Ambiente

6/3/2023

Brasil aprueba el trigo transgénico HB4

Esta promoción al agronegocio contaminante refuta el discurso “ambientalista” del gobierno de Lula.

Trigo HB4.

La Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio) y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Brasil, aprobaron recientemente la siembra e importación de trigo transgénico HB4. El visto bueno al cereal modificado, que tiene la característica de resistir al estrés hídrico, fue a pedido de la empresa local “Tropical Melhoramento e Genética”, que está asociada a la firma argentina Bioceres.

En el país carioca ya existía una autorización para importar harina de trigo. Ahora, después de Argentina, se ha convertido en la segunda nación del mundo en otorgar un permiso de este tipo para habilitar la siembra de trigo transgénico HB4. La medida echa por tierra la demagogia ­“verde” con la que el presidente Lula inició su tercer mandato: su supuesta preocupación por revertir la depredación ambiental en general y la de la región Amazónica en particular, generada por su predecesor Jair Bolsonaro.

Ocurre que Brasil viene aumentando su producción triguera y también la destina a la exportación. La tecnología “le servirá para expandir la frontera del cereal”. Por otro lado, tiene el objetivo de ir reduciendo la dependencia del grano argentino; en 2022, Brasil sembró con trigo 3,9 millones de hectáreas, un 12,8% más que los 2,74 millones de 2021. El rinde de la cosecha de trigo creció un 22%, tras subir de 28,3 a 34,20 quintales por hectárea. La producción brasileña del cereal trepó en la última campaña hasta un récord de 10,55 millones de toneladas, un 37,4% por encima de los 7,68 millones recolectados en 2021, según datos de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), dependiente del Ministerio de Desarrollo Agrario de Brasil (La Nación Campo, 3/3).

Festeja Bioceres

El pulpo semillero argentino Bioceres ya se frota las manos, afirmando que la política implementada en Brasil le abre el mercado de ese país a su tecnología y que también allana el camino para la comercialización en Argentina a través de canales distintos al HB4, de identidad preservada.

Bioceres indicó que la liberación en territorio brasileño le permitirá, además, acelerar su colaboración para desarrollar nuevas variedades de trigo subtropical. De acuerdo con la empresa, el trigo HB4 permite adaptar las cosechas a un clima más extremo, ofreciendo un aumento del rendimiento de más del 40% en entornos con sequías. A su vez, indica que el trigo transgénico ya ha sido aprobado para su uso en alimentos y piensos (ración para el ganado) en Estados Unidos, Colombia, Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica, Nigeria e Indonesia. Asimismo, las entidades patronales del sector en Brasil, agrupadas en Abitrigo, afirmaron ser “favorables a los desarrollos innovadores que pueden traer beneficios a la salud y la seguridad alimentaria de los brasileños” (La Información, 4/3)

Por otro lado, la noticia disparó las acciones de Bioceres, que cotiza en la Bolsa de Nueva York. En la jornada del viernes 3 de marzo, su acción rondaba los US$11,86, una suba del 2,91% con respecto a la jornada anterior. Lo que festejan Bioceros y las corporaciones semilleras es perjuicio para el pueblo trabajador argentino y las comunidades que luchan contra los agrotóxicos y los transgénicos, toda vez que a los cultivos de este cereal se les aplica glufosinato de amonio, un herbicida quince veces más fuerte que el glifosato. O sea, aumentan la presión para la expansión de la siembra del trigo genéticamente modificado, lo que ha venido de la mano del arrasamiento de bosques y pastizales, o de la ruina de los suelos y cursos de agua, que están casi secos ya que el cereal se adapta a esos ambientes. Para colmo, el trigo es un alimento clave en las mesas argentinas, por lo que llegará genéticamente modificado (se usó glufosinato de amonio) a los platos de las familias obreras. Y, seguramente, todo esto incidirá en los precios, en medio de una inflación que no da tregua.

¿Y en Brasil?

Lo del país vecino es elocuente. El estrenado tercer mandato de Lula fue precedido de una intensa campaña electoral donde uno de los caballitos de batalla del presidente fue la problemática del cambio climático y de la selva Amazónica (factor fundamental en la mitigación del calentamiento global). De hecho, recientemente Lula se reunió con su homólogo norteamericano Joe Biden para ratificar el alineamiento político del Brasil bajo el ala del imperialismo yanqui con la cobertura demagógica del “capitalismo verde”, cuyas acciones para revertir la crisis del clima no dejan de ser una excusa para intervenir más sobre los territorios y sus recursos.

Desde las páginas de Prensa Obrera vinimos advirtiendo sobre la farsa del discurso ambientalista del flamante gobierno lulista. Más allá de que este mostró como un triunfo del movimiento de lucha las designaciones de Marina Silva y de Sônia Guajajara al mando de los ministerios de Ambiente y de Pueblos Originarios, respectivamente, preserva una orientación de fondo de promoción del agropower, con la designación de Carlos Favaro como titular del Ministerio de Agricultura. Favaro es un representante de las asociaciones empresarias sojeras. Por eso, la sola medida del trigo transgénico (en esta línea también se implementarán otras) echa por la borda cualquier atisbo de progreso en materia ambiental o de intentar revertir la degradación. Al contrario, esta política significa más desmontes, incendios, y masacres de pueblos indígenas que protegen la selva para ampliar la frontera agropecuaria y así agravar el cambio climático. Al igual que en Argentina, tampoco el gobierno de Lula garantizará una alimentación adecuada para los trabajadores brasileños, porque privilegia incrementar la tasa de beneficio de la burguesía del agro con carestía y a costa de la salud de la población y de la naturaleza. Por el momento, no se han escuchado declaraciones de las ministras Silva y Guajajara. Lo mínimo que se les podría pedir es que rompan con el gobierno.

Organizarse de manera independiente

Lo del trigo HB4 es un botón de muestra de lo que representan los llamados gobiernos de centroizquierda o nacionales y populares. Esto debe servir de lección para un sector de las organizaciones ambientales que celebraban fervorosamente los nombramientos de funcionarias provenientes del feminismo, indigenismo, etc. Imposibles serán los avances en los aspectos mencionados con gobiernos totalmente serviles al gran capital, represores, y peones del ajuste y las privatizaciones. Estos gobiernos representan políticamente a un régimen de depredación ambiental.

La única salida posible es la organización de un frente único e independiente que luche, sin ataduras a los gobiernos y los partidos patronales, por derrotar la depredación capitalista del ambiente.