Ambiente

27/9/2019

La huelga por el clima, también en las calles de Argentina

Fotos: Ojo Obrero Fotografía

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En el marco de la huelga internacional por el clima, que el viernes pasado registró movilizaciones en más de 150 países con un total de tres millones de personas, hoy se volvieron a realizar marchas en decenas de países.


En Argentina hubo una marcha central de miles de jóvenes en Capital, de Plaza de Mayo a Congreso, y más de 30 concentraciones en 17 provincias, entre ellas en Mar del Plata, Bahía Blanca, La Plata, Chaco, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Salta, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe y Tierra del Fuego.


 



La extensión territorial de las movilizaciones responde a que cada rincón del país padece los efectos de la depredación ambiental. En una serie de artículos, hemos desarrollado cómo afectan a distintas regiones la megaminería contaminante, el fracking, los desmontes y el cambio en los usos del suelo, los agroquímicos y el avance del monocultivo. Junto a esta explotación de los recursos naturales, se agrava en las ciudades la proliferación de basurales a cielo abierto y la ausencia de tratamiento de los residuos, la contaminación del aire y el agua en las zonas industriales, el crecimiento de las inundaciones. Estas son las causas por las cuales amplios sectores de la juventud ganaron las calles el día de hoy. También se vieron pancartas contra Bolsonaro y Trump.



Dentro de los aspectos que más han denunciado las organizaciones convocantes, se ubica en primer lugar, tanto a nivel local como mundial, el problema de las emisiones de gases de efecto invernadero y en particular el uso de combustibles fósiles. En este rubro, Macri viene de jactarse de estimular la generación de energía sustentable, cuando el 86% de la energía que se utiliza en la Argentina proviene del gas y del petróleo. Los subsidios a la producción en Vaca Muerta y la dolarización de los combustibles constituyeron un gigantesco impulso a los pulpos que explotan los hidrocarburos, desmintiendo al gobierno. El fracking utilizado para extraer el gas no convencional de Vaca Muerta ya ocasionó desde 2015 más de 4.000 incidentes ambientales, entre los que se cuentan: “explosión de pozos, incendios con llamas de hasta 15 metros de altura, derrames en zonas de producción de peras, roturas de canales de riego y 240 mil litros de agua tóxica derramada sobre chacras, entre otros” (Página 12, 27/9).


 



Alberto Fernández, por su parte, promete reaseguros para las utilidades de las multinacionales y mayores incentivos, no solo para las petroleras que operan en Vaca Muerta sino también para los pulpos de la megaminería contaminante. Esas empresas son las que convierten en papel mojado la Ley de Protección de Glaciares, derramando cianuro en los cursos de agua de deshielo. De parte de ambos bloques políticos, una “agenda verde” es una impostura.


Otro drama de fuerte impacto, que estuvo en el centro de los reclamos en la marcha que se desarrolló en Chaco, es la deforestación de grandes superficies, impulsada por el avance de la apropiación de tierras para los pooles de siembra y la ganadería. Es sintomática también la experiencia recorrida con la Ley de Protección de Bosques Nativos, ya que este año el presupuesto asignado a ese fin se ubicó en el 4,7% de lo necesario según estudios forestales, mientras que el Presupuesto 2020 contempla una mayor caída y dejaría lo invertido por el Estado en $10 por cada hectárea de bosque nativo. En la última década, se ha avanzado en los desmontes a razón de 300.000 hectáreas al año. Solo en el Chaco se pierden 40.000 hectáreas anuales de monte en manos de algunas corporaciones.



La depredación ambiental, como vemos, es en mayor medida el efecto del dominio de grandes capitales imperialistas que saquean los recursos de la Argentina. Esas empresas dominan la vida económica del país, lucran con la corrida y la devaluación del peso, y –como mostró la reciente crisis alrededor del congelamiento del precio de los combustibles– tienen a los gobernadores e intendentes como lobistas locales. Es digno de ser denunciado, a la luz de esto, que de acuerdo al Sistema Federal Ambiental sean las provincias quienes ejercen el poder de policía en materia ambiental.


Sin embargo, las ONG que jugaron un rol convocante, como Jóvenes por el Clima, Alianza por el Clima y otras, promueven como salida un paquete de proyectos de ley que no toca estos intereses. En particular, impulsan una Ley de Emergencia Climática y Ecológica cuyo propósito es crear una comisión donde estén representados -junto a legisladores, el gobierno nacional y los gobiernos provinciales- referentes de organizaciones de la sociedad civil, de los pueblos originarios y comunidades campesinas, que serán designados por la Cámara de Diputados, y científicos propuestos por el Conicet. Inclusive, esta comisión ni siquiera contaría con derecho a veto sobre emprendimientos de fuerte impacto ambiental, sino que tendría meramente un carácter consultivo. En estas condiciones, puede terminar siendo una vía para la cooptación de sectores del movimiento.


La movilización de la juventud y de las poblaciones afectadas, con sus reivindicaciones contra la depredación ambiental, tiene un carácter claramente progresivo. En un país conmovido por las incesantes movilizaciones piqueteras y del sindicalismo combativo, por el Chubutazo, la denuncia de los pulpos que saquean la Argentina de la mano del FMI y el capital financiero tiene fuertes puntos de contacto con la crisis social que padecen los trabajadores. Un programa de abordaje de la crisis climática debe combinar estos problemas, porque solo podremos progresar afectando a los pulpos capitalistas como Chevron, Monsanto y la Barrick. El control obrero de la producción y el derecho a veto de las poblaciones afectadas, de la mano de un plan de desarrollo productivo sobre la base de nacionalizar los recursos estratégicos y el comercio exterior, además de frenar la colonización financiera del país mediante el repudio a la deuda externa usuraria, son condiciones indispensables para abrir un curso diferente en nuestro país.


Con esta comprensión, la agrupación Tribuna Ambiental y el Partido Obrero participaron de la marcha, encabezados por una bandera con el lema “El capitalismo destruye el planeta, destruyamos el capitalismo”, en una columna común del Frente de Izquierda – Unidad.