Universidad

25/9/2008|1056

El MST, en el macaneo siempre

En Alternativa Socialista Nº 483, el MST propone “un nuevo modelo de centros y federaciones” basado en la creación de “comisiones, secretarías abiertas, centros culturales”; esto, dice, a diferencia de lo que haría el PO, cuya única instancia es “ir a una asamblea o ingresar a un partido”. Nuestra actitud, dice, convierte a las asambleas “en espacios poco atractivos, excepto que alguien piense que participar es escuchar a los ‘Lenines’ personificados en 40 oradores aburridos”. Parece extractado de la Coalición Cívica.

El MST quiere despolitizar a los centros con la zanahoria de una masificación que procedería desde afuera de los centros de la acción política. Por eso soslaya lo esencial: o luchamos para atraer a los sectores pasivos y despolitizados a la lucha y al desarrollo de una conciencia política -lo cual re-politizaría a los centros-  o disolvemos a los sectores politizados y convertimos a los centros en un ámbito recreativo para la tercera edad.

Esto último ha sido siempre la política de la derecha. Las organizaciones deben desarrollarse y crecer sobre la base de su propia experiencia de lucha, no se las puede inflar con siliconas para describir un paisaje más rosado que el real.

Puede ser que para el MST las asambleas ‘leninistas’ sean más aburridas que un centro cultural. Pero la propuesta no es innovadora: ya la aplica la CTA, que ha buscado neutralizar su composición obrera autorizando las afiliaciones de entidades patronales como la Federación Agraria y Apymes, y también la afiliación individual de los monotributistas.

Dado su origen en el sindicalismo clerical, no sorprende que la CTA rechace la posibilidad del clasismo y prefiera la conciliación del capital y el trabajo y la defensa del ‘bien común’. No es casual que el MST se haya incorporado a la Constituyente Social convocada por la CTA en la que participan la FAA y las Pymes. Pero difícilmente ella sea más inspiradora que una asamblea o congreso obreros, y dudamos que sea divertida.

De todos modos, la democracia es en el MST – como en los democratizantes en general- , pura demagogia: el MST es manejado por una camarilla. En la facultad de Medicina, por ejemplo, el MST resolvió sabotear la conformación de “El Frente”, integrado por varias agrupaciones de izquierda, que se convirtió en el canal fundamental del activismo movilizado. “El Frente” obtuvo casi el 21%, una votación impresionante que representó casi una triplicación de los votos previos.

En cambio, el MST armó una lista minúscula, que tuvo que ser apoyada con gente de afuera de la UBA y que sólo consiguió el 4%. El MST procedió de esa manera porque caracterizó que no sacaría nada de un frente donde el PO participó vigorosamente, y que era mejor iniciar su propia instalación en Medicina. Todo muy legítimo, pero extraño a la experiencia del activismo de la facultad. El interés de la secta predominó sobre los intereses de conjunto, y esto es, por lo menos, poco democrático.