Universidad

17/4/2020

El centro de Ciencia y Tecnología de la Unsam marca el camino

Extendamos esta experiencia al conjunto del movimiento estudiantil de la zona norte.

El pasado martes (14/4) el Centro de Estudiantes de Ciencia y Tecnología (Cecyt) de la Universidad Nacional de San Martin (Unsam) realizó una importante asamblea, mediante el formato de videollamada, en donde participaron alrededor de 50 estudiantes.


Las compañeras y compañeros del Cecyt, con la izquierda en su conducción, votaron un programa de intervención frente a la pandemia y la cuarentena, que se basa en la organización propia de estudiantes y trabajadores: poner en pie un comité de crisis con participación paritaria de estudiantes, docentes, no docentes e investigadores, con poder de decisión; y que desde este comité se definan los pasos a seguir para la continuidad pedagógica, cursadas y métodos de evaluación. Le exigen a las autoridades un relevamiento inmediato sobre el acceso a la conectividad de la comunidad educativa de la universidad y que se garantice el acceso a la virtualidad para que esta no sea un detonante de una profunda deserción. Se pronunciaron también por el aumento a la beca progresar a $10.000 y un seguro al parado de $30.000, financiado por el Estado.


El Cecyt no solo hizo un gran aporte al interior de la Unsam, en materia de cómo deben actuar los centros de estudiantes frente a la pandemia, sino que el aporte es hacia el conjunto de los y las estudiantes universitarios de toda la zona norte. 



Centros estatizados

En nuestra región se albergan importantísimas universidades nacionales: la Universidad Nacional de General Sarmiento (Ungs); la de Tres de Febrero (Untref); la de José C. Paz (Unpaz); y la de San Martin (Unsam). En todas ellas existen centros de estudiantes. En el caso de la Ungs y la Untref, un centro único que representa todas las carreras, mientras que en la Unpaz y Unsam existen centros por escuelas y/o departamentos. Todos estos centros, a excepción del Cecyt (Unsam) responden de manera directa al gobierno nacional y a sus propios rectorados. Dado que la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y alguna variante de cuño kirchnerista están en la presidencia de los mismos. Lo cual limita la iniciativa de estas corrientes al margen estrecho de las políticas del propio Estado.

La política de la JUP en los centros de estudiantes consiste en volcar jugosos recursos económicos, desde los municipios y a veces desde el propio rectorado, para montar un fuerte aparato y así desembarcar con sus agrupaciones, cuyo programa consiste en levantar conceptos marketineros de “excelencia académica”, “mejor que decir es hacer” y cosas por el estilo, donde el telón de fondo aparecen la estatización de los centros de estudiantes, la desorganización colectiva de los mismos y un profundo manejo punteril para obtener supuestas “conquistas”. En este punto, estas agrupaciones se presentan como patas auxiliares de las gestiones universitarias, valiéndose de los recursos que estas les ofrecen, presentándose casi como una extensión de las secretarías de Asuntos Estudiantiles de las universidades.

La crisis educativa recrudece en la pandemia

El desarrollo de la pandemia del Covid-19 y la posterior cuarentena han puesto de relieve la crisis educativa que asiste al conjunto de las universidades públicas. Por su puesto, las de zona norte no son una excepción.

Los distintos rectorados, ligados profundamente al gobierno nacional, transitan la cuarentena de improvisación en improvisación. En su mayoría han decidido avanzar con la educación virtual pese a no haber condiciones concretas para que esta modalidad funcione para el conjunto de los estudiantes y docentes. No solo los campus virtuales colapsan rápidamente, sino que grandes capas de estudiantes no cuentan con la tecnología adecuada, ni tampoco los docentes. 


Mientras esto ocurre, los centros de estudiantes alineados al PJ han tenido un papel sumamente desdibujado. No han organizado una sola demanda de los estudiantes. Lo que sí hicieron fue bloquear en todas las universidades los canales de organización democráticos: han desaparecido las reuniones de comisión directiva, ni hablar comités especiales o asambleas. El movimiento estudiantil asiste disgregado a la crisis educativa que se desenvuelve y amenaza con llevarse puesta nuestra cursada.


Organizarnos de manera independiente


Es en este punto en el cual la metodología impulsada por el Cecyt sirve como una perspectiva general de organización para el conjunto del movimiento estudiantil universitario de zona norte.


Los y las estudiantes necesitamos recuperar nuestras herramientas gremiales para que sirvan como palanca para la organización de todos nuestros reclamos, con la perspectiva de unirlos a los reclamos de la clase trabajadora, para luchar contra el ajuste que se descarga sobre nuestras espaldas.


Las direcciones estudiantiles ligadas al Estado se muestran incompatibles con la defensa de nuestras reivindicaciones. Esto ocurre porque están hasta los tuétanos con el programa de rescate a los usureros por el cual las fuerzas capitalistas cierran filas.


La izquierda tiene la tarea impostergable de hacer avanzar estas conclusiones en la vanguardia del movimiento estudiantil a partir de actuar en un frente único, formular un programa de reivindicaciones que ordene al movimiento estudiantil y ponga de manifiesto la incapacidad de las actuales conducciones en manos del peronismo de llevar adelante una pelea hasta el final por este programa. Para esta tarea no hay atajos.