Ambiente

20/7/2022|1649

Calentamiento global

Europa se derrite

Olas de calor sin precedentes, mientras reimpulsan los combustibles fósiles.

Hay incendios en varios puntos del continente

Muertes, incendios, rutas y vías férreas que se derriten; parece una escena de ciencia ficción. Europa atraviesa una ola de calor sin precedentes, con temperaturas superiores a los 40°C. Tras décadas de promesas sobre revertir el calentamiento global, este trágico panorama saca a relucir el fracaso de los gobiernos capitalistas. Es un veredicto sobre quienes firman “pactos climáticos” para luego promover la guerra y el saqueo.

En Gran Bretaña se superaron todos los registros térmicos. Se redujo la frecuencia de los trenes ante la posibilidad de que las vías flaqueen, y la fuerza aérea tuvo inconvenientes por el derretimiento de la pista de su principal base aérea. El martes 18 el servicio de bomberos de Londres informó que tuvo su “día más ocupado desde la Segunda Guerra Mundial” por la proliferación de incendios. Se estima que durante la última década se produjeron 2.000 muertes al año por olas de calor en el Reino Unido.

En el continente hay incendios forestales en Francia, Grecia, Portugal y España. El calor vino luego de semanas de sequía, la cual la Comisión Europea advierte que persistirá en casi la mitad del territorio del bloque. El río Rin, una de las principales rutas comerciales, bajó su caudal hasta centímetros de quedar innavegable. En la Gironda, en el suroeste francés, dos incendios consumieron en días 16.000 hectáreas de vegetación. En España y Portugal las altas temperaturas provocaron el deceso de más de 1.000 personas.

Las olas de calor extremo en Europa se repiten mucho más rápidamente de lo previsto. Climatólogos británicos de la Met Office habían advertido en 2020 la posibilidad que el Reino Unido alcanzara los 40°C, “pero lo calculamos como una probabilidad relativamente baja, aproximadamente una entre cien”. La conclusión de los expertos es que los modelos climáticos (sobre los efectos del calentamiento global) han subestimado la frecuencia e intensidad de estos eventos.

Resultado de la emisión de gases de efecto invernadero y la depredación ambiental capitalista, estos extremos climáticos agravan las consecuencias de la guerra imperialista en Europa del Este y de la crisis mundial. En pleno desabastecimiento energético, las altas temperaturas derivan en picos de demanda de gas y electricidad, cuando los bloqueos a Rusia han disparado los precios y cada vez más se alerta sobre un corte de los suministros al viejo continente para fin de año. También complican la producción alimentaria por el impacto sobre los cultivos (ni hablar de la destrucción ocasionada por los incendios), como se constató recientemente en el norte de la India -otra región con reiteradas olas de calor- donde los rendimientos cayeron hasta un 35%.

Es un baño de realidad para los que postulaban un “capitalismo verde”. Los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera son ahora un 30% más altos que hace 60 años atrás, cuando comenzaban las mediciones, a pesar de haber transcurrido medio siglo desde la primera cumbre internacional oficial realizada en Estocolmo para atender la problemática. Ahora, tras haber firmado a fines del 2021 el “pacto climático” de Glasgow, los gobiernos imperialistas de la Unión Europea y Estados Unidos que se preciaban de estar a la cabeza de una transición energética son los principales impulsores de los combustibles fósiles.

Los estados de la UE están emitiendo exenciones ambientales para que las plantas de carbón produzcan más energía, empezando por Holanda y Alemania. Este último además comunicó su disposición a un salvataje de las empresas de energía que presenten problemas. Los gobiernos de Italia y España han salido a incrementar los subsidios a las compañías energéticas. Biden, por su parte, pidió al parlamento que suspenda los impuestos a los combustibles, y hasta viajó a reunirse con la monarquía de Arabia Saudita para pedirle que incremente la producción petrolera. En China e India se han reactivado las centrales eléctricas a base de carbón.

Paralelo a este nuevo impulso a los combustibles fósiles, la Agencia Internacional de Energía alertó sobre el retraso en el desarrollo de fuentes de energía renovables, afirmando que las inversiones anuales deberían duplicarse para alcanzar emisiones netas cero para 2050. Es la contracara del fracaso de la “política climática” basada en estímulos fiscales y financieros, cuando asistimos a la aparición de tendencias recesivas a nivel internacional y una huelga de inversiones que tenderá a agudizarse a medida que sigan encareciendo las tasas de interés. Un testimonio de que el capitalismo se volvió un obstáculo para el desarrollo de las fuerzas productivas, y más aún para una transformación a escala planetaria.

La guerra en Ucrania, además de sus costos ambientales directos, desmiente cualquier perspectiva de acuerdos internacionales y transiciones pacíficas por medio de estrategias de mercado para hacerlas rentables. Los Estados capitalistas y las cumbres imperialistas de la ONU son una vía muerta para revertir los pronósticos desoladores, que se vuelven realidad. Hace falta una salida antagónica, con los trabajadores liderando una reorganización socialista de la sociedad y su metabolismo con la naturaleza.