“¿Mamá, sumar es lo mismo que multiplicar?”, pregunta el hijo mientras ella plancha, cocina unos garbanzos, atiende a la bebé que por suerte no llora demasiado, mira una laptop que anda para atrás para que no se le escape la hora en que debe dar clase, y se descarga por teléfono con una amiga del desangre salarial que el gobierno busca someter a la docencia.

Esa mujer-pulpo es la que encarnó formidablemente la actriz Natalia Badgen frente al Ministerio de Educación, en una performance organizada por la Asociación Gremial Docente de la UBA durante el paro de 48 horas de esta semana.

Guionada por Rocío Salgueiro y con realización audiovisual de Javier Cortiellas, la escena cobró vuelo entre la docencia, que sufre la degradación de sus condiciones de trabajo, pero también más allá, porque estos efectos de superexplotación derivados del teletrabajo son sufridos por una gran masa de la población trabajadora -y con doble peso sobre las mujeres, sobre las que de forma general continúa recayendo el grueso del trabajo doméstico.

Para cuando logra enganchar la señal que se le escapa, la docente comunica algo elemental al alumnado: “me estoy conectando para avisarles que estamos de paro, porque esto no da para más”. Así lo entendieron educadores y educadoras de 57 universidades nacionales, que se adhirieron a la medida para decir “basta” y reclamar contra la oferta de 0% de aumento del gobierno, por una recomposición salarial y sus condiciones de trabajo.

Un ejemplo tan bien realizado como claro de denuncia de la precarización y de cómo enfrentarla.