Universidad

12/4/2006|941

Disolver la Asamblea Universitaria

La UBA definitivamente en crisis


La intervención del movimiento estudiantil, encabezado por la FUBA, para impedir la realización de la Asamblea Universitaria en dos ocasiones, ha servido para poner de relieve que existe una profunda crisis política en la Universidad de Buenos Aires, que pone en cuestión su régimen de gobierno y su orientación social. El rector de la UBA, Jaim Etcheverry, reconoció esta crisis política y La Nación caracterizó que la UBA corría riesgo de una división. Aunque la afirmación parece temeraria, lo cierto es que si Alterini se hubiera hecho elegir rector en la ‘autoconvocatoria’ que reunió al efecto, la UBA hubiera tenido, al menos, dos gobiernos, dos rectores y dos Consejos Superiores, por lo menos cinco facultades que hubieran quedado al margen.


 


Salta la pus


 


El avance de la crisis pone en cuestión al proceso en su conjunto. Alterini, por ejemplo, denunció que sus opositores están comprometidos en grandes hechos de corrupción. Señaló, por ejemplo, que Jaim Etcheverry quiere evitar que se investigue un desvío de fondos del orden de los 120 millones de pesos. También denunció que otro de los candidatos, Vilella, ex decano de la facultad de Agronomía, está usurpando el nombre de la UBA en un negocio privado que se denomina Centro Universitario de Idiomas, que mueve anualmente decenas de millones. Las denuncias que señalamos en Prensa Obrera desde hace un mes empiezan a ventilarse pero ahora por los propios implicados.


 


Dentro del bloque alterinista también se incuba una crisis. Hay quienes plantean que Alterini debía ser reemplazado por otro candidato. Pero el reemplazo de Alterini puede profundizar la crisis. Este barajar y dar de nuevo es resistido por los que habían logrado obtener los puestos más importantes y que temen una rediscusión de los acuerdos pactados.


 


El gobierno K


 


El gobierno nacional está dividido. Un sector del peronismo acompaña la candidatura de Alterini e incluso obtuvo para sí el puesto de vicerrector. Otro sector del gobierno, la pata transversal de Kunkel, lo cuestiona. Filmus, el ministro de Educación, le había dado su apoyo a Alterini pero parece ahora cambiar de frente. Mientras tanto, el secretario de políticas universitarias, Malcom, funcionario subalterno de Filmus, lanzó el movimiento Evita con los decanos ‘progres’ que se oponen a Alterini.


 


La división del gobierno tuvo su expresión el jueves pasado, cuando, por orden de Aníbal Fernández, se retiró la policía del colegio Nacional de Buenos Aires. Las declaraciones públicas de Aníbal Fernández de que la policía no se iba a meter en asuntos internos de la UBA, equivalen a decirle a Alterini que se tiene que arreglar solo. La lucha interna de camarillas en el seno del kirchnerismo ha obstaculizado que el gobierno nacional pueda emerger como un árbitro de la crisis.


 


Asamblea Universitaria, desautorizada


 


El conjunto de contradicciones señaladas y la lucha del movimiento estudiantil han producido una nueva situación. Paradójicamente, la cantidad de votos que Alterini ha logrado reunir dentro de los asambleístas ha crecido en vez de disminuir — pasó de 127 a 132. Pero el fortalecimiento de Alterini demuestra claramente el carácter reaccionario de la Asamblea Universitaria. ¿O es posible que se cuestione a un candidato por su pasado colaboracionista con la dictadura militar sin cuestionar, al mismo tiempo, a todos aquellos que lo votan y están dispuestos a integrar su gobierno?


 


Aritméticamente, cualquier otro candidato alternativo deberá pactar con los alterinistas, que detentan más de la mitad de la Asamblea Universitaria. Los candidatos que se presentan como progresistas, como es el caso de Alberto Kornblith, que es apoyado por los decanos y por una parte del gobierno, al no exigir la renuncia de toda la Asamblea demuestran que están buscando un pacto con los alterinistas.


 


Que renuncien. Nuevas elecciones


 


Para el movimiento estudiantil-docente se trata de aprovechar la crisis abierta para plantear una salida en términos que impliquen una perspectiva de transformación política y social de la universidad. La Asamblea Universitaria ha quedado cuestionada y con ella el régimen de camarillas de la privatización, los acuerdos con las empresas, la venta de servicios y la destrucción de las condiciones laborales y salariales de los trabajadores. La salida de un candidato propio del kirchnerismo equivale a un acuerdo con la derecha.


 


El planteo que se deriva de la presente crisis, por lo tanto, es exigir la renuncia de la Asamblea Universitaria copada por los alterinistas y los responsables de la crisis universitaria. Que se proceda a realizar una nueva elección, con una composición de 9 estudiantes, 6 docentes y 3 no docentes por facultad, para que una nueva Asamblea Universitaria pueda elegir las autoridades de la UBA y presentar en el lapso de 60 días un plan de reestructuración social y política de la principal universidad del país.


 


La UJS y el PO han lanzado una fuerte campaña en ese sentido y han presentado un proyecto en el propio Consejo Superior de la UBA.