Ambiente

25/6/2020

Cabandié reincide en el aval al fracking, el glifosato y la precarización de los recolectores de residuos

Sobre los dichos del ministro en la conferencia "Ambiente, Pobreza y Desarrollo" brindada en la UNLa.

El ministro Juan Cabandié reiteró, en el marco de la conferencia “Ambiente, Pobreza y Desarrollo” brindada en la UNLa con autoridades de esa casa de estudios, declaraciones en favor del fracking, la megaminería, el agronegocio, la deforestación y el saneamiento ambiental.


El gobierno de Alberto Fernández tiene una clara política de continuidad con el cauce depredatorio y entreguista de los recursos naturales del país a los grandes pulpos. Las actividades que tomó como centrales para la recolección de dólares para el repago de la deuda al FMI y a los bonistas (megaminería, Vaca Muerta y el monocultivo de soja) le han significado un completo fracaso.


Respecto a Vaca Muerta, Cabandié sostuvo que “no digo que haya que cerrarla pero sí tengo la obligación de alertar sobre el fracking”. Sin embargo, no se le conoce al ministro ningún planteo en el gabinete nacional que refrende esa alerta, mientras continúa la política nacional de favorecer a los pulpos petroleros que allí operan, como el barril criollo.


Con el tema agronegocio, sus declaraciones no tiene desperdicio: “la soja permite el ingreso de divisas, pero utiliza glifosato que daña la salud. Y esta no es una discusión campo versus ciudad, sino que es algo que lo determina la ciencia. Entonces decir que el glifosato trae problemas de salud es ir en contra de ciertos intereses y eso me valió que varios portales hablaran mal de mí y hasta me amenazaran de muerte”. Todo esto lo dice cuando no solo no limita el uso indiscriminado de agrotóxicos, sino que habilita su producción en el país. “Hablar de glifosato es ir contra ciertos intereses. En poco tiempo Europa va a dejar de comprarnos carne porque el ganado está en zonas donde se fumiga con glifosato, y lo mismo ocurre con el trigo y la soja”. Esos son los intereses que defiende su gobierno, los de grandes capitalistas y no la salud de la población.


La deforestación, otro asunto que le compete directamente a su cartera, sigue su curso. Nada dijo del tema, a pesar de las denuncias de que entre el 15 de marzo y el 15 de abril, en el marco de la cuarentena, se desmontaron 6.565 hectáreas. Tampoco se hizo cargo del reclamo para que se giren los fondos presupuestarios le corresponden a cada provincia para proteger los bosques, ni de las recategorizaciones que impulsan los gobernadores para favorecer el agronegocio ampliando terriblemente la frontera agropecuaria.


Cabandié habló sobre la importancia de la encíclica papal Laudato Sí de 2015, que según él “marcó un antes y un después, porque fue más allá del ámbito eclesiástico y sirvió de preámbulo para el Acuerdo de París firmado a fines de ese año, donde los países expresaron la necesidad de modificar prácticas productivas”. Puro bla-bla, porque ni siquiera llegó a entrar en vigencia ese acuerdo.


Al ser consultado sobre la gestión de residuos, dijo que “el tratamiento de los residuos no ha sido una política nacional, porque depende de cada municipio. Pero tenemos que coordinar actores porque los residuos son fuente de recursos y empleo. Hay que poner este tema en debate, especialmente para las personas más humildes que viven cerca de los 5.000 basurales a cielo abierto que tenemos en el país”. Es toda una confesión, porque reivindica la inexistencia de una política de Estado para el saneamiento urbano, y que la tarea sea llevada adelante mediante trabajo precario por parte de los cartoneros. Reincide así en la perfidia de adjudicarle a la desocupación y la pobreza el carácter de una política ambiental.


La crisis ambiental no necesita ministros que declamen sus buenas intenciones, necesita acciones concretas y urgentes. Sólo la acción y organización independiente podrá parar la depredación capitalista del ambiente.