Universidad

4/10/2007|1012

Elecciones de la UBA: Derrotamos al gobierno y las camarillas

Para Kirchner y Fernández que lo miran por tv

Durante la semana pasada, unos 150.000 estudiantes participaron de las elecciones universitarias de la UBA, donde se eligieron los representantes para el claustro estudiantil de los Consejos Directivos (elecciones obligatorias) y la casi totalidad de las comisiones directivas de los centros de estudiantes —sólo faltan votar en Ingeniería y Agronomía.


Lo que estaba en juego


A nadie se le puede escapar que, para el gobierno y las autoridades de la UBA, las elecciones universitarias de este año tenían por cometido zanjar el enfrentamiento político con la Fuba, que había girado en torno a la democratización de la Universidad. En el terreno de una elección obligatoria, que aseguraba la concurrencia de decenas de miles de estudiantes con un grado desigual de politización, las fuerzas del orden pretendían obtener resultados favorables decisivos, y poner fin de este modo a la supremacía política de la ‘izquierda arqueológica’ y ‘prediluviana’ que obstaculiza los planes de privatización y de arancelamiento pactados con el Banco Mundial y en el marco de la Organización Mundial de Comercio. Incluso más allá de esto, la victoria que buscaba el oficialismo pretendía ser también un golpe para los cuadros que en el Subte, en el Suteba, en el Hospital Francés, en la pesca de Mar del Plata y en innumerables fábricas, supermercados, hospitales y empresas recuperadas, están vinculados al proceso político que expresa la Fuba y oponen una resistencia tenaz a la política proimperialista de “reconstrucción de la burguesía nacional”. El oficialismo movilizó para este fin a todas sus fuerzas y recursos, incluidas las tentativas de fraude y el siempre valorado apoyo de los decanos ‘progres’ y de los pichones de ‘progres’. Se trataba de propalar el lunes siguiente a las elecciones de claustros y de centros, que el voto popular había demostrado el aislamiento y el raquitismo de la izquierda piquetera. Pero fueron por lana y salieron trasquilados. En la volteada cayeron los punteros de Alberto Fernández, los alcahuetes de Hallú y Sorín y los restos inmorales de Franja Morada —coaligados en la más espuria de las alianzas.


Derrota


Las camarillas de todos los colores, pero muy especialmente las ‘progres’, forzaron a las agrupaciones K y radicales a cerrar frentes en varias facultades para mejorar sus posibilidades contra la izquierda. En Filosofía y Letras, por ejemplo, el decano ‘progre’ Trinchero, auspició el frente entre los radicales y los K, lo cual no impidió que sufriera una derrota aplastante. Cosecharon un magro 13% y la izquierda se quedó con los cuatro consejeros.


En otras facultades pasó lo mismo. En Arquitectura, la facultad dirigida por el vicerrector ‘progre’ Sorín, éste jugó sus fichas a la lista de los radicales, que bajo la presión del decanato, hizo un frente con el ARI. Declararon que se proponían ganar la mayoría del claustro estudiantil del Consejo. Sin embargo, fueron derrotados; alcanzaron el 22% de los votos. Hubieran perdido incluso la minoría si no fuera porque Sorín impugnó la lista a un sector disidente de la Franja, para evitar una dispersión de votos.


Tanto en Arquitectura, como en Sociales y Veterinaria, la ‘novedad’ fue que las listas radicales y K se retiraron de la elección de los centros (voto voluntario) para deslegitimarlas, ante la evidencia de que iban a perder. Jugaron sus fichas a las elecciones obligatorias (a Consejo) y, desde ahí, armar centros paralelos financiados por las facultades. Pero para el éxito de esta operación era necesario obtener resultados contundentes, lo que no sucedió. En Sociales, donde la lista K ya había ganado las elecciones obligatorias lo volvieron a hacer pero gracias a toda clase de irregularidades, que le han hecho pagar un elevado costo político. En cambio, para el centro de estudiantes votó mucha más gente que el año pasado, unos 7.000 estudiantes, y el triunfo de Oktubre, encabezado por el PO, ha sido intachable. Incluso en las elecciones obligatorias hemos ganado las dos carreras principales, Sociología y Comunicación. En Veterinaria, la facultad del rector Hallú, la ofensiva contra la lista del PO y contra la Fuba involucró al conjunto de las camarillas, a las cátedras y a todo el aparato de la facultad. Sin embargo, triunfamos al Consejo, con casi el 50% de los votos, y al centro con casi el 70%.


El gobierno y las camarillas sufrieron una descomunal derrota política: la lucha de la Fuba, atacada rabiosamente desde todos los aparatos de la burguesía, fue ratificada por decenas de miles de votos; el operativo oficial concluyó en un fracaso. La izquierda logró retener la conducción de todos los centros que ya dirigía e incluso ha mejorado su posición allí donde la dirección se encuentra en manos de las agrupaciones ligadas al radicalismo y al rectorado. En lo que sucedió en Farmacia y, sobre todo, en Odontología. El gran derrotado ha sido nuevamente el kirchnerismo —simplemente, no logró ganar ningún centro y retrocedió en varias facultades.


Balance


El crecimiento de la izquierda en la UBA se remonta al final de 2001, cuando Argentinazo de por medio, un frente heterogéneo encabezado por listas independientes le ganaba a la Franja Morada y a la Alianza la conducción de la Fuba. Como consecuencia de las delimitaciones dentro de este bloque independiente, un sector se fue con el gobierno, y otro, el de la izquierda y especialmente el PO, progresó en forma sostenida, hasta ganar la mayoría de los centros.


Desde esas posiciones conquistadas el movimiento estudiantil ha desarrollado batallas de enorme valor. Por eso mismo en estas elecciones las camarillas universitarias y el gobierno nacional intentaron por todos los medios recuperar el control político y hasta físico de la principal universidad del país. La derrota de esta ofensiva, en un marco electoral que refleja, aunque deformadamente, a la sociedad argentina, muestra los puntos de apoyo que ha ganado la política obrera y socialista.