Ambiente

9/7/2020

Expulsión y matanza de carpinchos en country Abril

Detrás está el tema de la renta urbana y la valorización diferencial.

Arquitecto, docente e investigador FADU/UBA, secretario gremial AGD FADU.

Un nuevo hecho de crueldad animal abrió una veta sensible en la población que funcionó como transporte de la bronca que acumula la segregación socioespacial: hace una semana vecinos y autoridades del “country” Abril, en Hudson, Berazategui, expulsaron de la laguna que habitaban a parte de una manada de carpinchos, noticia que se difundió con la foto de los animalitos aturdidos tras el alambrado del barrio. El día de ayer se difundieron fotos de algunos ejemplares de la misma manada muertos o heridos de bala. La bronca popular cargó contra los vecinos del country que al mismo tiempo dicen sentirse “invadidos”.

Recogiendo el hilo de la noticia de estos animalitos puede desandarse el proceso descomunal, de escala solo comparable con la operada en Tigre, de avance sobre reservas ambientales como humedales y parques que habían desandado la antropización como el “Pereyra” por parte del capital inmobiliario en los casi 40 años de gobierno del PJ en Berazategui.

¿Los roedores quieren vivir en barrios cerrados?

El desarrollo urbano de Berazategui se da históricamente por la agregación y derrame de barriadas obreras bajo un patrón de media y baja densidad poblacional y usos mixtos alrededor de grandes industrias (la textil Ducilo -filial local de Dupont-, la cristalería Rigolleau, la maltería Hudson, etc.) estructuradas alrededor del ex Ferrocarril Roca. Estas aglomeraciones de media y baja densidad e islotes industriales coexistieron, a su vez, con dos grandes “manchas” verdes: los humedales de la costa del Río de la Plata, reserva de biósfera y amortiguación hidráulica de escala regional y el parque conocido ahora como “Pereyra Iraola”, casi 11 mil hectáreas que fueron estancia de los Pereyra durante el siglo XIX y expropiados por Perón en 1949 para constituir el “Parque de los Derechos de la Ancianidad”. La parquización de Carlos Thays bajo encargo de Pereyra, si bien introdujo cientos de especies exóticas con buena adaptación (pinos “marítimos”, eucaliptos, araucarias), tras más de 100 años de “descuido” ha resultado en una suerte de “desantropización”, poblándose de fauna y vegetación del lugar, básicamente migrada desde los humedales, de los que los separan no más de 500 metros.

Carpinchos y coipos son así parte de la fauna autóctona del humedal que han encontrado un hábitat amigable en las lagunas aluvionales del parque.

Renta urbana y valorización diferencial

El parteaguas del desarrollo urbano en Berazategui es la valorización diferencial de suelo producido por la obra pública de la autopista Buenos Aires-La Plata, que comenzó en 1979 con un convenio firmado bajo la dictadura y termina en 2002 con el enlace a la Ruta 11.

Esta valorización diferencial ha colocado al Municipio, dirigido por el PJ desde el ’83 (25 años bajo la dinastía Mussi), a la cabeza de un proceso de producción (calificación de suelo Rural a Urbano o Semi) y privatización de suelo urbano que salvo en Tigre no tiene antecedentes por su escala. Según la normativa de ordenamiento territorial vigente en la provincia de Buenos Aires son los municipios quienes definen los usos del suelo. En el caso de Berazategui esta extracción de renta urbana del suelo urbano, valorizado por la inversión del Estado vehiculizada por el PJ en el Concejo Deliberante en favor del capital inmobiliario, ha sido enfrentada en innumerables ocasiones por vecinxs y organizaciones ambientalistas. Para el negocio de los “countries” (clubes de campo y barrios cerrados) se ha consumido tierra valiosísima por su índice de productividad agrícola, áreas reservadas para el crecimiento del área urbanizada -valorizadas por centralidad-, y otras -las ya citadas- invalorables por el rol ambiental que cumplen. Abril Club de Campo es uno más del medio centenar de clubes de campo y barrios cerrados de Berazategui, en este caso sustraído del conglomerado de estancias que conformaban el actual “Parque Pereyra”.

La última fiesta para el desarrollo inmobiliario organizada por el PJ/FPV desde el municipio fue promocionada como una “democratización” del acceso al Río de la Plata, extendiendo cuatro kilómetros la calle 63, cosiendo así la mancha urbana existente con el río a través de los humedales, obra inaugurada en 2013. En el río se construyó un estacionamiento y no más de 100 metros de “rambla”, pero en el medio se sirvió desde la autopista a una decena de barrios cerrados (Magallanes, Villalobos, Pueblos Del Plata, Lagoon Hudson, etc.), que han polderizado los humedales, lo cual no solo representa un ataque a la fauna y vegetación autóctona, sino además la liquidación de un área de amortiguación de sudestadas cuyo efecto es incalculable. Organizaciones combativas históricas como el Foro Argentino del Río de la Plata la han calificado como “ecocidio”.

En una parábola interesante la burguesía nacional que expropió a la oligarquía en la década del 40 en favor de “los derechos de la ancianidad”, liquida hoy el capital ambiental en favor del desarrollo inmobiliario.

Los carpinchos con su extraordinaria capacidad de sociabilizar, su derecho al hábitat y más en general a la vida, no se oponen al derecho de la población trabajadora a la ciudad y a la vivienda. Es la política urbanística del régimen capitalista la que se opone a la diversidad y sostenibilidad ambiental, los derechos animales y de la población trabajadora.