La culpa no es (sólo) de Monsanto
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Ezequiel y Gonzalo (Círculo de Agronomía - UBA)
Exclusivo de internet
En estos últimos días, la corporación multinacional Monsanto ha tomado gran notoriedad, ya no por las denuncias de contaminación producida por su herbicida estrella "Round up" (glifosato), sino debido a la aprobación, por parte del gobierno K, de la comercialización de su nueva soja transgénica "Intacta", que además de ser resistente al "glifosato", tolera el ataque de insectos. Para asegurarse las regalías producidas por este nuevo material, y los venideros, Monsanto ya cuenta con una batería de patentes que le aseguran su propiedad intelectual (Clarín, 22/8).
No es sólo Monsanto, no es sólo la soja
En la actualidad, el mercado mundial de semillas se encuentra en pocas manos, siendo Monsanto, Bayer, Syngenta y Dupont las de mayor notoriedad. Estos monopolios no sólo controlan la propiedad intelectual de las semillas, sino que también controlan todo el paquete tecnológico necesario para producir (herbicidas, fungicidas, insecticidas, inoculantes, fertilizantes).
La organización de estos monopolios se basa en la integración a lo largo de la cadena productiva. Las mismas empresas que están a cargo de la provisión de semillas son las que proveen los agroquímicos, procesan la comida y se encargan del manejo y comercialización de granos. Es así como Cargill -el gigante de los granos, fertilizantes y alimentos de ganado- se une con Monsanto, el amo de los transgénicos, y con Krohger para la distribución al menudeo.
El desarrollo de semillas modificadas genéticamente se da en una gran cantidad de cultivos, lo que lleva a la extinción de alternativas no transgénicas. Ejemplo de esto es el programa Paipa, de la Secretaría de Agricultura de la provincia de Formosa, donde los productores campesinos reciben en concepto de subsidios semilla del algodón transgénico, lo que lleva a los productores a tener que comprar y aplicar los agroquímicos que vende la empresa Monsanto, la misma desarrolladora de la semilla. El problema no es sólo el hecho de verse obligados a comprar el producto, sino que son estos productos los que generan graves consecuencias sobre su salud y medio ambiente.
La crisis y el agro
Finalmente, el problema de la producción agropecuaria, y de su desarrollo tecnológico, es que está destinada a maximizar los beneficios de las empresas y de los Estados. Es por eso que el desarrollo tecnológico busca estandarizar los métodos de producción y, por lo tanto, los costos productivos, sin incorporar en el cálculo económico los daños generados en el medio ambiente. Un ejemplo de esto es el desarrollo de la semilla que tolera estrés hídrico, donde se busca aplicar el mismo paquete productivo en regiones donde las condiciones no son aptas para su desarrollo.
El responsable de profundizar a su máxima expresión este modelo productivo es el gobierno kirchnerista, el mismo que impulsa a fondo la megaminería y es cómplice de la extinción de los bosques nativos, incluyendo a sus verdaderos dueños, los pueblos originarios. Responde a la necesidad de obtener divisas para seguir pagando la deuda externa y mantener el régimen de subsidios al gran capital.