Universidad

2/11/2017|1480

Democratizar la UBA para derrotar el ajuste

Jueves 23 de noviembre: Foro de estudiantes, docentes y no docentes por la democratización

candidato a consejero superior por la lista “Democratización de la UBA”


El 23 de noviembre, en la Facultad de Filosofía y Letras, los estudiantes de la UJS, los docentes de la Agrupación Naranja y los trabajadores no docentes de la Bordó convocamos a un Foro por la Democratización. La iniciativa apunta a preparar una respuesta del movimiento universitario de cara a la Asamblea Universitaria y frente a la nueva ofensiva que anunció el gobierno contra la universidad.


 


Los dos problemas están íntimamente ligados. Es que el ajuste macrista encuentra en el régimen arcaico de la universidad su correa de transmisión. Cuando Macri dice que las universidades se tienen que comprometer con la reducción del déficit, le está diciendo a los rectores-CEOs que amplíen la oferta de posgrados y los convenios con empresas, cosa que estos hacen de buen grado. La tesis de que la UBA iba a resistir a Macri en unidad con los decanos se hundió el 12 de mayo de 2016. Para derrotar la ofensiva antieducativa es necesario desplazar a las autoridades socias del ajuste y dotar a la universidad de una nueva dirección ligada a la lucha de los trabajadores. En esto consiste la actualidad de la lucha por la democratización.


 


Las dos caras de la UBA


 


Alberto Barbieri, que agrupa tanto a los decanos de la UCR-Franja Morada como a los que figuran en el PJ, cuenta para su reelección con los votos de la enorme mayoría de la Asamblea Universitaria. La realidad de la UBA, sin embargo, está lejos de estar representada en esta asamblea, conformada según el estatuto retrógrado de 1958. La masa de docentes que garantiza día a día el acto educativo, que padece el trabajo ad honorem y el incumplimiento de su convenio colectivo, y que ha sido el motor de la primera rebelión educativa contra Macri, carece de expresión propia en la asamblea. Los estudiantes, la razón de ser de la universidad y quienes históricamente se han movilizado de forma más activa para defenderla, eligen menos del 25% de los asambleístas. Y los trabajadores no docentes, que han jugado un papel central en la defensa de la Obra Social de la Universidad (Dosuba), no tienen para la UBA el status de ciudadanos.


 


La ponderación del voto por “mérito” es el argumento que las autoridades esgrimen para defender este régimen, en el cual el voto de un profesor vale 200 veces más que el de un estudiante, y el de un docente auxiliar o un no docente directamente no valen nada. Este latiguillo, que esgrimen por igual los macristas de Económicas y los “progres” de Exactas, oculta primero la manipulación de los concursos y segundo que la dirección de la universidad es un asunto netamente político. Con la supuesta “meritocracia” se pretende encubrir la contraposición de intereses entre las camarillas de profesores que lucran con la privatización educativa y la masa de estudiantes y trabajadores que padecen la asfixia presupuestaria. El voto mayoritario a Barbieri en la Asamblea Universitaria no expresa la voluntad de la mayoría de docentes, no docentes y estudiantes de la UBA, ya que contrasta con el triunfazo de Unidad Docente en la AGD-UBA, el voto a la izquierda en los Centros de Estudiantes y la recuperación de comisiones internas por los trabajadores no docentes antiburocráticos.


 


Desplazamientos


 


El regreso del actual secretario de Hacienda, Emiliano Yacobitti, a Económicas expresa un reacomodamiento de la camarilla radical que armó la candidatura de Lousteau con el manejo de la caja de la UBA. De esta forma, la reelección de Barbieri asume la forma de un alineamiento directo del Rectorado con el gobierno de Macri.


 


El kirchnerismo llega a la Asamblea Universitaria en un cuadro agudo de disolución. Del viejo “bloque progre” sólo quedan los decanos de Filo y Exactas, que ni siquiera reúnen los votos para consagrar un consejero superior por la minoría de profesores. Sus pibes, La Cámpora y La Mella, también se quedarían afuera. La enorme mayoría de quienes se alistaban en el “Proyecto Nacional” van a votar a Barbieri, él mismo un ex FpV. El balance en este punto es terminante, cualquier expectativa de democratización de la universidad de la mano de los decanos K quedó enterrada por los hechos. El kirchnerismo rescató desde el gobierno a las viejas camarillas radicales garantizando la elección de Hallú en 2006 y 2009 y allanando el camino para el triunfo de Barbieri-Yacobitti. Jamás ofreció un rumbo para la universidad distinto al fijado por la LES y el Banco Mundial, difícilmente podría hacerlo ahora.


 


1918-2018: quiebre y continuidad


 


El “cogobierno” universitario no es el resultado de la Reforma del ’18, sino su negación; negación que empezó en 1922 con la intervención del gobierno radical de Alvear y que se profundizó con Perón y con las dictaduras militares.


 


El estatuto actual de la UBA tiene su origen en un decreto de la “revolución libertadora” de 1956. Quienes hoy se autoproclaman como “reformistas” defienden el mismo régimen contra el que se sublevaron los reformistas hace 100 años (“el derecho divino del profesorado universitario” – Manifiesto Liminar). Pero mientras la forma del régimen universitario nos retrotrae a 1918, su contenido es otro. Las camarillas profesorales de hoy son la expresión de los grupos empresarios que buscan convertir la universidad en su oficina de recursos humanos. Esta conversión es el eje de la reforma educativa del macrismo.


 


El rechazo que despertaron los anuncios de Macri en la comunidad universitaria muestra que hay reservas de lucha. La convocatoria de Conadu Histórica a movilizarnos al Congreso el 9 de noviembre contra el presupuesto de ajuste será una primera medición de fuerzas. El Foro por la Democratización nos da la oportunidad de darle a la lucha que se va a desarrollar una proyección más amplia. A la comunidad de intereses entre el gobierno y las camarillas universitarias le oponemos la de estudiantes y docentes con el conjunto de los trabajadores, por una reorganización de la universidad y de toda la sociedad sobre nuevas bases.