Ambiente

5/6/2021

Córdoba y el Día Mundial del Ambiente

Frenar la depredación capitalista requiere la intervención de la clase trabajadora.

El 5 de junio se conmemora el “Día Mundial del Ambiente”, establecido por la  ONU en 1977, y este año nos encuentra en medio del pico más alto de contagios de coronavirus desde que comenzó la pandemia, así como también en un cuadro de agravamiento del calentamiento global y la depredación capitalista. En Córdoba esto es manifiesto.

Durante el año pasado se perdieron más 300.000 hectáreas de monte nativo en la provincia, que fueron arrasadas por incendios intencionales, y con ello todo un ecosistema. Solo queda el 3% de la superficie del monte nativo, mientras atravesamos la peor crisis hídrica de su historia provincial. Las derivaciones del ecocidio provocado todavía no se terminan de dimensionar.

En las zonas incendiadas avanza ,el cambio del uso del suelo. En efecto, las quemas intencionales allanaron el camino para una nueva traza de la Autovía de Punilla que el gobierno de Juan Schiaretti se empecina en llevar adelante, sin estudios de impacto ambiental ni licencia social. La reciente audiencia pública realizada de manera virtual expresó un contundente rechazo de más de 600 activistas, científicos y especialistas que se inscribieron para intervenir. Lo mismo vale para otra obra millonaria: el acueducto para traer agua del Paraná.

El reforzamiento de una política de saqueo y depredación, como fuente de ingresos y de respaldo electoral empresario, implica para el gobierno estrechar lazos con el capital agroganadero, la especulación inmobiliaria y la patria contratista. La dinámica es perversa: habilitar los negocios capitalistas que destruyen el ambiente, promover obra pública para favorecer los negocios de estos mismos sectores, e hipotecar la provincia con sucesivos ciclos de endeudamiento en dólares que paga el pueblo con ajuste y miseria social.

Años de sojización de la provincia solo dejaron como saldo pueblos fumigados y agrotóxicos en el agua, enfermedades respiratorias, dermatológicas, abortos espontáneos, deformaciones y cáncer, entre otras afecciones. Las madres de Barrio Ituzaingó, en un largo derrotero de lucha judicial y en las calles, han dado cuenta de las verdaderas consecuencias de lo que se pregonaba como el progreso para Córdoba. En el mismo sentido podemos mencionar la lucha por la erradicación de la fábrica de Porta Hermanos, la principal productora de bioetanol del país, y su puesta bajo control de los trabajadores.

Los negocios en torno a los recursos naturales también inciden negativamente en las condiciones de vida del conjunto de la población trabajadora, encareciendo el valor del suelo urbano, el precio de los alquileres y de los alimentos. Es de destacar que la especulación inmobiliaria amplió su campo de intervención sobre las tierras arrasadas por el fuego durante los últimos años: “donde hubo fuego, countries quedan”.

En momentos en que los gobiernos a nivel mundial recurren a iniciativas teñidas de verde para ocultar su responsabilidad en la crisis ambiental, más que nunca es necesaria la independencia política de todo el régimen de saqueo y depredación capitalista. La supuesta “transición energética” anunciada por el gobierno estadounidense de Joe Biden choca de frente con las contradicciones de un régimen capitalista en crisis terminal, incapaz de modificar su matriz productiva, e incluso en caso lograrlo implicaría una enorme pérdida de millones puestos de trabajo, una guerra comercial entre las potencias y además refuerce el saqueo depredador de las materias primas, con su costo ambiental.

Algo similar podemos decir del impulso a la producción de biocombustibles en Córdoba, que no tiene nada que ver con fomentar nuevas formas de producción de energía más sustentables. Al igual que la Ley de Buenas Prácticas Agropecuarias, su objeto es premiar con más subsidios y exenciones al capital agrario que más ha contaminado tierra, agua y aire en la provincia, sin ningún resarcimiento. La disputa abierta de este sector con las petroleras es una guerra de capitalistas donde el botín son los recursos estatales para maximizar su rentabilidad.

En medio de una pandemia que sume al mundo en una crisis sanitaria y social de magnitudes, no obviamos el origen zoonótico de la misma y su relación con las formas de producción capitalista. En este nuevo Día Mundial del Ambiente insistimos en que es indispensable la intervención de los trabajadores, como única clase social capaz de revolucionar un régimen de producción basado en la opresión, el saqueo y la depredación ambiental capitalista.