Este miércoles 14 de julio falleció en Mendoza el cura Nicola Corradi, quien fuera condenado en 2019 junto al cura Corbacho por ser los responsables de innumerables abusos en el Instituto Próvolo de Mendoza.

Corradi, había sido denunciado en varias ocasiones a lo largo de los años. En 1980 fue removido del Instituto Próvolo en Verona, sospechado de cometer sus primeros abusos sexuales, y fue trasladado a un instituto del mismo nombre pero esta vez, en la ciudad de la plata donde presidió la organización hasta 1997. Posteriormente fue enviado a Mendoza donde ejerció como máxima autoridad del Instituto Próvolo en la provincia hasta 2016, año en que se hicieron las primeras denuncias por abuso sexual que lo llevarían a ser condenado.

Es claro, que la constante en la vida de Corradi fue la protección de la Iglesia frente a los innumerables abusos cometidos. Durante el proceso en Mendoza, la Iglesia intentó por todos los medios obstaculizar que se pudiera avanzar con la investigación e incluso lograron vender el inmueble donde funcionaba el instituto a la Municipalidad de Luján de Cuyo, en clara connivencia con quien era intendente en ese momento, Omar de Marchi, dificultando así a las víctimas obtener futuras recomposiciones económicas.

Sin embargo, con la condena firme, se confirmó un importante triunfo para los sobrevivientes y familiares, y que fue gracias a la incansable lucha que desplegaron en toda la provincia junto a distintas organizaciones. Enfrentando a la Iglesia Católica, lograron obtener las más altas condenas para eclesiásticos condenados por abuso, y han sido el ejemplo para sacar a la luz muchos de otros casos similares cometidos por curas abusados en nuestro país y el mundo.

Aún queda que finalice el segundo juicio en Mendoza, en el que se Juzga a las monjas Asunción Martínez y Kumiko Kosaka, junto a otras seis personas ligadas a la institución, como la representante legal, ex directoras y la psicóloga de la institución y en el que también ha surgido innumerables trabas por parte de la justicia y la Iglesia.

Por otro lado, queda también la tarea de establecer las responsabilidades del Estado, desde donde se debía cuidar la salud y la integridad de menores y personas con discapacidad y que en este caso no sucedió durante muchos años.

La muerte de Corradi, nos deja la conclusión de la necesidad de profundizar la organización contra la impunidad estatal y eclesiástica. Para ello, un paso fundamental es avanzar en eliminar todos los privilegios que goza la Iglesia en nuestro país. Vamos a seguir acompañando la lucha de los denunciantes en el caso Próvolo por todas las condenas y sobre todo vamos por la separación de las Iglesias del Estado.

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