Universidad

11/7/1995|455

Trotskistas alfonsino-menemizados

Cualquiera sabe que a la hora de ofrecer la justificación de una posición contrarrevolucionaria, siempre aparece un morenista. Es lo que volvió a ocurrir en el Encuentro de Córdoba, la semana pasada.


El Mst no se limitó, en la ocasión, a oficiar como protagonista de un acuerdo a espaldas de los estudiantes. Además, proclamó “la (su) voluntad política de mantener la unidad de la FUA” (ver Voz del Interior, 9/7), como si para ello hubiera que reunir a más de mil estudiantes a centenares de kilómetros de su residencia habitual. La “voluntad política” que le faltó al Mst fue la de diferenciarse de Franja Morada, como lo revela la metodología alfonsinista del Encuentro y el contenido franjista del programa que fraguaron. La “voluntad política” de los liquidadores del Encuentro, llegó al extremo de no denunciar siquiera el “buchoneo” de Nieto, que entregó videos de los “violentos” a la policía. Los “trotskistas” del Mst lograron el milagro de intervenir en un Encuentro contra el proyecto de ley de enseñanza superior sin referirse siquiera una vez al clero, quizás porque una seudodeclaración de un cura cavallista referida a la deuda externa vale más que la completa clericalización de la educación, de la acción social, de las radios y TVs FM y de los aparatos sindicales. La misma posición asumieron los “duros” de Quebracho, los “combativos” de Patria Libre y también el Pts, campeón de la “jubilación privada”.


Pero el otro crimen del Mst fue aprovechar su presencia en Córdoba para saludar el golpe de Menem-Cavallo en Córdoba, que reemplazaron a un gobierno débil y terminado por otro completamente dependiente de ellos. El Mst tendrá que coincidir ahora con la burocracia sindical, como ya coincidió con ella (los Bazán, Pihen y Grahovac) en ocasión de la “tregua episcopal” de Primatesta, en la necesidad de darle una “tregua” al gobierno que traduce la “victoria popular”, nos referimos al de Mestre. Se trata de la segunda menemización del Mst, quien, como Mas, en 1989 saludó la renuncia de Alfonsín como una victoria popular. No aprendieron nada ni olvidaron nada.