Ambiente

28/4/2022

Litio en Argentina: una política neocolonial

Qué significan las aclamadas inversiones extranjeras.

Estamos siendo testigos de un fenomenal anuncio de ingreso de inversiones extranjeras en el sector de la minería, que son celebradas por la urgente necesidad de adquirir divisas para pagar la fraudulenta deuda externa contraída por el macrismo y legitimada por Alberto Fernández. Pero cabe preguntarse, ¿con qué orientación ingresan estos capitales? ¿Son una vía para el desarrollo económico y la mejora de las condiciones de vida de les trabajadores, o acaso profundizan un modelo extractivista en favor de la acumulación del capital a base de saqueo? Es necesario poder discernir qué significan las tan aclamadas “inversiones extranjeras en el país”.

La importancia del litio

Se afirma que estamos vivenciando una transición energética hacia recursos renovables. Las principales firmas del sector automotriz se lanzan a una carrera de creciente producción de vehículos impulsados por energía eléctrica almacenada en baterías. El litio, dentro de los metales y en formato de batería, tiene grandes capacidades de almacenamiento de energía y una prolongada vida útil.

Basta mirar a nuestro alrededor para dimensionarlo. Toda la telefonía celular, tablets, cámaras, computadoras y varios dispositivos más están realizados con baterías de litio. Argentina, al igual que Chile y Bolivia,  componen el “triángulo litífero” que concentra el 55% de las reservas mundiales probadas y el 85% de las reservas en salmueras. Sin embargo, por su inserción semicolonial en el mercado mundial y la división internacional del trabajo proveen la materia prima, en su estado más natural posible, para que luego regrese con un altísimo nivel valor agregado en productos tecnológicos.

En nuestro país las empresas pagan un mísero 3% de regalías a las provincias en base a sus propias declaraciones juradas, tienen estabilidad fiscal garantizada por 30 años y gozan de un abanico de beneficios fiscales. No afrontan ninguna exigencia en cuanto al modo en que se exporta el litio, y son las mismas empresas las que realizan los estudios de impacto ambiental. Las firmas extractivas no tienen ninguna obligación de agregar valor a nivel local, utilizar tecnologías locales, ni transferir tecnología. Las rentas litiíferas no tienen ningún vínculo con el sistema científico argentino para crecer en la cadena de valor.

Impacto en las comunidades originarias

Los estudios de impacto ambiental a cargo de las mineras multinacionales muy lejos están de incorporar en sus informes los efectos sobre las comunidades originarias.

Soslayan los múltiples reclamos de comunidades kollas y atacamas en Jujuy, Salta y Catamarca, así como los pronunciamientos de las comunidades afectadas por las repercusiones directas de estás megamineras sobre el medio, como por ejemplo en los salares que es su fuente directa de reproducción de la vida. Estas comunidades viven de la cosecha de productos agrícolas, cría de animales, artesanías y extracción de sal, actividades todas amenazadas por el fuerte impacto de estas explotaciones litíferas. Los altísimos consumos de aguas que tienen estas actividades sobre las regiones vinculadas las golpean de lleno.

El agua en estos sectores se encuentra de manera dispersa, cual ojos de agua, peligrando así los acuíferos utilizados para pastoreo y la agricultura. Se estima que por cada tonelada extraída industrialmente se evaporan dos millones de litros de agua. Parafraseando a Melisa Argento y Julián Zícardi, lo que se está produciendo en el norte argentino es un genocidio cultural, pues los daños que se producen a las comunidades va desde la desaparición de especies (fundamentalmente los camélidos), la pérdida de los salares y del agua, hasta la pérdida de los medios de subsistencia. No hay forma de resarcir este daño.

¿Ingreso de capitales o de vampiros?

En este sentido es importante destacar que los ingresos de capitales extranjeros llegan con una orientación: profundizar el extractivismo y el saqueo, maximizando la ganancia y minimizando los costos de producción.

Los anuncios parecen importantes. 380 millones de dólares fueron anunciados por la china Zijin para la construcción de una planta de carbonato de litio en Catamarca, 400 millones por la francesa Eramet en conjunto con la siderúrgica china Tsingshan en el salar Centenario-Ratones en Salta, 1.700 millones fueron los capitales angloautralianos, 825 millones por la Zinc Corporation con la adquisición del proyecto “Rincón” en Salta y 835 millones por Lake Resources en el proyecto “Kachi” en catamarca. 4.000 millones de dólares prometen desembolsar los surcoreanos de Posco para ampliar el proyecto de Salar de Hombre muerto en Catamarca. En Jujuy ingresarían 400 millones por parte de Orocobre y corporación Toyota para ampliar sus plantas.

Todos estos proyectos tienen diferentes niveles de concreción, aunque algunos muy incipientes, y todos reclaman para avanzar en las diferentes etapas contar con mayores garantías de parte del Estado. Sus producciones oscilan en la extracción de 20 a 25 mil toneladas anuales del mineral, y prometen en el mediano plazo entre duplicar y cuadruplicar de dicha producción.

La megaminería en general posee infinidad de garantías y facilidades acordadas, organizadas y firmadas entre los diferentes gobiernos de turno y el FMI. Son galardonadas por los medios masivos de comunicación como un factor de crecimiento y desarrollo, cuando lo único que estructuran son profundas relaciones asimétricas entre las potencias industrializadas y los países periféricos, agudizando la reprimarización de la economía de los segundos y su subordinación colonial.

Lo que nos queda

Al interior de nuestra sociedad no queda otra cosa que un brutal impacto ambiental, que lejos está de ser corregido en 5 o 10 años. La pobreza creciente provocada por este complejo y perverso sistema nos deja sin la tecnología, sin un sistema científico desarrollado, sin los medios ni los recursos, estructurando así los rasgos característicos de nuestras regiones. Estamos a merced de empresas extranjeras con sus vampirescas condiciones y requerimientos, en función de pagar una deuda que nos estrangula cada vez más.

Los organismos internacionales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano o fundamentalmente el FMI tensan todos sus hilos para profundizar la sumisión de países como el nuestro y así ejercer un mayor saqueo imperialista. Educación, salud, tecnología, ciencia, cultura, todos pilares atacados por un brutal ajuste ejecutado en el presupuesto, mientras se abren las puertas al capital extranjero con todo tipo de beneficios.

La salida es con la clase obrera

Es central discutir la orientación de la extracción del litio, contemplando lo fundamental de este mineral con la producción y reproducción de las comunidades originarias, atendiendo a los requerimientos ambientales y garantizando a su vez una extracción del metal que logre atender al necesario cambio de paradigma energético. Por eso proponemos desde el Partido Obrero la nacionalización del tratamiento de nuestros recursos bajo gestión de la clase obrera, en articulación con las comunidades originarias y poblaciones afectadas por los emprendimientos productivos. Ello de la mano de hacerse también del control del comercio exterior y de la aprobación de la ley de humedales, que junto con el derecho a veto de las comunidades y la puesta en pie de comités de seguridad e higiene de técnicos y trabajadores pongan un freno a la contaminación. Basta de saqueo y extractivismo.