Sociedad

24/9/2009|1101

Misiones: antes que el tornado fue la tala

El Estado subsidia la depredación ambiental

San Pedro fue devastada por un tornado hijo de otra devastación: la de la selva paranaense. San Pedro integra esa ecorregión, la más deforestada de América del Sur. En 2007, la forestal Harriet ingresó en las 14.000 hectáreas de la comunidad guaraní de San Pedro, volteó bosque nativo, alambró, contaminó el agua y arrasó la chacra y el cementerio para sembrar pinos. En 20 años, Misiones perdió más del 60% de selva: 350 mil hectáreas de gran biodiversidad fueron sustituidas por pinos cultivados, de rápido crecimiento, para las madereras y las celulósicas. Sólo la pastera Alto Paraná es dueña de 230.000 hectáreas, el 8% de la superficie provincial y el 33% del territorio forestado. La celulosa completó la depredación iniciada por tabacaleras, yerbateras, realeras, la ganadería y empresas de turismo internacional. “Los bosques son botín de guerra. El que llega los toma, los explota, los degrada y los abandona” (cemep-adis). Talan el bosque, queman la tierra y la riegan con herbicidas para evitar que la selva se regenere. San Pedro, San Vicente y Puerto Libertad “sufrieron cambios radicales en sus ecosistemas”. Después vino el tornado.

Los bosques cultivados producen graves daños ambientales y sociales. Las celulósicas empleaban en 2005 unos 1.200 trabajadores, furiosamente explotados, con record de enfermedades y accidentes laborales. Expulsan a los pequeños campesinos y a pueblos originarios, que emigran porque la contaminación arruina sus cultivos. “Las papeleras reemplazan a las familias, a los colonos, por pinos”, dicen. Y favorecen una formidable concentración de la tierra: en Misiones hay 27.000 explotaciones agropecuarias. El 0,6% posee el 44% de la tierra. Ambientalistas y médicos denuncian una explosión de cáncer y malformaciones provocadas por los agroquímicos. El polen causa problemas respiratorios y alergias. Además, cubre los cursos de agua, eliminando la vida acuática. La extinción de ranas explica la proliferación de mosquitos y del dengue.

La forestación es una política de Estado. La Ley 25.080 de Inversiones para Bosques Cultivados subsidia cada paso productivo, exime del pago de impuesto inmobiliario y de Ingresos Brutos; permite amortizar Ganancias y les devuelve el IVA. Vencía en enero de 2009: el Congreso la prorrogó. Este año, el gobierno de CFK duplicó el presupuesto anual de promoción forestal estimulando una voracidad capitalista sin límites. Destruyen el medio ambiente, saquean los recursos naturales, enferman a trabajadores y pobladores. Hay que combatirlos, empezando por los que gobiernan para ellos.