Ambiente

27/7/2021

Bajante histórica del Paraná: ¿el decreto de emergencia hídrica es una salida?

Desmoronamientos de costas, dificultades en la captación de agua de las plantas potabilizadoras, alteración de la navegabilidad y merma en la producción de electricidad.

La bajante del Río Paraná ya ha superado el récord de 1944, y continuará durante los próximos tres meses. Esto está ocasionando desmoronamientos de costas, dificultades en la captación de agua de las plantas potabilizadoras, alteración de la navegabilidad y merma en la producción de electricidad.

El fenómeno está enmarcado en la crisis climática, cuya expresión es el incremento de eventos extremos en todo el mundo. Es, por un lado, la consecuencia de una sequía que se instaló los últimos dos años, y por el otro el resultado de un sistema de producción basado en la destrucción de la naturaleza, la falta planificación de los usos del suelo y un crecimiento anárquico de las ciudades, en todos los países que componen la Cuenca del Plata.

El Río Paraná recorre Brasil, Paraguay y la Argentina a lo largo de sus casi 5.000 kilómetros. Procesos extensos de evaporación y precipitación en zonas selváticas crean áreas de baja presión que atraen constantemente el aire húmedo del océano, de estas lluvias se nutre la cuenca. Este proceso se ve limitado como consecuencia de los millones de hectáreas de bosques depredados. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, en el primer tramo del siglo XXI Brasil ha perdido el 8% de la Amazonía, y, según el Global Forest Watch, el Pantanal paraguayo perdió seis millones de hectáreas. En el mismo lapso, en Argentina se malograron unos 14 millones de hectáreas en las provincias de Salta, Formosa, Santiago del Estero y Chaco, como consecuencia de la deforestación y las quemas.

Otro aspecto que afecta al Río Paraná es la navegación fluvial intensiva que genera el sobredragado del río, que aumenta la velocidad del agua y genera un fuerte oleaje que también afecta las costas. Además, la construcción en humedales y en el valle de inundación trae como consecuencia desmoronamiento de costas, como el derrumbe en la costanera de Rosario ocurrido en la madrugada del viernes 23.

La gran bajante tiene comprometida la navegación comercial, dado que existen puertos que no pueden operar normalmente. Los barcos cargan parcialmente sus bodegas con los granos y derivados de oleaginosas y completan su carga en Quequén, Bahía Blanca o en Montevideo. Incluso mucha carga va directo en camión y sale por el puerto de Santos, Brasil.

Asimismo, ha perjudicado a las plantas de generación de energía. Yacyretá opera al 50% de su capacidad (de 20 turbinas solamente operan 12), el caudal medio histórico es de 16.000 m3/seg y ahora ronda los 7000 m3/seg. También existen problemas operativos en centrales térmicas como Vuelta de Obligado, San Martín y San Nicolás. La Central Termoeléctrica de Vuelta de Obligado de 250 MW, en la localidad santafesina de Timbúes, es la planta que tiene más riesgo de perder generación si el caudal del Paraná continúa bajando. Por su parte, la operación de las centrales nucleares Atucha I y II, instaladas en el partido bonaerense de Zárate, podría complicarse si persiste la caída del nivel del río, dado que usan el agua para operar y refrigerar -de hecho se contrató una draga para garantizar la disponibilidad del agua.

Pero el gobierno, en vez de atender a estos problemas, se preocupa en realidad por salvar la concesión privada de la Hidrovía tras el vencimiento de la licitación, lo que beneficia al conglomerado de puertos privados de grandes exportadoras que recurren a la evasión fiscal con la subfacturación de sus ventas, el contrabando y la consecuente fuga de divisas. Es además zona de todo tipo de transporte ilegal como, por ejemplo, la trata de personas o el narcotráfico.

Ahora el Ejecutivo decretó la emergencia hídrica como una medida meramente financiera para paliar la situación de grandes sectores patronales, sin abordar ninguna de las causas de este fenómeno ni responder a los graves perjuicios de las poblaciones costeras y quienes viven del río (mediante actividades como la pesca). Es necesario reconvertir todo el complejo exportador que se asienta sobre el Paraná, nacionalizar todo el comercio exterior, incluyendo los puertos y las actividades de dragado, balizamiento y logística del Paraná y de todos los ríos navegables. A su vez, urge planificar el desarrollo de las ciudades en lugar de estimular la especulación inmobiliaria, evitar las grandes obras de trasvasamiento entre cuencas para el abastecimiento de agua y tendido de cloacas, proteger los humedales y planificar el dragado acorde a la preservación de los ríos y sus costas. Es un horizonte que requiere afectar los intereses capitalistas para reorganizar sobre nuevas bases sociales la economía nacional, que hoy tiene al Río Paraná como columna vertebral del saqueo del país.