En octubre del año pasado, la familia de Érika Gebel, vecina de Virrey del Pino, confirmó vía estudios del Hospital Fernández que tenían glifosato en sangre relacionados con las fumigaciones de campo sojero lindante a su vivienda. La denuncia pública que se inició entonces motorizó a Érika y un grupo de vecinxs del barrio Nicole a autoorganizarse en una asamblea para deliberar qué acciones debían tomarse.

La experiencia que se fue ganando en estos meses ha sido intensa: recorridas, volanteadas y charlas por el barrio, juntada de firmas, movilización al Municipio, festivales y acciones de conjunto con otros espacios ambientales en lucha. Pero, sobre todo, dada la tenacidad y atención permanente a los movimientos en el campo sojero, la asamblea ha expuesto una problemática y parcialmente detenido nuevas fumigaciones.

La lucha que se mueve alrededor de esta asamblea empalma con la que vienen dando distintos sectores de la sociedad que cuestionan este modelo productivo hace años. Desde vecinxs y activistas, pasando por científicos, y, en el último tiempo, cada vez más, incluyendo a diferentes artistas y figuras de la cultura.

Un nuevo capítulo en la lucha ambiental matancera

El 2022 se presenta profundizando una política de ajuste en diferentes frentes, una política atada al acuerdo con el FMI. En este sentido, la depredación del ambiente que se viene agudizando en los últimos años no es sino una expresión de esta orientación y de un capital extractivista que domina las economías de los diferentes países de América Latina.

Sin embargo, las luchas ambientales también adquieren mayor volumen y fuerza. La lucha por el rechazo a las petroleras en la costa, que adquirió un dictamen favorable de la Justicia, y el Chubutazo que terminó de tirar abajo un nuevo intento de activar la megaminería, avanzando en defensa del agua y el ambiente de la provincia, son muestras cabales de las reservas de lucha que existen en el movimiento ambiental.

En La Matanza, las diferentes luchas encuentran ahora otro espacio donde aglutinar fuerzas para cobrar un nuevo impulso. Las bancas de lxs concejalxs locales del FIT-U se ponen al servicio de las mismas. De este modo, la semana pasada se realizó una reunión con activistas ambientales, que, además de recorrer la lucha de los vecinxs envenenados por el glifosato, ha tocado diferentes problemáticas como la basura, la contaminación industrial, la defensa de los espacios verdes y otros que han trazado un panorama integral en la defensa de vivir en un ambiente sano. Como resultado de la misma, se acordó presentar un proyecto de ordenanza que plantee restricciones en el uso del glifosato tomando como ejemplo las luchas de otros distritos.

Juan Romero, concejal por el Partido Obrero en el FIT-U destacó: “En La Matanza hay un gran proceso de movilización y las luchas ambientales forman parte de él. La lucha por el derecho a un ambiente sano, por la preservación de espacios como la Reserva Natural de Laferrere y contra la contaminación en los barrios, como contra el uso de agrotóxicos que afecta la salud y la vida de la población, son procesos que están calando fuerte en la sociedad. Estas luchas se enmarcan en un problema nacional y del gobierno provincial y municipal, que profundiza la crisis y un ajuste que va a agredir más las condiciones de vida de la población y eso incluye al ambiente”.

También participaron varios referentes de las principales luchas ambientales del distrito, entre ellos Vecinxs por la Reserva Natural de Laferrere y contra la contaminación de Klaukol. La presencia de todas las luchas ambientales del distrito, que se organizan y accionan hace tiempo, trazó la perspectiva de fortalecer una lucha integral por el derecho a un ambiente sano en La Matanza. Este es el camino que debemos trazarnos los luchadores obreros y clasistas para continuar ampliando la organización política independiente del Estado y los partidos patronales y forjar una consciente y potente fuerza revolucionaria para reorganizar la sociedad sobre nuevas bases sociales.