Ambiente

26/6/2021

Contra las salmoneras, una lucha internacional en defensa del Canal Beagle

Las poblaciones de Tierra del Fuego y de la región Magallanes de Chile enfrentan el intento de instalación de plantas de cultivos de peces.

Desde hace varios años las poblaciones australes de la provincia argentina de Tierra del Fuego y de la región Magallanes de Chile están movilizadas contra el intento de instalación de plantas de cultivos de peces salmones en el Canal Beagle.

La salmonicultura es una rama de la acuicultura que realiza la cría y reproducción intensiva de variedades de pez salmón y de truchas en fiordos y archipiélagos de los mares o lagos de agua dulce. Si bien el origen de la actividad data de mediados del siglo XIX (en Escocia), las técnicas que hoy conocemos fueron implementadas en Noruega a fines de la década del ’60 y años más tarde en Chile, bajo la dictadura de Augusto Pinochet. Consisten en jaulas de las dimensiones de una cancha de fútbol que ofician de criaderos para miles de salmones. En condiciones de hacinamiento, allí se los alimenta con harinas y aceites de pescado y se aplican antibióticos para mitigar enfermedades.

Los problemas que se derivan son la proliferación de algas, la infección con virus que generan mortandades masivas y la acumulación de desechos y químicos en los fondos de canales y estrechos. Además, las fugas de estas especies exóticas voraces arrasan con gran parte de la flora y fauna costera autóctona. Este método altera el ciclo natural del salmón, que nace y crece en aguas dulces, luego pasa su adultez en las saladas aguas de mar con un proceso previo de adaptación llamado “esmoltificacion”, y finalmente vuelve a las aguas dulces para desovar los huevos y morir. Todos los expertos ambientales coinciden en que el establecimiento de salmoneras es absolutamente perjudicial en los ecosistemas acuáticos y las comunidades que lo rodean.

Tanto el país escandinavo como el trasandino son los mayores productores mundiales de salmón y a lo largo de las décadas el sector ha crecido de manera exponencial. Los mercados que lo requieren son principalmente de Estados Unidos, Japón y Europa, para el deleite de las élites de esas naciones, es decir que no va dirigida a cubrir las necesidades alimentarias de las mayorías trabajadoras. Para peor, el engorde artificial del salmón con harinas no aporta nutrientes para el consumo humano, a diferencia de su alimentación silvestre que es de crustáceos y peces. Además es una actividad con una enorme precariedad laboral, con operarios expuestos recurrentes accidentes y afecciones en su salud, mientras las empresas embolsan millonarias ganancias.

Chile: desastre ambiental y resistencia popular

Como se planteo en los párrafos anteriores, los efectos dañinos al ambiente de la salmonicultura afecta a los países donde se la desarrolla: Noruega, Canadá, Gran Bretaña, entre otros, donde se produce el Fenómeno de Algas Nocivas (FAN) que contribuyen a la “eutrofizacion” de los mares o lagos, exceso de nutrientes que privan de oxígeno a muchas especies generándoles la muerte.

Pero el caso más extremo es el de Chile. A pesar de su supuesta disminución en los últimos años, en 2014 se llegó al récord de utilizar unas 569 toneladas de antimicrobianos y antiparasitarios debido a los riesgos de la presencia del virus ISA, detectado en 2007 y que solo se encuentra en el país sudamericano. Esto significa que se destinaron unas 1.500 veces más de antibióticos que en Noruega. Por otro lado, en 2016 el gobierno “progresista” de Michelle Bachelet autorizó el descarte al Mar de Chiloé de 9.000 toneladas de salmones en descomposición, ocasionando una enorme contaminación y apareciendo ejemplares de especies marinas sin vida en las zonas de costas y playas. Las recurrentes crisis derivadas de esa situación ocasionó enormes pérdidas económicas en la industria, despidos masivos de sus trabajadores y una indignación y movilización de las pueblos de las regiones de Aysen y de los Lagos, las más afectadas y en la que exigen el fin de las salmoneras.

En cuanto a las resistencias populares hay que destacar los casos de la lucha de las comunidades ancestrales Yagan y Kawesqar, en la región austral magallanica que es a donde pretenden ampliarse los centros de cultivos del salmón. Los Yaganes lograron en Puerto Williams sacar jaulas en el Canal Beagle que ya estaban dispuestas para su uso y la anulación de las concesiones que se habían otorgado hasta el momento. Un gran acto de valentía de está comunidad, que vive de la pesca artesanal y de la centolla, frente a una industria que factura más de 5 mil millones de dólares anuales y es la segunda actividad económica -después de la explotación del cobre- con poder de influencia en el Estado chileno.

¿Que pasa en Tierra del Fuego?

Uno de los anhelos del capital salmonero es la instalación de plantas en el Canal Beagle que comparten Argentina y Chile, más precisamente frente a la ciudad de Ushuaia. En 2016 visitó la región el mismísimo rey de Noruega, lobbista número uno de está industria. Dos años más tarde, con la cobertura de un acuerdo marco del entonces gobierno nacional de Mauricio Macri, la exgobernadora fueguina Rosana Bertone (PJ) firmó un convenio con la agencia noruega Innovation para realizar estudios de factibilidad en la instalación de salmoneras sobre las costas de Tierra del Fuego. Ello generó una conmoción popular que obligó a frenar ese acuerdo y a la presentación de un proyecto de ley de prohibición de las salmoneras en la provincia.

Lamentablemente, el proyecto duerme en la Legislatura, seguramente a la espera que se desactive la movilización de la población para volver a la carga. El reclamo de los habitantes de Ushuaia es válido, ya que en el Beagle se aloja el 50% de los bosques de macroalgas de Argentina, claves para la absorción de carbono. Junto a la Península Mitre, frente a la oriental Isla de los Estados en la misma provincia, componen uno de los ecosistemas prístinos (puros) más importantes del mundo, fundamentales para el combate contra el cambio climático.

Unidad de argentinos y chilenos

Una de las novedades más interesantes de la lucha contra las salmoneras es el evento que llevaron adelante en conjunto el pasado mes de mayo organizaciones y vecinos de Ushuaia y Puerto Williams. A través de la navegación en kayaks y canoas expresaron un rechazo rotundo a las salmoneras. Argentinos y chilenos, a quienes históricamente los gobiernos de la burguesía y serviles al imperialismo buscaron enfrentar por cuestiones limítrofes. Aquí queda expuesta una unidad en defensa de los recursos naturales y del bienestar de los trabajadores, ante el régimen del capital que depreda el ambiente y es el verdadero enemigo del pueblo a ambos lados de la Cordillera de los Andes.

Esta vinculación binacional es el camino que hay que fortalecer para que las salmoneras definitivamente no se establezcan en el Canal Beagle y ampliar la organización para una transición en el desmantelamiento de todas las salmoneras en Chile, a través de un plan de remediación costeado por las patronales. Vamos a enfrentar a dos gobiernos que defienden a estos grandes monopolios depredadores del mar, el supuesto nac&pop argentino de Alberto Fernández y el derechista chileno Sebastián Piñera.

Debemos promover una deliberación obrera y popular para el manejo de los recursos naturales de la zona, incentivando la pesca artesanal y a pequeña escala en armonía con la naturaleza, que permita la regeneración de las especies y garantice fuentes de trabajo y en condiciones dignas.