Universidad

5/1/2021

El “Frente de Todos universitario”, la subordinación de la educación a los planes del FMI 

El movimiento estudiantil debe ponerse en pie de lucha e intervenir con un programa propio.

En noviembre se lanzó oficialmente el “Frente de Todos (FDT) universitario”. Fue a través de un encuentro virtual dirigido por el ministro de Educación, Nicolás Trotta; el secretario de Políticas Universitarias, Jaime Perczyk; el vicepresidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), Rodolfo Tecchi (rector de la Universidad Nacional de Jujuy); Daniel Ricci (FEDUN), Carlos De Feo (CONADU), Walter Merkis (FATUN). Desde la pata estudiantil participaron dirigentes nucleados en la JUP, entre ellxs Constanza Bozzio, secretaria general de la Federación Universitaria Argentina. La Cámpora no participó, aunque se pronunció a favor del lanzamiento.

¿Por qué se lanza el FDT universitario?

La puesta en pie del aparato del Frente de Todos en la universidad ofrece varias aristas a analizar.

En primer lugar, está bastante claro que los padres de la “criatura” son los sectores “albertistas”: Cafiero, Trotta, y, sobre todo, Jaime Perczyk -ligado al pejota de Hurlingham- son los principales articuladores. El camporismo y los sectores ligados al riñón cristinista (Patria Grande, PCR) aparecen relegados a un segundo lugar en el armado nacional. Esto es natural, puesto que la JUP (ligada al PJ) es quien ostenta la Secretaría General de la FUA, es decir, tiene en su poder la mayor representación del peronismo en materia universitaria. Claro, producto de su extensión nacional de la mano de rectores peronistas y una convivencia profunda con el radicalismo.

De hecho, si el peronismo no dirige la FUA es por el pacto de cogobierno que la JUP mantiene (hasta ahora) con la Franja Morada y que ha priorizado antes que unirse con el resto para arrebatarle la Federación al radicalismo. Dicho pacto se teje con la billetera de la secretaría de Hacienda universitaria en manos de los radicales. Tanto la JUP, como la Franja, representan a las distintas camarillas que tienen el poder de las universidades, que, si bien se enfrentan discursivamente, y también en términos directos por el reparto del presupuesto, en términos generales gobiernan juntas. La prueba más concreta de ello es que el gobierno nacional nombró subsecretario de políticas universitarias al radical-morado Cesar Albornoz, quien fuera decano de Económicas (UBA).

Está claro que cualquier diatriba contra “la derecha” en la universidad solamente es una forma sutil que esconde una pelea camarillesca, porque de contenido político o ideológico no tiene nada.

Naturalmente, para la autoridad del gobierno de Alberto Fernández sería importante unificar al peronismo y desplazar al radicalismo. El control de la universidad sería mucho más profundo. Y esto es elemental para un gobierno que, de la mano del FMI y de la burguesía argentina prepara un ajuste drástico en la universidad para el año que viene. Desde ya, Franja Morada y el radicalismo no incomoda al gobierno nacional en función de su “combatividad”.

Nada más alejado de la realidad. El radicalismo conduce las dos federaciones más importantes del país e incluso de Latinoamérica: la Fuba (Universidad de Buenos Aires) y la FUA (Federación Universitaria Argentina). En ningún caso ambas federaciones han jugado un rol de organizadoras del movimiento estudiantil ante un 2020 de ajuste y deserción estudiantil récord. Franja Morada, desde ya, acompañó el ajuste macrista en el periodo 2015-2019. Pero está claro, que la derecha desde la dirección de las federaciones más importantes del país tienen mayor incidencia para apretar y negociar con el gobierno nacional términos y condiciones del ajuste, para autopreservarse.

Contenido político

El encuentro de lanzamiento y alguna que otra charla posterior dejaron en claro el principal lineamiento político del “espacio”: unificar a la Universidad con el “proyecto”. Si bien la idea es ambigua, si se ata esta sentencia dicha con los temas que no se tocaron uno puede observar lineamientos de fondo. En el armado no estuvo presente el problema de la deserción ni de la precarización laboral docente, ni las paritarias a la baja para lxs trabajadorxs de la universidad. Ni hablar de las becas, el boleto estudiantil o la falta de presupuesto. Importan poco los problemas de la universidad sino la subordinación de ésta a los planes fondomonetaristas del gobierno.

No es una línea que haya salido de un repollo. Durante el año, el gobierno ha buscado que la Universidad juegue ese papel. Por ejemplo, tanto en la UBA como en el CIN, los rectores (tanto peronistas como radicales) se pronunciaron a favor de la “reestructuración de la deuda”. Luego, el mismo Consejo aprobó un pedido presupuestario al gobierno que era menor nominalmente que el que le había realizado en 2019 al gobierno de Macri, como si en 2020 la inflación hubiera sido negativa. Para colmo, otorgaron menos que lo que el CIN pidió. El gobierno pidió apoyo para su acuerdo con los bonistas y el FMI y se lo dieron no sólo de forma declarativa sino entregando el presupuesto universitario de entrada.

Esta perspectiva estatal busca extender su campo de acción en la universidad. Este armado resulta un intento por subordinar al movimiento estudiantil a la política gubernamental de ajuste presupuestario que quiere el FMI y a las gestiones ajustadoras y burocracias entreguistas. Todo eso hay detrás del “proyecto”. El contenido está en lo que no se dice.

El movimiento estudiantil tiene que entrar en escena con un programa propio

Es en este cuadro de rosca entre las camarillas universitarias, y del intento del nacionalismo burgués por estatizar a fondo y poner bajo su control absoluto las universidades argentinas, que el movimiento estudiantil debe entrar en escena con un programa propio. No debe ser rehén de las negociaciones entre los bloques en pugna.

La intervención de les estudiantes debe partir de desarrollar a fondo un programa reivindicativo en defensa de la universidad pública. Que parta de la triplicación del presupuesto universitario, de la defensa de un salario igual a la canasta básica familiar para docentes y no docentes. De becas estudiantiles acordes a la inflación y a las necesidades reales que tenemos les estudiantes para poder sostenernos en la cursada. Pelear por protocolos de seguridad e higiene frente a la pandemia, discutidos y aprobados por estudiantes y trabajadores de la educación, para no sucumbir ante la segunda ola que se aproxima. La conectividad para todes es un reclamo esencial en tiempos de pandemia.

Al calor de estas reivindicaciones, luchar por rechazar el acuerdo con el FMI y el pago de la deuda externa, que desangran al país a favor de la clase capitalista, es fundamental para poner en pie un verdadero programa de transformación social de la universidad. Contra el copamiento capitalista que pone al producto de la investigación científica en el campo del lucro y no de las necesidades de las grandes mayorías populares.

El movimiento estudiantil debe fundar su estrategia en combatir el ajuste en el mismo campo que los y las trabajadoras y trabajadores que salen a luchar, muchísimos de ellos jóvenes precarizados, como el caso de la juventud de reparto o los combativos trabajadores del parque de la costa que se encuentran en lucha.

Todo este programa debe estar ligado a la pelea por expulsar a los agentes del Estado de nuestros centros de estudiantes, recuperar nuestra herramienta gremial de organización para luchar por todas nuestras reivindicaciones, junto a la clase obrera, contra el ajuste del gobierno nacional y la oposición derechista.