Universidad

18/3/2020|1585

El coronavirus muestra la peor cara de la universidad

El coronavirus puso arriba de la mesa una crisis económica y del sistema sanitario preexistente a nivel mundial y en la Argentina. En nuestro país, la llegada del Covid-19 dejó al desnudo un conjunto de problemáticas con las cuales funciona la universidad pública que preceden (por mucho) al virus.


No están preparadas


Desde el vamos, desde la UJS hemos denunciado la falta de condiciones de salubridad e higiene de las universidades del país. La falta de alcohol en gel, jabón, toallitas para secarse las manos es moneda corriente en la universidad, que llegó al ridículo de colgar afiches con recomendaciones acerca del coronavirus sin que sus baños puedan permitirles a sus estudiantes seguir dichos consejos.


A esto, se le sumaron problemáticas de otro orden. En primer lugar, en el aspecto edilicio. La Universidad Nacional de La Plata desalojó a los estudiantes del albergue universitario, y sólo se decidió buscarles un lugar luego de horas de asambleas y exigencias por parte de lxs afectadxs. 


Por otro lado, la universidad muestra hoy una incertidumbre muy grande acerca de si pueden o no dictarse clases de forma virtual. En la UBA, si bien se anunció en una de las resoluciones del “ad referendum” del rector Alberto Barbieri, hoy son pocas las materias y las cátedras que han dejado en claro los parámetros de la cursada virtual, e incluso hay facultades que ya negaron la existencia de cualquier tipo de actividad de estas características.


La deficiencia es elemental. ¿Cómo va a poder llevarse adelante eso en una universidad cuyo campus virtual a veces colapsa solamente con inscripciones? La mayoría de las universidades siguen sin dar claridad acerca del futuro y la garantía del ciclo lectivo, lo que puede no estar en riesgo de acá al 12 de abril pero sí podría entrar en conflicto en caso de que esa día no pueda efectuarse la vuelta a clases.


Son esenciales cuando les conviene


La Universidad de Buenos Aires (UBA) suspendió todas aquellas “actividades no esenciales”. No obstante, varias de sus facultades mantienen las puertas abiertas, lo que hace que docentes y no docentes deban concurrir a los establecimientos. En Exactas siguen abiertos y es obligatoria la concurrencia a los laboratorios y la biblioteca. En Ingeniería pasa algo similar. En Medicina, el lunes pasado ¡se tomó un examen! (y existe la chance de que se sigan tomando).


Párrafo aparte merece el caso del laboratorio de idiomas de Filosofía y Letras. No solamente la mayoría de sus trabajadorxs son contratadxs de manera irregular, en negro, con contratos basura y monotributistas, sino que fueron obligadxs a seguir haciendo inscripciones en estos días sin que la gestión les provea ninguno de los elementos para evitar el contagio. Esto, además de mostrar la precaria situación laboral que tienen trabajadorxs en la universidad, marca el carácter lucrativo de la “universidad pública”: Filosofía y Letras prefiere recaudar a costa de la salud de sus trabajadorxs. La gestión de Américo Cristófalo (flamante reemplazante de Graciela Morgade) se viste de progre y “anti-macri” para afuera, pero para adentro muestra un régimen laboral con el que se le caería la baba al más derechista.


Mientras Barbieri y compañía obligan a quienes trabajan a exponerse a la pandemia, el gobierno se niega a pagar el total de la cláusula gatillo que los docentes le arrancaron a Macri y el Consejo Superior aprobó una resolución para duplicarla cuota de la obra social (Dosuba), en un claro ataque al salario. Para esto, no son importantes lxs trabajadorxs de la UBA. Son esenciales cuando a las autoridades universitarias y al gobierno les convienen. 


En defensa de lxs trabajadorxs y la cursada 


La universidad muestra su peor cara. Por un lado, sus vicisitudes y falta de recursos no aclaran cómo se llevará adelante el ciclo lectivo, entendiendo que la situación de la pandemia posiblemente sea peor que ahora en las próximas semanas. A su vez, expone de manera cruenta a quienes trabajan, en muchos casos ya de por sí de manera precarizada.  Esto no puede continuar. Reclamamos al gobierno y a las autoridades universitarias el cese completo de actividades en los establecimientos, con licencias con goce de sueldo a todxs los trabajadorxs de la universidad. A su vez, exigimos que si el 12 de abril (fecha límite establecida) las a clases no pueden empezar, las gestiones de las facultades deben informar de forma fidedigna cuál es el plan y los recursos para garantizar del cumplimiento del ciclo lectivo.