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En los últimos días, el uruguayo Mujica anunció con bombos y platillos la suspensión de las actividades de Botnia -UPM por haber cumplido su ciclo de producción anual. La letra “chica” de esta suspensión confirma: 1) que la parada es simplemente “técnica de 20 días; 2) que la parada sea en octubre indica un grado de productividad (mayor explotación) de más de un millón toneladas de pasta de celulosa. Una producción de 400.000 toneladas más de celulosa, en un año, ampliará enormemente los niveles de contaminación. Mientras que los luchadores de Gualeguaychú enfrentan una judicialización sin precedentes, la pastera incrementa la contaminación del río Uruguay.

Mujica va por “más”

Mujica acaba de firmar en Helsinki un acuerdo para la inmediata instalación de otra inmensa pastera, esta vez en Colonia, a las orillas del Río de la Plata. Sin lugar a dudas, el ingreso de la Stora Enzo -Arauco es mucho peor que la instalacion de Botnia -UPM. La que viene es una de las peores depredadoras del planeta.

La experiencia de la fábrica de celulosa Veracel -propiedad conjunta de Stora Enso y Aracruz, operada por la primera- en el estado brasileño de Bahía, es un claro ejemplo. Organizaciones ambientalistas brasileñas vienen denunciando las terribles consecuencias que ha dejado: “hombres, mujeres y jóvenes, trabajadores rurales y urbanos, indígenas, ambientalistas, científicos, profesores y estudiantes” de esa región brasileña, denuncian “la situación de degradación y miseria en que se encuentra la región del Extremo Sur de Bahía, promovida por la empresa de celulosa, Veracel, una joint venture de Stora Enso”.

Los impactos sociales y ambientales se derivan de los grandes monocultivos de árboles necesarios como materia prima y de la propia fábrica de celulosa, que empezó a funcionar en 2005, y que acaba de duplicar una producción original de 900.000 toneladas al año.

“La Justicia Federal brasileña condenó a Veracel a restaurar, con vegetación nativa, todas sus áreas comprendidas en las licencias de plantación de eucaliptos que fueron emitidas entre 1993 y 1996. Esto significa que un área de 96 mil hectáreas, cubierta por plantaciones de eucalipto de la empresa, deberá ser reforestada con árboles de la Mata Atlántica, uno de los biomas más diversos del planeta y al mismo tiempo más amenazados del mundo. La empresa también fue condenada a pagar una multa de 12,5 millones de dólares por la deforestación de la Mata Atlántica, con tractores y máquinas unidas con cadenas, ocurrida en los primeros años de su funcionamiento (1991-1993)”. Veracel anunció que apelaría la decisión.

“No satisfecha con la cantidad de tierras adquiridas en el extremo sur de Bahía para la plantación de eucaliptos, Veracel Celulose avanza ahora para el sur del estado”; “solamente en el municipio de Mascote, la empresa adquirió diversas propiedades. Aproximadamente 400 trabajadores perdieron sus puestos de trabajo. Gran parte de estos trabajadores se trasladaron para las periferias de las ciudades vecinas” (ídem). Stora Enso se instaló en Bahía en base a las mismas promesas de empleo, desarrollo y riqueza que ahora está haciendo en otros países. “La información manejada hasta ahora por Stora Enso” es que durante su fase operativa generará “unos 3.000 puestos directos e indirectos”. En Bahía dichas promesas no sólo no se cumplieron, sino que la empresa generó expulsión rural, desempleo y miseria.

Desde “Prensa Obrera” hemos denunciado que los propósitos de ingreso de pasteras en el Uruguay no concluya con Botnia y que el acuerdo entre ambos gobiernos incluya las necesidades técnicas de esas nuevas pasteras. Su Cancillería está ahora empeñada también en trabajar con Timerman una agenda de “control” común del Río de La Plata, donde la cuestión central es el dragado del canal Martín García, que permitirá la entrada de barcos de gran calado a la zona donde se emplazará otra gran pastera multinacional que aumentará aún más la contaminación” (“Prensa Obrera” Nº 1.142).