de la barra de Villa Mitre, y de que ese mismo domingo hubieron destrozos en la sede del club y en toda la zona (incluyendo  vehículos y locales comerciales) que culminaron con la balacera que se cobró la vida de Castillo e hirió gravemente a otras dos personas, el partido se jugó normalmente. El presidente del cuadro local, Juan José La Rocca, aseguró que era muy peligroso suspender el partido de fútbol.


Si bien en la cancha sólo se permitiría el acceso del público de Villa Mitre, la hinchada de Olimpo había convocado a un banderazo que derivaría en una caravana que acompañaría la llegada del colectivo con jugadores y dirigentes hacia el estadio. A pesar de las amenazas en redes sociales y distintos hechos que fueron tensionando el ambiente durante la semana previa, el jefe de la departamental de policía, Claudio Petrizán, sostiene que fueron sorprendidos por el ataque a la sede del club “tricolor”. El operativo montado en los alrededores, en el mejor de los casos, insuficiente para prevenir los hechos, aunque el propio Petrizán reveló a los medios que habían hablado con un referente de la hinchada de Olimpo y estaban al tanto del “banderazo”.  Fue una zona liberada lo que permitió el accionar de la barra de Olimpo y su enfrentamiento con hinchas de Villa Mitre.


Las acusaciones cruzadas entre el intendente Héctor Gay, de Cambiemos, y los responsables de la Bonaerense, con Sergio Berni a la cabeza, no tardaron en llegar. Desde el municipio sostienen que todo esto se podría haber evitado, mientras desde el gobierno provincial aseguran que el operativo no tuvo fisuras. De un lado y del otro, los funcionarios estatales autoencubren su responsabilidad, bloqueando el esclarecimiento de los hechos. A 48 horas, aún se desconoce de qué arma salió el disparo que mató a Castillo y quién fue el autor del crimen. Ello, a pesar de detener a 38 personas.


El sitio web de la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte, que publicita “noticias” de su accionar, al día de hoy todavía no registró los incidentes. Su secretario ejecutivo, Juan Manuel Lugones (nombrado por Vidal y ratificado por Kicillof), declaró en los medios que se limitarán a sancionar a ambos clubes, al igual que Berni.


Lo cierto es que, nuevamente, el fútbol argentino muestra las consecuencias de haberse convertido en un negocio, alrededor de la reventa de entradas, los derechos de televisación y los pases de jugadores, entre otros elementos, que conforman un botín disputado por empresarios, dirigentes de los clubes y capos de las barras bravas que actúan ligadas al poder político y la burocracia sindical. Todos lucrando a partir de la genuina pasión de los trabajadores y trabajadoras que esperan el fin de semana para poder alentar a sus equipos y ver un espectáculo deportivo. El mismo fin de semana, debió suspenderse un partido tras el feroz enfrentamiento entre dos sectores de la barra de Independiente de Rivadavia. Estas mismas barras son utilizadas por punteros y burócratas contra las luchas populares, como ejemplifica la patota que ejecutó el crimen de nuestro compañero Mariano Ferreyra.


La violencia del domingo no se explica “solo por un color” -como supo escribir Luis Alberto Spinetta en su tema La bengala perdida- sino que encuentra su raíz en la descomposición en la que el Estado y el régimen social vienen sumiendo desde hace décadas al deporte más popular del país, transformando una pasión que muchos vivimos desde la infancia en una maquinaria de lucro y poder para unos pocos.