Universidad

14/4/2020

La situación de la Unsam, a un mes de suspendidas las clases presenciales

A un mes de suspendidas las clases presenciales, se ve que los problemas que afectaban a los estudiantes de la Universidad de San Martín se han agravado, como resultado del recorte en el presupuesto (ya que aún rige el de 2019) y las improvisaciones del gobierno y las autoridades en la implementación de la educación virtual.


A las dificultades en varias materias para aprehender los contenidos y la falta de internet o computadoras por parte de un sector del estudiantado, se suma un rápido crecimiento de la deserción, la sobrecarga de los docentes y -cada vez más acentuada- la incertidumbre frente a los exámenes y su modalidad.


En cuanto a la incorporación de los contenidos, hemos pasado de la sobrepoblación en las aulas la tendencia de las plataformas virtuales a sobrecargarse e incluso a colapsar por la cantidad de alumnos, como se ve con el “maldito” +Campus. La recomendación de las autoridades de reducir la carga horaria tiende a incrementar la carga de tareas y lecturas, mientras que se han reducido las ya escasas clases de apoyo (incluso tomando en cuenta las que daban las agrupaciones estudiantiles). Esto cuando el propio folleto difundido por las autoridades hace un mes (“Experiencias formativas para entornos virtuales, para equipos docentes”) reconoce que “la emergencia sanitaria no implica necesariamente que todes dispongan de más tiempo para estudiar ya que la convivencia con otras personas, y en muchos casos, estar al cuidado de ellas, modifica rutinas y horarios”, por lo que este incremento de contenidos y tareas –sumado a las demandas laborales de muchos- puede tener tres respuestas por parte de les estudiantes: no llegar y abandonar, llegar pero de forma superflua o llegar pero con un nivel elevadísimo de tensión.


La falta de computadoras y conectividad es otro factor que agrava las desigualdades existentes. Desde el 2 de marzo, cuando se constató el primer caso de coronavirus, la autoridades podrían haber distribuido las computadoras y tabletas que dispone, reabrir y aumentar las 663 becas de 1.900 pesos. Urge realizar un relevamiento de la situación de cada inscripto, su situación económica, acceso a internet y herramientas, para distribuir las que dispone la universidad, otorgar becas extraordinarias e instar al gobierno a aumentar las becas Progresar a 10 mil pesos.


El resultado de todo esto es que la deserción está pegando un salto. En el primer año de Ciencia y Técnica, en una materia clave el 70% de los inscriptos entregaba los primeros trabajos prácticos; ahora ese porcentaje es del 50. En materia de Humanidades hay casos en que solo el 55% de inscriptos participan de las clases virtuales. Se deben implementar las medidas necesarias para que ningún estudiante pierda la cursada por no poder participar.


Les docentes hacen un esfuerzo y dedican un tiempo extraordinario, rearmando el plan de estudio, pasándolo a videos, clases virtuales, powerpoints y demás –el folleto citado los insta, de hecho, a “entregas periódicas y devoluciones constantes”. Este sobreesfuerzo debe ser reconocido, no solo con agradecimientos, sino cumpliendo su reglamento de trabajo. Se debe otorgar licencias a quienes tienen personas a su cuidado y garantizar su formación de las nuevas herramientas, las horas extra o funciones excepcionales, deben ser consensuadas y con el correspondiente pago. Les docentes no pueden ser el chivo expiatorio. Frente a la inactividad de sus gremios, planteamos su organización con delegados por carrera para supervisar que se respete su contrato de trabajo.


En relación con los exámenes, que se van volviendo el centro de atención, el instructivo de las autoridades instaba también a les docentes a “explicitar todo esquema de trabajo, los plazos y la participación esperada, con más detalles aun que en las clases presenciales”, tirándoles el fardo de decidir cómo evaluar y buscar las herramientas para hacerlo -en estos 30 días, la gestión no informó nada al respecto. Ya empiezan algunos parcialitos y parciales, y aun no se sabe cómo serán los exámenes (criterios de evaluación y aprobación) en la mayoría de las materias. La posibilidad de “bochazos masivos” es el principal temor, más si tomamos en cuenta que los exámenes tendían a una serie de arbitrariedades a lo largo de las carreras, mostrando su cara más brutal en el ingreso. Por dar un ejemplo, en la escuela de Ciencia y Tecnología, les docentes eran instados a aprobar aproximadamente solo al ¡25%! de los cursantes. Planteamos que es necesario que se abra un espacio democrático para deliberar entre estudiantes y docentes buscando la mejor forma de llevar adelante los exámenes, sin pasar por encima de nadie, y a su vez, que se conformen comités de revisión de exámenes compuestos por docentes y estudiantes electos democráticamente.


En esta situación excepcional, el problema no es estrictamente la virtualidad, una tecnología particular aplicada a la educación, sino los responsables (autoridades y gobierno) de implementarla a toda costa, avasallando derechos de estudiantes y docentes e ignorando la crisis social que excede a la universidad. Por eso les estudiantes y docentes debemos tomar estos problemas en nuestras manos. La triplicación del presupuesto educativo está a la orden del día.


La defensa incondicional de todas las resoluciones del rectorado sobre la virtualidad por parte de la mayoría de los centros de estudiantes, sin debate alguno con los estudiantes, es una lavada de cara a las autoridades y al gobierno, que lo pagamos les estudiantes y docentes con peores condiciones de cursada. Los centros de estudiantes se han dedicado a embellecer la virtualidad y a tomar como suficiente la única medida tomada hasta ahora para los estudiantes que quedan por fuera: la liberación de datos móviles, que solo opera para las plataformas virtuales. Esta medida tiene su utilidad, pero sabemos que para todas las materias necesitamos buscar en internet, descargar libros, ver videos. Un estudiante sin internet no tiene solucionada la cursada por poder acceder al +Campus.


Hay que propiciar que crezca el debate entre les estudiantes y docentes sobrepasando las trabas que imponen las gremiales ligadas a las autoridades y el gobierno, traduciéndolo a la organización en delegados por carrera. En este sentido, desde la presidencia del Centro de Estudiantes de Ciencia y Tecnología impulsamos la convocatoria a asamblea general. Es necesario que les estudiantes y docentes tengan sus propios organismos de control con poder de veto. En esta perspectiva está empeñada La Caldera-UJS en cada escuela.