Ambiente

3/3/2024

Contra Bullrich y en defensa de la Meseta de Chubut (y sus guanacos)

Una respuesta al artículo del periodista Ricardo Bustos "Patricia Bullrich y los guanacos"

periodista, ex candidato a diputado nacional del FITU

“La meseta no es zona de sacrificio”

Las recientes declaraciones de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich sobre Chubut, en el marco de la crisis política entre el gobernador Ignacio Torres y el presidente Javier Milei, generaron una enorme polémica. Textuales: “Desde la costa hasta la montaña [Chubut] tiene todo tipo de minerales y no vive nadie, hay nada más que un millón de guanacos”. Y como muchas veces ha sucedido en la historia de la lucha de los pueblos, el agravio de Bullrich se transformó en bandera: las redes sociales de las y los chubutenses se llenaron de memes y fotos de guanacos.

El periodista chubutense Ricardo Bustos publicó este miércoles 28 de febrero una columna de opinión en el portal “abc Diario” titulada: Patricia Bullrich y los guanacos. El artículo ensaya una defensa de los dichos de Bullrich y apela a varios argumentos del discurso megaminero en Chubut.

Vamos a polemizar con cuatro ejes presentes en la columna de opinión de Bustos.

Cabe destacar que Bustos es conocido por ser un abierto representante de los intereses de las mineras. No lo oculta, de hecho presenta abiertamente en sus perfiles de redes sociales su labor como relacionista público de la minera canadiense Panamerican Silver, propietaria del famoso “Proyecto Navidad”, en plena Meseta de Chubut, puntualmente en los departamentos de Telsen y Gastre.

Invisibilizar a los invisibilizados y el lugar común del empleado público

El escritor Martín Caparrós, parafraseamos, ha dicho que a los desaparecidos de la última dictadura cívico-militar se los desaparece dos veces si al mencionarlos, por ejemplo cada 24 de marzo, no se recuerda quiénes eran y por qué luchaban. Bustos dice en el primer párrafo de su escrito: “Los dichos de la ministra de seguridad de la Nación Patricia Bullrich levantaron una serie de rechazos en Chubut de tal magnitud que prácticamente no hubo dirigente político que no repudiara su breve pero intensa aseveración sobre un tema altamente controversial en la provincia que desnuda el despoblamiento y la precariedad extrema en que viven los habitantes más pobres e invisibilizados de Chubut, a saber: los habitantes de la Meseta. Una Meseta rica en recursos minerales que pocos conocen pero de la cual muchos hablan desde la comodidad de las grandes ciudades y desde la seguridad de un empleo público”. Más adelante, con más poesía, refuerza: “como si los habitantes de la Meseta necesitaran de un chubutense empleado público que viviendo desde la comodidad de una gran ciudad tuviera más derecho a desarrollarse que los invisibilizados habitantes pobres de la región más pobre de Chubut”.

Bustos aquí hace exactamente lo mismo que critica: invisibiliza a los invisibilizados. Eso es lo que hace al negar las múltiples expresiones de resistencia a la megaminería que se han llevado adelante a lo largo de la historia reciente por parte de quienes habitan la propia Meseta.

Han sido comunidades mapuche-tehuelche de la Meseta (reconocidas por el propio Estado provincial y relevadas en la Ley 26.160), como Mallín de los Cual, Los Pinos, Chacay Oeste y Laguna Fría, Lefimi y El Escorial, Taquetren, Lagunita Salada, Cerro Bayo y Gorro Frigio, Yala Laubat, y Ñuke Mapu, las que presentaron en mayo de 2021, con temporal éxito, un amparo en la justicia frente al proyecto impulsado por el exgobernador Mariano Arcioni, el 129/2021 (que en diciembre de 2021 fue la ley de zonificación minera), por no cumplir con el Convenio 169 de la OIT, de rango Constitucional y provincial, que plantea “el derecho de consulta y participación indígena, que debe ser previa a la creación  de medidas legislativas o administrativas”.

En Gan Gan, también plena Meseta, se ha realizado en más de una decena de oportunidades, todos los años en el mes de diciembre, la Feria de Actividades Productivas, que nuclea a productores y emprendedores de Gan Gan que rechazan la actividad megamineria.

En Yala Laubat, una pequeña localidad ubicada en el departamento de Gastre que históricamente ha tenido problemas por escasez de agua potable, se protagonizó una heroica resistencia a la instalación de un pozo de agua por parte de las mineras. Sus habitantes prefirieron la sed a tener agua por obra de las mineras. Curiosamente, fue el actual gobernador Torres, entonces senador, el que protagonizó un papelón, también, al intentar atribuirse la puesta en marcha de un pozo de agua, hecho negado como “fake news” por los propios pobladores.

No vamos a negar que existan habitantes de la Meseta a favor del avance de los proyectos mineros. El lobby y el poder económico ilimitado de las mineras que hecho un trabajo paciente. Pero Bustos pinta lo que no es: en Chubut, no sólo desde “las grandes ciudades”, sino también desde la Meseta, se dice #NoEsNo.

Y le recordamos a Bullrich que dice que la Meseta es “una planicie donde no hay nada”: Los Altares, Paso del Sapo, Hostena, Gan Gan, Garayalde, Las Plumas, Telsen, Aldea Apeleg, Pasto Blanco, Los Tamariscos, Las Pulgas, Buen Pasto, Sierra Nevada, Aldea Beleiro, El Canquel, El Sombrero, Lagunita Salada, Sierra Colorada, Corcovado, Río Pico, Carrenleufú, Aldea Escolar, Lago Rosario, Putrachoique, Foyel, Aldea Epulef, El Cóndor, Las Chapas, Colelache, El Porvenir, Cushamen, Sierra Chata, Fofo Cahuel, Talagapa, Chasicó, Chacay Oeste, Bajada del Diablo, Bajada Moreno, Sierra Rosada, Las Tijeras, El Hunco, Sierra Ventana, Sacanana, José de San Martín, Mirasoles, Paso de Indios, Río Senguer, Río Mayo, Pósito Quichaura, Colan Conhué, Gobernador Costa, Facundo, Tecka, Gualjaina, Cajón de Ginebra, Dolavon, 28 de Julio.

La nada no tiene tantos nombres.

En segundo lugar, Bustos señala en el párrafo referido que “muchos hablan desde la seguridad de un empleo público”. Es decir, que quienes se oponen a la megaminería en Chubut son todos trabajadores estatales. Más allá de lo absurdo de bajarle el precio a la protesta, por ejemplo de un docente o de un trabajador de la Salud, esto es falso de toda falsedad. Como hemos documentado extensamente en el libro “No fue no. Una crónica del Chubutazo”, al que se puede acceder aquí, la pueblada de diciembre de 2021 involucró de manera transversal a la comunidad chubutense. De hecho, en la derrota de la ley de zonificación fue decisiva la intervención obrera de la pesca (trabajadores de empresas privadas como marineros, estibadores, procesamiento, etc) que paralizaron los puertos y cortaron rutas. Los camioneros se negaron a oficiar de patotas, “andá vos” le decían a sus dirigentes burócratas. Los empleados de comercio de La Anónima abrieron las puertas del supermercado en Rawson para que los vecinos se resguarden de la brutal represión policial. Los obreros de Aluar participaron en las marchas de Puerto Madryn. En las peluquerías de Rawson se negaron a atender a los diputados que habían votado a favor de la ley de zonificación. Abundan estos ejemplos. De las masivas movilizaciones, de las asambleas y de las diferentes acciones de lucha, participaron todo tipo de trabajadores.

“Metáfora”

La defensa de Bullrich por parte de Bustos también se fundamenta en sostener que lo de la ministra fue “una metáfora”.

Dice Bustos: “Hay un recurso literario y lingüístico llamado “metáfora”. Bullrich utilizó en clave televisiva, con pocos segundos para poder graficar su opinión, una “metáfora” que todo aquel que conoce lo que una metáfora es, claramente comprendió lo que Bullrich quiso decir de un modo breve y figurado (…) Sin embargo, intuyo que cualquier persona que haya aprobado el nivel medio de la educación pública debería estar en condiciones de comprender el sentido figurado que tiene la utilización de una metáfora en medio de una argumentación”.

La historia argentina ha demostrado que una metáfora puede ser el nombre de genocidios. ¿Fue, Bustos, “La Campaña del Desierto” también una inocente metáfora del general Roca? El escritor y ensayista David Viñas en el libro “Indios, ejército y frontera” se preguntó si los pueblos indígenas de la Patagonia no habían sido los desaparecidos de 1879. Bullrich, de patricio apellido, es una destacada heredera de esta tradición de negación simbólica de pueblos enteros, que luego se materializa en destrucción física. Los discursos no son inocentes. No considero que lo de Bullrich fuera metafórico, tampoco “una burrada”, como se ha dicho en el mejor de los casos conociendo su historial, es un discurso con una intencionalidad determinada, de la cual se desprende toda una política de represión, depredación y saqueo. Es en la negación de las comunidades de la Meseta y en la inmediata afirmación de los guanacos como plaga, que Bullrich generó, sin quererlo, un meme rebelde.

Hablando de desapariciones y negaciones: ¿El “se ahogó” de Santiago Maldonado también será una metáfora bullricheana?

Alternativas

Finalmente, está el cuarto elemento que coloca Bustos, el corazón de su planteo y el más interesante como pie para profundizar el debate sobre alternativas productivas. Bustos señala: “Desde hace 70 años los habitantes de la Meseta Central de Chubut huyen de allí porque las actividades económicas que allí se practican no ofrecen oportunidades de desarrolllo, progreso y bienestar”. Tras esta idea, el artículo en cuestión menciona una serie de datos numéricos que efectivamente dan cuenta de un decrecimiento poblacional. “Según datos del INDEC en 1947 Gastre y Telsen tenían 3.361 y 2.708 habitantes respectivamente. El censo de 2022 señaló que los habitantes de ese departamento son 1.327 para Gastre y 1.681 para Telsen. En 75 años esas localidades perdieron 61% y 38% de sus vecinos respectivamente”. Además (y por esto aparecen los guanacos en este relato, y esto lo explica Bullrich en una posterior a la polémica) sugiere que es por la baja productividad ovina que los guanacos proliferan masivamente.

Bustos adorna con números un argumento absurdo: ¿Es por la no-llegada de la minería a gran escala a la Meseta que la población allí decrece y que hay pobreza?

Refuerza esta posición así: “Por suerte el petróleo de Chubut se descubrió en 1906 y por unos años más nos seguirá dando de comer. Si el petróleo se hubiera descubierto en 2020, ni la política ni la sociedad chubutense se hubiera animado a explotarlo, todo en beneficio de un falso ambientalismo. Eso fue lo que dijo Bullrich ayer con una metáfora tan breve como tan criticada. En la Meseta viven más guanacos que personas y esas personas son pobres de pobreza extrema”.

Para Bustos es así, con minería en la Meseta crecería la población, el trabajo y el bienestar. Con esa maniobra oculta que es por el “abandono” adrede de los gobiernos y por una direccionada política de Estado (vaya si Chubut no ha demostrado de la mano del gobierno de Arcioni que el Estado representa los intereses de los capitalistas) que no se generan mejores condiciones de existencia en los territorios. Para luego someter a la población a la siguiente extorsión: “Si querés rutas, infraestructura, servicios, etc, va a ser de la mano de la llegada de capitales extractivos, que generan riqueza, desarrollo y el bienestar, bajo forma de derrame”. En Chubut el Estado ha estado “presente”, represión mediante, para imponer la megaminería como única y exclusiva alternativa productiva en la Meseta. Es interesante que los estudios de impacto ambiental realizados a instancias de las propias mineras han dado cuenta de la existencia de acuíferos en la llamada Cuenca del Sacanana, es decir en la propia Meseta (para profundizar citamos este artículo de noalamina.org, el portal de la asamblea del No a la Mina de Esquel). y a la vez sostuvieron durante su militancia de la ley de zonificación minera, como argumento “a su favor”, que dicha Cuenca no tiene conexión subterránea con el río Chubut, algo científicamente discutido, pero con lo cual confirman el potencial contaminante de la actividad: Sería: “si se contamina el Sacanana no pasa nada, el Río Chubut está a salvo”.

En primer lugar, la extorsión “minería o nada” oculta el efecto devastador en términos sociales y ambientales de los enclaves mineros, una vez que el mineral se agota.

En segundo lugar, el debate así planteado bloquea algo muy relevante: la autodeterminación de los pueblos en los territorios. Con las reservas de agua comprobadas por las propias mineras, ¿es la megaminería la única alternativa para la Meseta? Por supuesto que no.

Tercero, los Bustos, Bullrich y Milei de la vida, furiosos capitalistas, nos dan pie para plantear que ni la pobreza es responsabilidad de la pecaminosa “improductividad” de las actividades de las comunidades en los territorios, ni que el debate sea la tan falsa como progre dicotomía ausencia/presencia del Estado. Bajo el capitalismo el Estado siempre está presente, es la precondición para la dominación política de la burguesía. Lo crucial son las consecuencias sociales y ambientales de un modo de producción que está amenazando la vida misma en el planeta, por su vínculo destructivo con la naturaleza, donde todo es pasible de convertirse mercancía, desde el trabajo humano hasta el agua de un río. Por eso la potencia contraintuitiva de la consigna esquelense: “El agua vale más que el oro”.

Y he aquí el aporte que hacemos nosotros los socialistas: no hay alternativa a la vista sin una lucha política por expropiar a los expropiadores. Como señalaba Engels: “Al posesionarse la sociedad de los medios de producción cesa la producción de mercancías y con ella el imperio del producto sobre los productores. La anarquía reinante en el seno de la producción social deja el puesto a una organización planificada y consciente”. He aquí el enorme desafío por construir un horizonte revolucionario, para organizarnos en defensa de la Meseta y sus habitantes, frente a la depredación que traería aparejada la megaminería. Y también de sus guanacos.

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