Sociedad

17/4/2020

Prohíben a los mayores de 70 años salir a la calle y miles están en geriátricos sin control, expuestos al coronavirus

Mientras, colocan en colas a centenares miles de jubilados para que cobren sus haberes.

La medida de Rodriguez Larreta de prohibir a los mayores de 70 años la posibilidad de que pisen la calle y que la autorización quede en manos del gobierno de la Ciudad no solo es un peligroso paso en el control social, sino también un gesto de impostura mayúsculo, cuando "deberían estar ocupados en testear a los casi 2 mil adultos mayores que tienen en hogares públicos y a su personal, para evitar lo que está pasando en (los) geriátricos, que están en riesgo permanente”, como denunció el Defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino.


Es un salto peligroso porque, con la excusa de la edad, el gobierno se arroga el derecho de prohibición de circular (o con previa autorización justificada) colocando a los mayores de 70 años como seniles, cuando la mayor movilización de ellos fue responsabilidad del gobierno nacional (con el acompañamiento cómplice de los provinciales y el de la Ciudad) que, a principio de este mes, colocó a centenares de miles en la calle para cobrar la jubilación, en lugar de exigir una solución a los bancos para evitar así la exposición de los beneficiarios en las colas.


Y como esto no se ha solucionado ni se obliga a los bancos a hacerlo, miles y miles de jubilados, que cobran en los bancos, volverán a salir a la calle “autorizados” -porque así lo establece la resolución de Larreta-, sin que la contradicción que supone esta falta de cuidado a los jubilados parezca preocuparlo demasiado.


Miles de geriáticros sin control


Además, la medida es una falacia más en la manifestación de preocupación de los gobiernos por “los mayores”, si se tiene en cuenta que ninguno de ellos –nacional, provinciales y de la Ciudad- tomó medida alguna para cuidar la salud de las decenas de miles de adultos mayores que están en los casi 6.000 geriáticos que existen en el país -según estimó Semino-, la mayoría de ellos funcionando con escaso o ningún control y donde los internados están expuestos a un no tan impensable contagio masivo del coronavirus, como ya sucedió días atrás en un establecimiento de la localidad bonaerense de Moreno –donde murió un interno- y con la infección masiva en otro de la localidad de Saldán, en la provincia de Córdoba.


Para tener una dimensión de esta “bomba de tiempo”, están los datos de los países imperialistas: solo en asilos geríatricos, en Italia, de acuerdo con cuestionados cálculos oficiales a la baja, hubo 1.400 muertos; en España estiman que serían unos 3.900 y en los EE.UU. ya pasaron los 5.600 muertos. Todos en asilos geriátricos.


Rodriguez Larreta apela al “cuidado de la salud de los mayores de 70 años” cuando llueven las denuncias de que no hay elementos de cuidado de la salud no solo de los adultos mayores sino del propio personal de la salud, en los distintos hospitales de la ciudad. Esto cabe también, claro, para el sistema de salud que debe cuidar a los millones de trabajadores de la provincia de Buenos Aires, como lo demuestra la visita de Axel Kicillof al hospital Belgrano, donde un par de días después saltó un amplio contagio que alcanzó a varios trabajadores del establecimiento.


Estallido de denuncias


Mientras el gobierno nacional y los opositores patronales se mantienen en el relato del relativo achatamiento de la curva del coronavirus, ha ido estallando la proliferación de contagios en los hospitales y clínicas por falta de protocolos, tests, elementos de protección sanitaria como máscaras, barbijos, ropa descartable, alcohol, a lo que se suman las denuncias de los bajos sueldos, los contratos precarios, despidos y falta de especialistas para terapia intensiva, camas de terapia intensiva y respiradores.


Esta misma situación –o más grave aún, por ser una completa población de riesgo- se vive en los geriátricos. Está saltando a la luz pública la precariedad del sistema de salud en ellos -agravado por el cuadro que supone la extensión de los casos de coronavirus-, con escasez de personal, con bajos salarios e inestabilidad laboral, que los obligan a tener más de un empleo, sumado a su falta de preparación para encarar el avance de la pandemia y la falta total de elementos de sanidad.


Esta situación crítica se potencia en los cientos de geriátricos clandestinos que pululan por todo el país y que están por fuera de cualquier tipo de control, por mínimo que sea.


Geriátricos como empresa


Los geriátricos que, en su inmensa mayoría, no están preparados para enfrentar la pandemia –ni otras necesidades de los internados- porque, en casi todos los casos, se trata de empresas donde el ahorro de costos es la guía en la atención de los adultos mayores.


Son centros propicios para la propagación de cualquier enfermedad y el coronavirus encuentra un ambiente sobradamente favorable para el contagio mutuo entre los internados y los trabajadores sean médicos, auxiliares, ayudantes, cocineras o administrativos. La circulación habitual de los trabajadores, muchos de las cuales viven en barrios vulnerables, que se movilizan en transporte público, de médicos que trabajan en varios lugares establecen una circulación que en la medida que se carecen de materiales de protección y sanidad son un factor comprobado de extensión del coronavirus. Además, el personal de los geriátricos ha sido reducido un 30%, según destacó Semino, con lo cuál el personal restante está sobrecargado.


La medida de prohibición de visitas de familiares, resuelta en CABA desde el 17 de marzo y extendida a otros lugares del país, no fue, por supuesto, suficiente.


Probablemente el resto del país emulará la resolución Rodriguez Larreta de reclusión obligatoria para los ancianos. El slogan “Te queremos ayudar a cuidarte” debe ser entendido como “Te queremos encerrado, preso, allí donde sea que vivas”


Al “riesgo” de ser parte de la mayoría de los que cobran la mínima de 15.950 pesos, o tener un haber jubilatorio mayor pero congelado por la suspensión de la movilidad se agregan estas penurias ligadas al tema habitacional. El vaciamiento del Pami que sigue el derrotero del vaciamiento del Anses no permite que se encare una política de geriátricos o atención domiciliaria basada en un sistema de atención adecuada a las necesidades de cada adulto mayor.


Se plantea llevar adelante nombramientos de personal preparado, dotado de todos los elementos de sanidad necesarios ante la pandemia, la realización de tests sistemáticos a los residentes y trabajadores, para actuar con las medidas de atención sanitaria y preventivas inmediatas en todos los geriátricos.


Rechazamos las nuevas resoluciones de reclusión obligatoria a los mayores de 70 años. Debe establecerse un sistema de cobros y atención de la salud en los barrios, de abastecimiento de bolsones de alimentos y elementos de sanidad e higiene a domicilio, para afilados del Anses y del Pami, así como todas las cajas y obras sociales jubilatorias especiales y provinciales a cargo del Pami, con partidas presupuestarias extraordinarias ante la pandemia.


Control por parte de los trabajadores y los jubilados del Anses y del Pami, asi como de todas las cajas y obras sociales jubilatorias especiales y provinciales.


Restitución de los fondos de Anses para los jubilados y del pago de los aportes patronales. Ninguna eximición. No pago de la deuda externa, que el dinero sea destinado a la atención de la alimentación y la salud.