Ambiente

3/5/2022

China aprueba la soja transgénica HB4 de Argentina, augurio de más agrotóxicos

El pulpo Bioceres festeja, pero para el país solo implica más agronegocios contaminantes.

La variedad HB4 es resistente al glufosinato de amonio.

Ya con el antecedente de la aprobación por parte de Brasil del trigo transgénico HB4 el año pasado, ahora el pulpo biotecnológico Bioceres celebra que la soja transgénica HB4, presentada como resistente a la sequía, fue aprobada recientemente por China. El desarrollo es elaborado en conjunto con la Universidad Nacional del Litoral y el Conicet, y su producción a escala de comercialización implica la utilización de agrotóxicos más nocivos que el glifosato que se emplea hoy con graves consecuencias para la salud.

La empresa indicó que “la soja tolerante a sequía fue aprobada en 2015 por Argentina y luego también por los países de mayor producción mundial de este cultivo, incluyendo Estados Unidos (agosto 2019), Brasil (mayo 2019), Paraguay (2019) y Canadá (2021)” (Ámbito Financiero, 2/5). Dichos países representan el 85% de la producción mundial de soja. Pero la soja HB4 aguardaba para su comercialización el visto bueno de China, que es el principal destino de exportación, motivo por el cual hasta ahora Bioceres venía sembrando bajo un mecanismo de “identidad preservada”, es decir aplicando protocolos que garanticen que la producción no se comercialice ni se mezcle con otras variedades autorizadas.

Los directivos de la compañía ya se frotan las manos manifestando, y la euforia no es para menos. En el mercado bursátil la acción de Bioceres llegó a subir hasta un 26% cerca del mediodía del pasado viernes 29 abril, al oficializarse la noticia de que China aprobó la soja transgénica HB4 (ídem).

Estás novedades con respecto a la modificación genética de soja implica un paso hacia una carta blanca en el uso de agrotóxicos más dañinos. Estas variaciones genéticas son resistentes al glufosinato de amonio, un producto químico que se estima que es quince veces más nocivo que el glifosato. A juzgar por lo ocurrido con el flamante trigo HB4, esto ni siquiera deriva en mejores rindes.

Otros efectos previsibles de la expansión sojera son el avance de la frontera agropecuaria y la mayor ruina de los suelos y cursos de agua, que son la causal de sequías más prolongadas. Esta “adaptación” al cambio climático a base de monocultivos sin rotación (algo que permitiría la regeneración natural de la tierra la y preservación de sus nutrientes) augura entonces consecuencias catastróficas, como ya vemos con los incendios o las bajantes severas de ríos y lagunas que afectan a amplias zonas del país.

Es muy grave el rol de las universidades nacionales y el Conicet al servicio de los pulpos de la agroindustria y los laboratorios. Al igual que con otras actividades extractivistas como la megaminería, los centros de investigación públicos reciben fondos de empresas para “financiar” proyectos, lo cual en momentos de ahogo presupuestario abre la canilla para que las camarillas que dirigen las altas casas de estudios conviertan a las mismas en consultoras o prestatarias de las grandes compañías nacionales y multinacionales, en vez de estar al servicio de las mayorías trabajadoras y populares para contribuir al bienestar de estás.

Lancemos una fuerte campaña contra la soja y el trigo genéticamente modificados, en especial en las universidades. Promovamos el debate y organicemos un plan de acción en las asambleas socioambientales de todo el país.