Sociedad

3/3/2017

Los futbolistas también le hicieron una huelga a Perón y otra a Uriburu

El primer paro fue decretado en 1931 para que les pagaran por su actividad


La huelga de los futbolistas, que decidieron desconocer la conciliación obligatoria del Ministerio de Trabajo –con la cual el gobierno se colocó abiertamente del lado de los dirigentes-empresarios de los clubes- es de una gran trascendencia porque alcanza a un sector que tiene pocos antecedentes de medidas gremiales de este tipo, aunque atesora algunos ejemplos valiosos de medidas de fuerza a lo largo de su historia. Una de las más significativas es la del año 1948, cuando realizaron la primera huelga que debió enfrentar el gobierno de Juan Domingo Perón que, en principio, desconoció los reclamos de los jugadores y presionó para levantar y hacer fracasar la huelga.


 


El sindicato –la Asociación de Futbolistas Agremiados- encabezado por figuras como Adolfo Pedernera y Fernando Bello, decidió ir al paro en reclamo de una mejora en las condiciones de trabajo, de que se regulariza el pago de salarios a los jugadores, que se estableciera un salario mínimo y que el gobierno y la AFA reconocieran oficialmente al sindicato. Esto en un cuadro, denunciado por los jugadores, de una desproporción grande entre los ingresos de los clubes y el salario de los jugadores.


 


Al igual de lo que sucede actualmente, los principales perjudicados por la situación eran los futbolistas menos reconocidos o de los clubes más chicos. También al igual que ahora, los titulares se negaron a jugar en solidaridad con esos compañeros y los dirigentes, con el apoyo oficial, decidieron colocar “voluntarios” que, en este caso, también fueron los juveniles. Viejo antecedente éste de la política intentada ahora por la gobernadora Vidal contra los docentes y de las directivas de la AFA y de los clubes contra el paro actual.


 


La huelga fue declarada cuando faltaban apenas cinco fechas para terminar el torneo y tuvo un alto acatamiento. El club que iba primero, Racing, ni siquiera presentó juveniles y perdió el campeonato. El gobierno, ante el reclamo, debió echar lastre y concedió algunos de los reclamos, entre ellos el pase libre que permite pasar de un club a otro por decisión del jugador, pero decretó no un salario mínimo sino un máximo (de $1500 de entonces, que era muy bajo) y eso hizo que los principales clubes se vaciaran de “figuras” que, masivamente, se fueron a jugar al exterior, en especial a Colombia. Entre ellas estaban Alfredo Di Stéfano, Adolfo Pedernera, Néstor Rossi, René Pontoni, Oscar Sastre y Alfredo Báez.


 


Pero las presiones oficiales contra la huelga fueron muy fuertes. A Nereo Pegadizábal, asesor letrado de Futbolistas Agremiados, primero quisieron sobornarlo, después lo acusaron de "comunista" y luego le dijeron que si cruzaba el puente Avellaneda sería "boleta", según cuenta el mismo en un libro sobre esa época. 


 


El antecedente de esa medida es la lejana y primera huelga de futbolistas, la de 1931, cuando aún existía un falso amateurismo y los pagos eran en negro. Los jugadores declararon la huelga -que incluyó un partido de la selección nacional- en reclamo de libertad de contratación y salarios por su actividad. Un aspecto destacado fue el cuadro en el que se llevó adelante la medida: fue durante la dictadura de Uriburu, que había derrocado a Hipólito Yrigoyen, impuesto el estado de sitio y la ley marcial, poblado las cárceles de presos y fusilado al anarquista Severino Di Giovani, entre otros actos brutalmente represivos.


 


Los jugadores hicieron una movilización a Plaza de Mayo, reclamaron una entrevista con el presidente, le entregaron un petitorio con sus reclamos y, según testimonios de la época, en la Casa de Gobierno cantaron el himno y gritaron “libertad, libertad, libertad” antes de retirarse. Aunque de manera parcial, los jugadores lograron el reconocimiento de sus reclamos y comenzaron a cobrar por su actividad.


 


Ya en épocas más recientes, en 1971 se realizan dos huelgas, la segunda de ellas en reclamo del Estatuto del Futbolista, que terminó con un triunfo. En 1975 lanzaron otra huelga porque la AFA rechazó suscribir el Convenio Colectivo de Trabajo. El gobierno de Isabel Perón y la Triple A los amenazó y finalmente levantaron la medida. En 1985 se llevó a cabo otra por la libertad de pase de un club a otro y en 1988 por la agresión a un jugador con una bomba de estruendo.


 


Finalmente, en el 2001, en medio de la crisis política y económica, se lanzó una huelga con reclamos similares a los actuales. El pliego estaba encabezado por falta de pago. El sindicato, faltando pocas fechas para el final del Clausura, declaró una huelga en reclamo del pago de deudas, incluidos premios y primas.


 


Se logró un compromiso por parte de la AFA de que se saldaría la deuda en cuotas una vez que se realizara una auditoría en cada uno de los clubes. La entidad “madre” del fútbol accedió a otro reclamo de los jugadores: aplicar castigos que podrían llegar hasta la pérdida de categoría a los clubes que estuvieran en mora con el pago de sueldos a sus planteles. Hasta el día de hoy, nunca hubo ni un solo castigo contra ningún club por no estar al día con el pago de salarios de sus respectivos planteles.


 


Esta historia de luchas precede a la huelga actual, que muestra el hartazgo con una situación de maltrato, en la cual los jugadores son los que soportan la crisis de los clubes producida por los manejos turbios, los negociados y el vaciamiento del cual son responsables los que los dirigen, quienes también los utilizan como trampolín para el carrerismo político.


 


Los jugadores tienen razón, hay que apoyarlos.