Universidad

12/12/2002|784

Conclusiones de una gran lucha

Luego de 44 dias, finalizó la ocupación del rectorado

Finalmente, luego de 44 días de ocupación, los estudiantes de Ciencias Sociales abandonaron el rectorado de la UBA. La decisión, tomada en asamblea, estuvo determinada por el fin de clases en la facultad.


Los cinco puntos del petitorio – edificio, becas, presupuesto, no intervención de la carrera de Sociología, desprocesamiento de Sergio Salgado y Martín Ogando – no obtuvieron una salida favorable. El Consejo Superior y el rector de la UBA se limitaron a efectuar promesas en torno del edificio y del presupuesto, pero no asumieron ningún compromiso concreto.


Estas promesas apuntan a dividir al movimiento. Jaim Etcheverry considera “legítimos” sólo tres puntos del petitorio, dejando de lado el reclamo del desprocesamiento y de Sociología. Es más, la última resolución del Consejo Superior insta a la facultad a intervenir la carrera de Sociología. Esta medida deja de lado que los gobiernos de las carreras dependen de cada facultad y no del Consejo Superior, que no tiene injerencia en ese terreno. La resolución, por lo tanto, viola la autonomía de la facultad y las propias normativas de la UBA.


La camarilla que gobierna la UBA es conciente de que el proceso que llevó a la elección directa de Sociología es incompatible con su propia supervivencia. La elección directa, basada en “un hombre un voto”, elimina el voto calificado que le da a la minoritaria camarilla profesoral la mayoría en los órganos de gobierno. El pedido de intervención de Sociología apunta a cortar de raíz un proceso que se empezó a extender a las demás facultades porque le da al movimiento universitario una consigna y un eje de movilización para luchar por el poder en la universidad.


 


Que se vayan todos


Si la ocupación no pudo conseguir sus objetivos se debió a que las diferentes fracciones del Consejo Superior cerraron filas contra el movimiento estudiantil. Tanto la banda del rector, como los radicales y los centroizquierdistas, se negaron a entablar una negociación; al contrario, votaron resoluciones de repudio a la ocupación y hasta una amenaza de desalojo por la fuerza, que no se animaron a concretar. Ahora, amenazan con jubilar a Inés Izaguirre, profesora de Sociales que apoyó la ocupación y la elección directa de Sociología.


El propio decano de la Facultad de Sociales, que subió con el apoyo de diversos sectores de izquierda, le dio la espalda a la ocupación y operó políticamente para dividir. Ahora, está amenazando con la intervención. Su padre, decano de Filosofía y Letras, fue más lejos aún al suscribir las resoluciones del Consejo Superior.


 


El movimiento estudiantil


La propia dirección del Centro de Estudiantes de Sociales conspiró contra el éxito de la toma. Comenzó la medida ante el temor de perder las elecciones del Centro. Pensó que se trataba de ocupar por algunas horas o como mucho un par de días, para retirarse luego con un acta firmada. No se prepararon para un conflicto largo; por eso, cuando había que redoblar la apuesta para triunfar se bajaron de la ocupación.


A pesar de este bloqueo, la ocupación contó con la adhesión de la mayoría de los estudiantes de Sociales y con la simpatía de las otras facultades. Si esto no se pudo traducir en una movilización mayor se debió a la actitud pasiva de la Fuba, que si bien apoyó los reclamos y la ocupación, no actuó como dirección del movimiento estudiantil. De esta manera, dejó pasar una excelente oportunidad para proyectarse al conjunto de la UBA como dirección política.


Como era de esperar, las corrientes “independientes” antipartido como el Tnt no movieron ni un dedo para que en sus facultades se expresara una solidaridad con la ocupación. Llegaron al extremo de abstenerse en la votación que planteaba la intervención de Sociología.


 


Pedagogía y lucha


La ocupación no pudo terminar en una victoria. Sin embargo, el activismo que participó activamente de la lucha y la masa de los estudiantes que simpatizó con la medida, tienen ahora en sus manos un precioso material para hacer un balance político. Ha quedado más que claro que el Consejo Superior es una cueva de los privatizadores, que la centroizquierda no es una alternativa, y que la tarea de poner en pie una dirección del movimiento estudiantil de la UBA todavía está pendiente.


El fin de la ocupación no es el fin de la lucha. El movimiento estudiantil no ha sido derrotado. Los reclamos se plantearán nuevamente con el comienzo de las clases pero con más fuerza aun, debido a que ingresarán miles de nuevos estudiantes y la facultad carece del espacio físico y del presupuesto para hacer frente a una demanda mayor. La vanguardia que mantuvo físicamente la ocupación durante estos 44 días hizo su balance y está intacta para retomar la movilización ni bien comiencen las clases.