Universidad
22/4/2020
Universidad de Córdoba: las “becas conectividad” y los problemas de la cursada virtual
Seguir
A un mes de iniciadas las clases, y tras constatarse un sinfín de problemas con la cursada virtual, el rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba ha establecido “becas de conectividad”.
La medida constituye, en primer lugar, una desmentida de los propios dichos del rector Hugo Juri, quien resolvió días atrás –a espaldas de la comunidad educativa, y sin responder a las demandas de los distintos claustros- continuar con las clases virtuales y no modificar el calendario académico, asegurando que ello permitía “que los estudiantes no vean sus trayectos académicos afectados por la cuarentena, y puedan avanzar con el cursado de sus respectivas materias”.
La resolución y las declaraciones que la acompañaron pretendían ocultar que en la actual situación de ajuste, recorte presupuestario y precarización, la cursada virtual se da en pésimas condiciones y, lejos de representar una salida, genera un cuadro de desigualdad e incertidumbre. Pero no se puede tapar el sol con la mano: rápidamente se constató la falta de conectividad de una importante masa de los estudiantes, al tiempo que se han debido suspender las mesas de mayo en muchas facultades.
En este escenario, con una modalidad que se desarrolla de manera precaria y desorganizada, degradando la educación y profundizado la brecha social entre estudiantes y la deserción, las becas lanzadas -tardíamente- distan de presentar una salida.
En primer lugar, porque a las mismas solo accederá una pequeña parte de quienes las requieran. Los requisitos para postularse son altamente excluyentes, al punto de que no podrán aspirar a las becas aquellos estudiantes que dependan de un grupo familiar con ingresos superiores a dos canastas familiares ($33.750), incluso cuando alguno de los miembros de la misma no haga aportes directos al postulante. De quienes puedan aplicar, la gestión hará una selección (cuya modalidad se desconoce) de quiénes van a acceder efectivamente al beneficio. Se excluye conscientemente a un sector del estudiantado, arrastrándolo a perder un año lectivo o directamente al abandono de sus estudios. Nada de esto ha sido denunciado por la Franja Morada y las agrupaciones ligadas a las autoridades, que salieron a aplaudir la medida.
La situación es más grave, además, si se tiene en cuenta el resto de problemas que surgen a raíz de la cursada virtual. Por un lado, el avance de la precarización y el incremento de las jornadas de la docencia, que fue convocada a desarrollar su labor en un escenario completamente distinto, sin ninguna garantía laboral. Por el otro, hay que tener en cuenta el mal funcionamiento de los dispositivos virtuales con los que cuenta la propia universidad, que ya veíamos de forma cotidiana los estudiantes en condiciones normales. La falta de presupuesto y de mantenimiento hace que la interacción por estos medios sea una odisea, por lo que los docentes buscan medios alternativos, lo que genera un cuadro de dispersión e imprevisibilidad, sumado a las serias dificultades de estos dispositivos para tomar exámenes.
Frente a los innumerables problemas que se desprenden de la cursada virtual es necesaria la deliberación independiente del movimiento estudiantil para poner en pie un programa de salida. Vamos por el aumento del presupuesto educativo para garantizar el buen funcionamiento de los dispositivos virtuales y condiciones de salubridad e higiene para el regreso a las clases presenciales. Que se otorguen licencias especiales a todos los docentes que en el nuevo contexto establecido por el confinamiento no puedan hacer frente al dictado de clases; que se garanticen las regularidades de las materias sin excepciones; que las gestiones otorguen equipamiento y condiciones de conectividad a todos los estudiantes y docentes que lo requieran; y por el incremento a 10.000 pesos de la beca Progresar. Que la pandemia no sea la excusa para seguir degradando nuestra educación.