Ambiente

3/12/2019

La Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático y el anticipado fracaso del Acuerdo de París

Este lunes 2 arrancó en Madrid la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, que originalmente iba a realizarse en Chile pero fue cancelada tras el estallido de la rebelión popular en ese país. Pese al cambio de sede, el gobierno de Sebastián Piñera preside la Conferencia, lo que motivó una protesta de mujeres en la apertura del evento, que se congregaron con parches en un ojo denunciando la brutal represión que sufren en el país trasandino.


Esta Conferencia de las Partes (COP) es el órgano supremo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Reunirá a representantes políticos de casi 200 países, y también del sector privado y organizaciones internacionales, para tratar de avanzar en las discusiones que quedaron truncas en la fracasada conferencia del año pasado en Polonia (COP24), ya que el 2020 es el año en el que vence el Protocolo de Kyoto –vigente desde 2007 y cuyas pautas no fueron logradas– y debería entrar en vigencia el Acuerdo de París, que aún no está cerrado.



La COP25 fue presentada a su vez como la oportunidad para que los países procuren cumplir las metas pautadas en 2015 -fecha de la Conferencia de París- que apuntan a limitar el aumento de la temperatura en este siglo por debajo de los 2° C, y reducirlo a 1,5° C respecto a los niveles preindustriales en el mediano plazo. Es un objetivo cada vez más lejano, de acuerdo al último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, que advierte que a este ritmo la temperatura aumentará al menos 3° C, lo que tendría devastadoras consecuencias para la Tierra.


Pero la capacidad de que esta cumbre no derive en un nuevo fracaso está muy cuestionada. El presidente Trump ya ha anunciado que retirará a su país del Acuerdo de París, mientras que gigantes como China, Rusia e India no han presentado planes ambiciosos para contrarrestar el cambio climático; es decir que cuatro de los cinco principales emisores de gases de efecto invernadero (que representan más de la mitad de las emisiones) no pretenden protagonizar ninguna transición verde. Brasil, por su parte, tampoco ha dado señales, luego de los cuestionamientos a Jair Bolsonaro por los incendios en la Amazonia este año.



Pero incluso entre quienes posan de comprometidos con la cuestión también asoman diferencia importantes. El centro de la discusión es el Artículo 6 del Acuerdo de París, que crea un mercado de "resultados de mitigación", por el cual los países que reducen emisiones pueden comercializar esos resultados a otros países o incluso compañías -como las de aviación- que cumplirían así sus cuotas. Bajo el paraguas de revertir el cambio climático se engendraría así un fenomenal circuito financiero, cuya implementación divide aún a sus promotores. Es un arrastre del empantanamiento del mercado de carbono creado por el Protocolo de Kyoto, cuyo Mecanismo de Desarrollo Limpio ha incumplido sus objetivos.


“Los mercados de carbono, en esencia, buscan generar incentivos para que aumente la acción en la reducción de las emisiones. El problema es cuando se empieza a cambiar el foco y se busca generar dinero más que reducir las emisiones”, afirma Enrique Maurtua Konstantinidis, asesor en Política Climática de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN).


En la conferencia reina el escepticismo. La juventud, que en diversos países ha protagonizado movilizaciones de masas por esta temática exigiendo medidas a los gobiernos y denunciando las responsabilidades empresariales, se concentrará nuevamente el viernes 6 para reclamar ante la cumbre. La desconfianza hacia estos cónclaves de las Naciones Unidas crece al calor de los reiterados fracasos de sus anuncios.


Los gobiernos imperialistas han demostrado su incapacidad para liderar una transformación ecológica, hoy más alejada aún en medio de una guerra comercial que enfrenta a las principales economías del mundo. Ello marca el fracaso de los acuerdos establecidos, y el incesante crecimiento de la contaminación, la depredación ambiental y las emisiones de gases de efecto invernadero que aceleran el cambio climático. Las mayores temperaturas globales nos exponen a pérdidas de ecosistemas enteros, al crecimiento del nivel de los mares y la desaparición de grandes conglomerados urbanos costeros que actualmente asientan a millones de personas. Más que nunca está vigente nuestra consigna: “Si el capitalismo destruye el planeta, hay que destruir el capitalismo”.