Alberto Fernández convocó a una mesa política nacional del Frente de Todos, para definir entre sus distintas alas “las reglas electorales” de la coalición de gobierno. Pretende mostrar que a pesar de las disputas internas no está en juego la unidad del frente oficialista de cara a las presidenciales. El kirchnerismo plantea que el espacio también discuta el rumbo oficial, en una maniobra para insistir en desligarse del ajuste en curso. La realidad es que eso se define en otra mesa, en la que se sentaron los enviados del Fondo Monetario Internacional que llegaron a la Argentina para un nuevo examen del cumplimiento del programa. Massa descuenta que “sobrecumplieron” las metas, y para eso contaron con la colaboración de los funcionarios que reportan a Cristina Kirchner. Son reflejos de las dificultades para seguir avanzando y no perder las elecciones en el intento. La oposición advierte sobre la “bomba” de la deuda en pesos, incentivando una corrida que opera como presión extra para que el peronismo haga el trabajo sucio de un ajustazo mayor.
Un congreso abierto del FIT-U pondría de relieve la superioridad del métodos de los socialistas respecto de las “mesas” del FdT y JxC, y sería un ámbito para procesar las divergencias dentro de la izquierda, e impulsar las luchas obreras y promover la construcción de una alternativa política de los trabajadores.