Sociedad

22/4/2010|1125

Palermo, Riquelme. Ortega, Gallardo: “Es la economía…”

La frase “es la economía, estúpido”, fue formulada por James Carville, un asesor de la campaña de Bill Clinton en 1992 contra Bush (padre) y trascendió mundialmente pues tenía un mérito enorme: saltear la polémica circunstancial e ir al fondo de las cuestiones que estaban en disputa. El razonamiento también se aplica al fútbol.

El bochornoso espectáculo de las peleas entre Riquelme y Palermo, y el más bochornoso aún manejo que se hace de la persona del burrito Ortega esconden, detrás en un decorado extremadamente degradante, un trasfondo que venimos denunciado desde hace años en Prensa Obrera: ver “Plusvalía y Gerenciamiento del fútbol”, “Murió el fútbol, viva el fútbol”, “La crisis del fútbol”, que no es otro que el derrumbe económico imparable de la inmensa mayoría de los clubes de fútbol de la Argentina.

Que River Plate esté hoy en la grilla de los que disputan la promoción, que esté junto con Boca fuera de las copas Libertadores y Sudamericana, que estén ambos en la actual tabla de posiciones en los puestos 15 y 16 respectivamente es la consecuencia de una conjunción de acontecimientos que tienen que ver con la economía.

1) River y Boca fueron vaciados económicamente por sus dirigentes (en River, el actual presidente en la última conferencia de prensa dijo que el déficit es el triple de lo que figura en los propios balances);

2) cuentan ambos con las principales deudas de los clubes argentinos;

3) ambos sufren la caída en picada de las ventas de jugadores en las grandes ligas mundiales. La Fifa emite un parte de los pases registrados por transferencias de club a club (no por los préstamos), que consigna que la caída de las ventas de jugadores de Argentina a la Premier League cayó en un 73% durante el último período de pases;

4) a las caídas en las ventas de jugadores se le suma la desvalorización general de los mismos por no jugar en las copas sudamericanas y mundiales, grandes vidrieras del fútbol;

5) las propias ventas, al realizarse con jugadores nuevos de poco cartel, significan muy pequeñas entradas para los clubes, pues los jugadores además no son de su patrimonio, son de terceros que junto con los llamados “representantes” le sacan una tajada casi similar a la del propio jugador;

6) El reparto de la plata del fútbol, ahora administrado por el gobierno, cierra la posibilidad de acuerdos “transversales” de adelantos de dinero con la televisión privada que siempre tenían como principales protagonistas a River y Boca. Hoy sale en el boletín oficial el dinero que se entrega año a año a cada club, cuestión que además es seguida con lupa por toda la oposición.

Además de todo esto, ambos equipos tienen los planteles más caros de la Argentina (sólo por el valor de la camiseta), lo que completa el cuadro de bancarrota económica. Pero mirados fríamente, la base de estos dos equipos es un núcleo de jugadores en franca regresión, que están en la etapa final de sus carreras, Gallardo, Ferrari, Almeida, Ortega, Abondancieri (hasta hace tres meses), Battaglia, Morel, Ibarra y hasta el Palermo. Algunos de ellos con contratos impagables, como el de Riquelme, que en la desesperación por una “recuperación futbolística de Boca” le asignaron un contrato de valores europeos que hoy no se puede mantener y ya la barra brava comenzó “a trabajar” para bajarlo.

El condicionamiento económico es extensivo a todos los principales clubes de América Latina. Lo prueba las copas Libertadores y la Sudamericana, pobladas de equipos que son “ilustres desconocidos” que emergen del hundimiento por el ahogo económico y financiero de los clubes más viejos y con más historia de Sud América, casi con los mismos problemas.

De la quiebra económica al bochorno y la degradación hay un paso. Hoy entre dirigentes, técnicos y jugadores de ambos clubes se juega al “vale todo”. En Boca, un manager y una interminable sucesión de técnicos devorados por la crisis y un presidente sin poder alguno han culminado en la reedición de la famosa frase de Diego Latorre de que Boca era un “cabaret”, River no le va a la zaga. Tocó fondo en la descomposición económica y social bajo la administración de Aguilar y, ahora, sin plata y en crisis, apela a “nombres” del pasado y, como hizo Boca, busca golpes de efecto. En Boca fue el “efecto Bianchi”, en River “el efecto Kapa”. Nos gusta la filosofía de futbol de Bianchi y Kapa. Pero los managers y los técnicos son eso, no magos.

La caída imparable de ambos clubes involucra indirectamente al 70% de los hinchas argentinos. La inmensa mayoría de ellos siente un “bajón” al hablar de sus equipos y nunca van a asociar las peleas de Riquelme y Palermo, o las “recaídas” de Ortega a la crisis capitalista mundial, sin embargo tiene razón James Carville: “es la economía…”.