Sociedad

21/7/2011|1186

Entre la ley de Medios y la digitalización: Televisión para pocos

Para los propagandistas del gobierno, la convocatoria a concurso de 220 canales de televisión digital es una “medida que viene a sepultar el viejo paradigma comunicacional desde el cual Clarín y la Argentina patronal y conservadora nos dijeron qué teníamos que pensar y hacer los argentinos durante décadas” (El Argentino, 22/6).

Sin embargo, el planteo se contradice con el más obvio sentido común de cualquier televidente que, si se distrae con el control remoto, seguirá encontrando -a un año y medio de la implementación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual- los mismos canales en manos de los mismos grupos concentrados: Clarín, Telefónica, Hadad, Avila-Manzano. Vivitos y emitiendo. Está claro, entonces, que el “viejo paradigma comunicacional” sobrevive insepulto.

Nos dirán que por eso el gobierno renovó la batalla, impulsó la televisión digital y distribuyó -sin llamado a concurso- los primeros 17 canales. Pero tal lanzamiento tampoco puso media pala para el entierro. Hasta el momento, la única novedad ofrecida por este “paradigma” es una alianza entre las viejas corporaciones amigas (Telefónica, el mexicano González González, Hadad, Szpolski), organizaciones “sin fines de lucro” como la Uocra de Gerardo Martínez y el aparato mediático del Estado.

El próximo llamado a concurso de los canales digitales ¿garantizará al menos la agonía del viejo paradigma patronal? ¿Se sumarán al fin nuevas voces? Ni por asomo.

Aquellos grupos de comunicación comunitaria o alternativa -muchos de los cuales habían cifrado esperanzas en su reconocimiento legal y expusieron su apoyo crítico en los foros de Gabriel Mariotto- advierten que no sólo la Ley de Medios los deja afuera, sino también esta convocatoria.

Ninguna de esas organizaciones puede costear los pliegos -cuyos valores van de los 70 mil hasta los 200 mil pesos- ni el depósito de garantía, ni el canon mensual de 24 mil pesos que deberían pagar si llegaran a acceder a una señal.

Tampoco tendrá consecuencias el anuncio de que habrá por lo menos 40 señales de televisión abierta -que podrán transmitir de manera analógica o digital- para ser distribuidas entre las universidades nacionales.

Se recuerda poco que la vieja ley no impedía que las universidades accedieran a medios. El obstáculo era de otra naturaleza: “En el pasado, la falta de recursos para mantener los medios de comunicación llevó a los canales universitarios a alquilar sus frecuencias, que se convirtieron en repetidoras de alguna emisora porteña” (La Nación, 17/7).

La actual experiencia de Canal 10, dependiente de la Universidad de Córdoba, confirma el pronóstico de que los canales universitarios se convertirán en repetidoras, pero esta vez del Estado. No sólo porque el canal declara un déficit de 7 millones de pesos -que según su director, Esteban Falcón, se cubriría con la exención de impuestos y el canon audiovisual- sino también porque emite apenas seis horas de producción propia por día a un costo de 40 millones de pesos. El resto lo llena con la grilla de la televisión estatal: los programas de “Paka Paka”, de Encuentro, y “6,7,8”.

Suponemos, para cerrar el cuadro de las promesas incumplidas, que los propagandistas oficiales no acreditarán al nuevo paradigma comunicacional el lanzamiento de Televisión Digital Argentina del grupo Electroingeniería ni la incorporación del video on demand de Telefónica, ni menos que menos el estreno de la televisión por web del grupo Clarín, el cual ya transmite 15 horas diarias.

Se la mire por donde se la mire, la televisión para todos es una televisión para pocos. Con ley de la “democracia” y con la rutilante televisión digital, los argentinos seguimos consumiendo los intereses de “la Argentina patronal”.