La educación universitaria pública, gratuita y de calidad como se la conoce en Argentina es una experiencia casi única en la región, razón por la cual la clase capitalista tiene un profundo interés en su arancelamiento, y misma razón por la que tantos jóvenes de distintos países de Latinoamérica migramos con el sueño de realizar una carrera universitaria, algo que en nuestros países resulta casi imposible.

El gobierno de Milei está llevando adelante un verdadero plan de guerra contra la clase trabajadora y contra la educación pública. El congelamiento presupuestario de este gobierno en medio de una inflación interanual del 276% pone a las universidades en una situación límite. Las mismas autoridades han manifestado la imposibilidad de seguir funcionando en apenas unos meses. Esta asfixia presupuestaria tiene como fin llevar a fondo una serie de reformas antieducativas y encaminarse a una privatización sin precedentes en el país.

En la llamada “Ley Ómnibus” se pretendía cobrar un arancel a los estudiantes extranjeros que no contaran con residencia permanente. Por otra parte se buscaba una mayor injerencia de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau), adecuando las carreras a las necesidades del mercado, con el objetivo de devaluar los títulos, trasladando gran parte de los contenidos a posgrados arancelados y obteniendo trabajadores con menor calificación abaratando los salarios y ahorrándose el gasto que implica una educación de calidad: win-win para la clase capitalista.

Si se hace un breve repaso por la historia reciente (y no tan reciente) del país puede verse que esto no es del todo novedoso. La dramática situación presupuestaria tiene lugar en una ya golpeada educación universitaria: múltiples problemas de infraestructura, poca oferta de bandas horarias, aulas superpobladas, docentes ad honorem o con salarios de pobreza, han sido moneda corriente bajo los últimos gobiernos.

Por otra parte, tanto la Coneau como la ley de la cual parte -la Ley de Educación Superior (LES) hecha en 1995 bajo el gobierno de Menem- no solo siguen las recomendaciones del Banco Mundial y el FMI sino que han sido defendidas por los sucesivos gobiernos y autoridades universitarias tanto radicales, como peronistas y kirchneristas. La Ley Ómnibus expresa el deseo de ir a fondo con estas acreditaciones, que no han podido ser ejecutadas a fondo gracias a la lucha estudiantil.

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El culpar a les migrantes de los problemas sociales que atraviesa la Argentina tampoco es algo exclusivo de Milei. Todos los gobiernos, con apoyo de los medios de comunicación, han instalado la idea de que somos los culpables de la falta de trabajo y el colapso del sistema educativo y sanitario y llevando a cabo distintas campañas xenófobas que buscan justificar estos ataques. Un contraste con las cifras desmiente rápidamente esas ideas: menos del 5% total de la población total es migrante, y apenas el 4% de la atención en hospitales públicos y de estudiantes de la universidad pública es a migrantes, un pequeño porcentaje cuya incidencia en el presupuesto es menor.

Así mismo, podríamos decir lo que distintas organizaciones han remarcado a lo largo de los años: que les migrantes formamos parte de la construcción de este país y contribuimos con nuestro trabajo y nuestra cultura al desarrollo de la Argentina, además de pagar impuestos. De hecho, muches migrantes son residentes que trabajan y sostienen el sistema público de salud (aún con malas condiciones laborales) y muches otres realizan estudios de posgrado, son docentes o investigadores de las universidades públicas.

La realidad es que les migrantes vivimos en la Argentina, tan simple como eso. Algunes vamos a la universidad, otres ocupamos las tareas más precarizadas y los trabajos más duros, la mayoría tenemos dificultades para alquilar por no tener recibos de sueldo o garantías propietarias, padecemos las demoras en la regularización documentaria y los trámites burocráticos y la inmensa mayoría sufrimos el deterioro generalizado de las condiciones de vida al igual que toda la clase trabajadora argentina.

El proyecto de arancelamiento de la educación universitaria a los extranjeros nos coloca nuevamente como chivo expiatorio. Culparnos del colapso en las aulas y la falta de bandas horarias es exculpar a todos los gobiernos y las autoridades de las universidades que ordenan y/o avalan el ajuste. Lo novedoso es que también nos coloca como caballo de Troya, ya que es una propuesta que en principio puede generar simpatía entre el estudiantado, que puede pensar que es una solución razonable y mirar con buenos ojos ese ingreso extra en una situación –como ya se dijo- dramática. Ese 4% no va a tener mayor incidencia en los problemas presupuestarios pero además servirá de excusa para extenderlo a otros sectores hasta llegar a una completa privatización de la universidad (quienes no aprueben determinada cantidad de materias por año o quienes cursen carreras “inútiles” según los parámetros productivos capitalistas, por nombrar algunos posibles ejemplos).

Un caso al que hay que prestar atención es el de Salta, cuyo gobierno provincial, aludiendo a la emergencia económica, empezó a cobrar un arancel a los extranjeros que se atiendan en el sistema de salud pública de la provincia. No podemos tener certeza de que las autoridades universitarias, que ya aplican el ajuste en sus propios términos y nos hacen cursar a oscuras, no se planteen ir hacia los estudiantes extranjeros como otra de las “pautas para afrontar la emergencia presupuestaria”.

“Estudiantes migrantes en lucha”

A partir de la escalada xenófoba alentada por este gobierno, desde la Unión de Juventudes por el Socialismo pusimos en pie una comisión de estudiantes migrantes, con el fin de discutir y organizarnos. De los ricos encuentros, debates e intercambios surgió Estudiantes Migrantes en Lucha, un espacio de estudiantes migrantes de distintas carreras y universidades en CABA. Nos ocupan y preocupan los problemas que atraviesa la universidad, pero no somos ajenos a las trampas en que nos quiere meter el gobierno, poniendo a trabajadores en contra de trabajadores. La culpa de todos los problemas de Argentina no la tiene el movimiento piquetero o los trabajadores estatales, o los artistas o los migrantes, sino la clase capitalista y todos los que nos han gobernado.

Los migrantes sabemos de primera mano lo que es la imposibilidad de formarnos profesionalmente en nuestros países, con aranceles millonarios en las universidades privadas y universidades “públicas” con miles de restricciones en el acceso. Es ahora el momento de unirnos al movimiento estudiantil que empieza a organizarse. En la marcha federal universitaria del 23 de abril tenemos una primer e importante parada.

La historia nos llama, seamos miles en las calles y multipliquemos la llama de la rebelión. Que la lucha que estamos librando en defensa de la educación pública, gratuita y de calidad sea un faro para el movimiento estudiantil de América Latina.

https://prensaobrera.com/politicas/rebelion-universitaria

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