Las conclusiones de la gran lucha mendocina
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Esta contradicción entre la movilización de masas y la integración al Estado de la burocracia sindical evidencia la necesidad de recuperar las organizaciones obreras.
La tierra del sol y el buen vino fue el escenario de una gran batalla en todos los planos. El triunfo popular contra el frente UCR-PJ-mineras cambia sustancialmente el mapa político de Mendoza y marca el nacional.
La alianza UCR-PJ, con el 85% de los votos entre ambas fuerzas en la provincia, el abrumador dominio de la Legislatura, la subordinación absoluta de la burocracia sindical, el alineamiento de la prensa masiva y la patronal bodeguera quedó a la defensiva. Por el otro lado, el pueblo en las calles mantuvo a Mendoza en una tensa polarización.
Rodolfo Suárez y la plana mayor del PJ subestimaron la respuesta popular y las consecuencias directas para la provincia y la Nación.
Un nuevo escenario
Cuando Suárez tomó conciencia de lo que provocó la iniciativa del lobby minero, no lo dudó y prefirió reconocer la derrota mandando a la legislatura un proyecto para anular la ya promulgada “ley cianuro”.
Buscó impedir que la movilización popular se desarrollase a fondo y, como del otro lado de la Cordillera, planteara abiertamente un cuestionamiento al conjunto del régimen, colocando en primer lugar el conjunto de demandas sociales insatisfechas.
La rebelión aplastó la maniobra represiva montada con policías de civil multiplicando las concentraciones, desbordó todas las organizaciones existentes, revitalizó o construyó asambleas populares como instancia de frente único para desarrollar la deliberación y garantizar las medidas.
La reacción popular contra la modificación de la ley 7.722 fue la respuesta en términos defensivos a una avanzada del capital. El desarrollo de la rebelión colocó a la defensiva al gobierno y el capital minero. Se ha creado un nuevo escenario.
La consecuencia inmediata es que el gobierno provincial falló en el intento de impulsar su política. Ha quedado debilitado, porque pese a contar con todo el apoyo de las instituciones, el capital y la oposición pejotista se chocó con una rebelión popular.
Esta conclusión importa porque es una luz de alerta para los planes del gobierno nacional y la liga de gobernadores. Rápido de reflejos, el chubutense Arcioni dejó sin tratar la modificación de la ley 5001 previniendo un contagio cuyano de la Patagonia.
En términos más generales la rebelión mendocina ha cuestionado uno de los pilares de la política de Estado que reclama el gran capital: entregar las riquezas naturales a las multinacionales. Y puntualmente ha puesto en crisis los compromisos asumidos personalmente por Alberto Fernández frente a 25 de los pulpos mineros más poderosos del planeta el 26 de agosto, entre las PASO y las generales. Porque mediante el saqueo megaminero se pretende conseguir los dólares para el pago de la deuda.
Un programa para los trabajadores
El triunfo mendocino ha cerrado el debate del “campo popular” sobre la utilidad de ganar la calle.
Las reinas establecieron una medida de lucha de un alto carácter simbólico, pero esencialmente contra el avance minero y también contra los bodegueros, plantearon afectar las ganancias capitalistas
Esto se expresó en la paralización de 6 vendimias departamentales y en la amenaza de la paralización de la vendimia central. Finalmente la vendimia es una fiesta del capital bodeguero, que realiza sus congresos patronales y cierra los acuerdos de exportación y comerciales en este evento. Las reinas fueron contra todos.
La Coordinadora Sindical Clasista se esforzó sistemáticamente en plantear la necesidad de que la clase obrera intervenga como tal, por eso sumamos a nuestra agitación la consigna del paro provincial, hasta que Suárez retrocediera.
Es claro también que la rebelión contó con la participación de distintas clases sociales, pero el rasgo distintivo es que fue contra el capital, el régimen y sus instituciones. Lo cual refuerza la necesidad de que los trabajadores intervengan con independencia política, con programa e iniciativas propias.
Este es un aspecto central. El debate de fondo es cómo se sale de esta crisis y de la mano de qué planteo programático. Es claro que la inmensa mayoría de la población rechaza la política que impulsa el imperialismo con el concurso del gobernador y la plana mayor del PJ.
Pero también es real que el dominio de los bodegueros y el capital agrario en el control del agua y de la producción de alimentos está en crisis, y se profundizará mientras esté estructurado en función de la acumulación privada.
El empobrecimiento y la expulsión de los obreros rurales hacia la periferia de los centros urbanos es un fenómeno masivo que tiene su correlato en las estadísticas de pobreza del Indec.
El único régimen social que puede ser respetuoso del agua y el medio ambiente es uno que se estructure sobre la base de satisfacer las necesidades sociales y no en función de la acumulación privada.
Por un feliz año 2020
Es claro que se abre un nuevo escenario, este triunfo es un impulso a la pelea contra el fracking. La burguesía volverá a la carga y hay que preparar al movimiento para ello, pero no puede quedar sólo en el plano medioambiental, el esfuerzo debe estar en colocar a la ofensiva todos los reclamos sociales insatisfechos, con especial énfasis en el salario, el trabajo y la vivienda.
Una gran batalla que se aproxima es la paritaria de enfermeros, docentes y la misma vendimia que tiene a los obreros de bodegas y fincas con salarios que rozan la pobreza.
Si Rodolfo Suárez reclama el concurso de la burocracia se arriesga a trasladar la rebelión a la base de los gremios, contradictoriamente no puede conceder aumentos salariales, reclamo que crece desde los lugares de trabajo.
Otro gran frente de batalla es el de los trabajadores precarizados y desocupados que reclaman trabajo genuino.
Desde ya mismo se plantea la necesidad de convocar a un congreso de bases de trabajadores ocupados y desocupados para discutir y resolver un plan de lucha unificado por trabajo genuino, contra los despidos, tercerizaciones, privatizaciones y por salarios.
Una acción unificada por la satisfacción de todos los reclamos populares debe ser el horizonte del próximo período, en esta perspectiva concentraremos nuestras energías.