La Universidad de Córdoba capitula

La movilización de la ‘comunidad’ del Monserrat contra el ingreso de mujeres al colegio ha dado un nuevo salto. Sigilosamente, “la creación de una especie de Monserrat ‘femenino’, separado del edificio (del colegio), estaría siendo estudiada seriamente como alternativa a la resolución de la Universidad que dispuso el carácter mixto para el colegio” (La Mañana, 29/5).


La propuesta ya estaría en manos de monseñor Estanislao Karlic, presidente de la Conferencia Episcopal, ex monserratense y hombre clave en la relación de la jerarquía eclesiástica con el gobierno. Fue Karlic quien llevó el “pliego de reclamos” del clero, relativo a la regularización en el pago de subsidios, la apertura de la capacitación docente y el suministro de los fondos correspondientes, etc., a la última reunión del Consejo Federal de Educación, de donde salió con las manos llenas, luego de celebrar la ‘comunión’ con la Decibe y los ministros.


Esto significa que el clero —que se mantuvo en un segundo plano durante la primera parte de la movilización— ha tomado la cuestión en sus propias manos. Antes de conocerse el proyecto del ‘Monserrat femenino’, padres y profesores del colegio organizaron una sentada con numerosas alumnas de colegios católicos, para protestar contra el ingreso de mujeres al ‘histórico’ colegio.


Para la directora del secundario Lasalle de Córdoba, que no necesita presentación, “cada comunidad debe educar según su propio proyecto. Que la Universidad cree un bachillerato para mujeres … parece una manera práctica de zanjar el conflicto” (ídem). En la misma línea aparecen pronunciamientos de otros directores de establecimientos privados y ‘cartas de lectores’.


En la ‘lucha’ del Monserrat, el clero juega una batalla estratégica. Defiende un régimen de oscurantismo que es incompatible con el ingreso de mujeres y con la libertad. En el colegio, dice La Voz …, los pibes “se detienen ante el pequeño santuario, pasan una mano por entre las rejas, tocan la imagen de la Virgen del Monserrat y se persignan” (ídem). Pugna, además, por la supremacía y el control de la educación, o sea, el dominio de los centros de formación docente, de las trenzas profesorales y de los subsidios volcados a la ‘reconversión’ educativa. La resolución que habilita el ingreso de mujeres al Monserrat enfrenta el monopolio reservado hasta ahora en exclusividad a la trenza profesoral ligada a la jerarquía eclesiástica.


Que el clero actúe en función de sus propios objetivos reaccionarios no debe llamar la atención, pero sí la cantidad de aliados explícitos e implícitos que tiene esta nueva ‘cruzada’. El Senado está postergando la aprobación de un miserable proyecto de declaración en favor del Monserrat mixto. La burocracia sindical no ha sacado siquiera un comunicado de circunstancias; Franja Morada y el Frepaso, que se llenaron la boca con la ‘histórica’ resolución del Consejo Superior de la Universidad, asisten en silencio al vaciamiento de la medida. Estamos en las vísperas de una canallesca capitulación.


Está planteada una vigorosa campaña en la que profesores y estudiantes se movilicen por la inscripción inmediata de mujeres en el Monserrat y por el resto de reclamos urgentes: cursos de no más de 20 alumnos, defensa de la enseñanza técnica y de sus títulos actuales, subsidio a todo hijo de padre desocupado. No habría mejor debut para una coordinadora de estudiantes secundarios en Córdoba.