Ambiente

4/5/2025

Megaminería versus reciclado de metales y minerales

El agua dulce es un bien natural finito.

Un planteo socialista ante la crisis socioambiental.

En estas notas hablaré sobre la viabilidad social, económica y ambiental del reciclado de metales y minerales para la producción de insumos y la industria, contraponiéndola a la expansión de la megaminería desde una mirada socialista. La megaminería genera contaminación e impacto negativo de todo tipo, pero en esta nota haremos hincapié en el agua. 

Actualmente vivimos en un sistema de consumo lineal: se extrae, se consume y se tira. Según Naciones Unidas (2024), menos de una cuarta parte (22,3%) de los residuos electrónicos fueron reciclados adecuadamente en 2022, dejando 62 millones de toneladas de recursos naturales recuperables tirados a su suerte. Lo cierto es que nuestro planeta tiene límites biofísicos que, en caso de no cambiar nuestra forma de relacionarnos con el ambiente, pueden sobrepasarse irreversiblemente y generar una crisis sin precedentes que ponga en riesgo la reproducción de la vida, humana y no humana. Estos límites biofísicos hacen referencia a 9 procesos interconectados fundamentales para la estabilidad del sistema Tierra, ellos son: la crisis climática, la acidificación de los océanos, el agujero de ozono, el ciclo del nitrógeno y el fósforo, el uso del agua, la deforestación y otros cambios de uso del suelo, la pérdida de biodiversidad, la contaminación de partículas en atmósfera, y la contaminación química.

Frente a ello, el reciclaje de metales y minerales es posible y necesario. Pero solo terminando con la rapacidad capitalista, con una planificación debatida y decidida por quienes producimos, podremos pasar realmente de una economía lineal a una circular respetando las 7Rs: rediseñar, reducir, reutilizar, reparar, renovar, reciclar y recuperación energética.

Uno factores que no pasa desapercibido a la hora de plantear esta necesidad es el agua.

Consumo de agua, huella hídrica, agua virtual

La megaminería colabora a trastocar peligrosamente los últimos cinco procesos nombrados. En relación al agua, aparecen dos conceptos interesantes a tener en cuenta a la hora de analizar la viabilidad o no de la megaminería: el agua virtual y la huella hídrica. El primero, según Allan (1998), refiere a la cantidad de agua que se utiliza directa o indirectamente desde las etapas de producción hasta la venta de un producto o servicio, y se llama virtual porque no está presente en el producto final. “Los ejemplos clarifican: obtener un kilo de tela de algodón requiere 11.000 litros de agua y un kilo de carne 15.000” (BBVA, 2024). El segundo concepto es un indicador con el que se puede mapear el impacto del consumo humano de agua dulce (Hoekstra y Hung, 2002).

La megaminería hace un uso desmedido del agua. Según la FAO (2003) cada gramo de oro exige 230 litros de agua para ser extraído, y según Garibay Orozco (2010) la estimación podría llegar a 186.600 litros de agua para obtener 20 gramos de oro -es decir, 9.330 litros por gramo. Es importante señalar que la gran mayoría de las minas de Argentina en explotación son polimetálicas, por lo que los requerimientos hídricos de la extracción podrían ser superiores.

La manipulación de los datos en cuanto al consumo de agua de las mineras es constante, infringiendo en los hechos los permisos y autorizaciones que el Estado y los entes correspondientes les dan a las multinacionales, sabiendo que no tienen control o castigo alguno. Esta complicidad corporativa y estatal ha buscado minimizar el impacto de la actividad sobre el recurso hídrico señalando que el sector solo utiliza el 1% del agua disponible para uso industrial en todo el país, que entre el 70% y el 90% del agua requerida es reutilizada en sistemas de circuito cerrado y que los controles estatales son rigurosos (CAEM, 2015). Esto último se contrapone con la realidad, ya que las compañías operan con nula transparencia y los padecimientos de las comunidades solo empeoran.

El caso de San Juan es uno de los más polémicos. Las minas Veladero, Gualcamayo y Casposo contaban, respectivamente, con permisos provinciales de extracción situados en el orden de los 110, 116,65 y 12,5 litros por segundo; “de esos umbrales máximos, el Departamento de Hidráulica de San Juan asevera que, durante el primer semestre de 2011, Veladero consumió en promedio unos 63 L/s, Gualcamayo sólo 35 /s y Casposo apenas 5 L/s; en conjunto, esto representaría el 0,96% del consumo hídrico de toda la provincia” (San Juan, 2013a).

“Ahora bien, esos datos no reflejan en modo alguno la realidad, ni son congruentes respecto de la grave problemática hídrica que, ‘casualmente’ desde el inicio de la megaminería metalífera, atraviesa gran parte del territorio provincial” (Goméz Lende, 2015). Las localidades andinas sufren cortes programados en el suministro de agua para riego y consumo animal de hasta siete días de duración (Gómez Lende, Velázquez; 2008), y millares de personas se desplazan diariamente, recorriendo largas distancias para abastecerse del vital elemento (Svampa, Bottaro, Solá Álvaréz; 2009).

Es ridículo pensar que un proyecto megaminero como Veladero consuma tan solo 63 L/s de agua cuando se relativiza ese dato con proyectos semejantes. Estimaciones independientes -realizadas a base de bibliografía académica especializada y del Manual del Sistema de Estimación de Costos y Capital para la Minería que la Oficina de Minas del Departamento del Interior del Gobierno de los Estados Unidos ha diseñado a partir de datos obtenidos de compañías mineras norteamericanas- “arrojan como resultado que un proyecto de esa magnitud implicaría disponer de un metro cúbico (1.000 L) por segundo” (Rodríguez Pardo, 2009). Lo cual coincide con Rodríguez Pardo y otros (2009) que sostienen que cualquier proyecto estándar de minería metalífera a cielo abierto en San Juan implicaría, de hecho, una demanda hídrica de un metro cúbico por segundo.

Asimismo, “el volumen de agua virtual condensado en una tonelada de litio sería de 93.991 L, en tanto que en el caso del cobre fluctuaría entre 43.298 y 187.511 L, dependiendo de qué fuente sea considerada válida para la realización del cálculo” (Gómez Lende, 2015).

Entonces, conociendo estás cifras, ¿es plausible seguir explotando los territorios para extraer unos cuantos gramos de metales y minerales? 

Territorios, disputas y resistencias

De norte a sur, en cada provincia donde se intente o se desarrolle alguna explotación metalífera, la consigna “El agua vale más que el oro” está presente, encabezando los movimientos de lucha socioambientales que les vecines y comunidades de cada región levantan para frenar a las megamineras y plantear alternativas reales a la crisis socio-económico-ambiental creada por el capitalismo.

Es necesario insistir en que este tipo de proyectos extractivistas se desarrollan actualmente sobre zonas áridas y semiáridas. Según el Ministerio de Economía (2022) las principales provincias mineras de Argentina son Santa Cruz, Catamarca, Jujuy, Salta y San Juan. Todas ellas están comprendidas dentro de la diagonal árida que atraviesa el país entero, por lo que priman climas regionales árido-desérticos y árido-esteparios, muy pocas precipitaciones y poca masa vegetal. Esta es una de las razones por las que la explotación megaminera genera numerosos conflictos socioambientales, ya que el uso de agua desmedido que ella hace choca con la realización de otras actividades como la agricultura y la ganadería, pero también pone en riesgo el consumo familiar, acrecienta la pérdida de biodiversidad y profundiza la contaminación.

¿Se justifica despilfarrar millones de litros de agua y generar este impacto socioambiental? ¿Cuál es la utilidad práctica de los gramos de metales y minerales que tanta agua nos cuesta? ¿Qué valor tiene el agua y se está teniendo en cuenta en la ecuación económica?

La megaminería no es un proceso aislado. La acumulación basada en la depredación, el fraude y la violencia es una fuerza importante y permanente de la geografía histórica del capital, que explota el trabajo humano y por medio del mismo se apropia de la naturaleza y genera plusvalía. Son una constante en los distintos países y regiones procesos “antiguos” como la mercantilización y privatización de la tierra, y algunos más “nuevos” como los derechos de propiedad intelectual sobre material genético y plasma de semillas y el despojo ecológico.

Es una cosmovisión que toma a la naturaleza como dadora de recursos y no comprende los límites físicos. Los límites biofísicos señalados inicialmente tendrían que ser el eje vertebrador de cualquier análisis de factibilidad de tal o cual actividad productiva, con el necesario control de les trabajadores y las comunidades sobre cualquier actividad y el derecho a veto sobre futuros emprendimientos.

Dentro de un sistema capitalista y extractivista no se va a encontrar un equilibrio que impida que se sobrepasen estos límites biofísicos y en simultáneo sacie la avaricia por más y más riquezas de unos pocos. A las claras este sistema actual no está orientado a saciar necesidades de la mayoría obrera, ya que se produce más de lo que se consume al mismo tiempo que se distribuye y consume de forma inequitativa. La megaminería está inserta en ese sistema, por lo que no solo tendríamos que hablar de consumo de agua, utilidad de lo producido, destino de lo producido, trabajo generado, daño ecosistémico potencial, etc, sino plantearnos lisa y llanamente si hay una alternativa socioambientalmente más adecuada.

Reciclaje de metales y minerales

Sí, es posible reciclar metales y minerales y ello conlleva a un gran ahorro energético e hídrico. Por ejemplo, el hierro, el acero, aluminio, cobre, bronce, latón, plomo, titanio, níquel, magnesio, oro y plata son metales reciclables que pueden reutilizarse gran número de veces sin perder sus propiedades, y resulta que muchos de ellos son justamente los metales más utilizados por la industria manufacturera. 

Según el Ministerio de Economía de Argentina (2023), en 2022 la producción global de cobre ascendió a 21,5 millones de toneladas métricas y en el mismo año, según datos de la International Copper Study Group (ICSG), la tasa de reciclaje de cobre a nivel mundial alcanzó un 52%. Asimismo, según Statista (2024), la producción mundial de aluminio alcanzó aproximadamente las 70,6 millones de toneladas métricas en el año 2023 y según World Economic Forum alrededor del 75% sigue en circulación. Pero aunque estas cifras suenan esperanzadoras, la situación no es igual para todos los metales y minerales; el caso del litio de las baterías de litio para la electromovilidad es ejemplificador, con tasas por debajo del 1% según Condorchem Enviro Solutions (2024). ¿Y en Argentina? Según el documental interactivo "Trash: el camino de la basura" (2021), el 90% de los residuos municipales son enviados a disposición final.

El reciclaje de metales y minerales es posible y se debe potenciar. El proceso por el cual se recicla metal consiste en varias etapas, ellas son: la recolección, la separación, la preparación y triturado, la fundición, y la purificación. La primera no necesita explicación. La segunda etapa consiste en discriminar, entre lo que es metal y lo que no lo es, y categorizar, si está en buen estado o no el material. La tercera etapa implica el triturado y la compactación del material para ahorrar energía en la etapa de fundición donde, a diferencia de la fabricación de metales completamente nuevos, se utiliza mucho menos calor y agua que el proceso de producción de metales desde cero.

El reciclaje debe ir de la mano de la sustitución de materiales por otros más fáciles de obtener y reciclar, por el abandono de la obsolescencia programada, por el diseño de productos más sencillos de reciclar, entre otras aristas que buscaré abordar en otra nota.

El fin de la megaminería

Si se parase de extraer metales y minerales de un día para otro el reciclado no podría saciar toda la demanda. Pero eso no porque sean necesidades de toda la población mundial (ver distribución de consumo per cápita según región global), sino por la matriz productiva inherente al sistema capitalista. Sí, hay patrones de consumo ordenados por el capital que incentivan el “tener más y más cosas” y el “comprar y tirar”, pero por sobre todas las cosas existe la producción por producir y para acumular.

Por eso es necesario, terminar con la megaminería contaminante y optar, por ejemplo, por el reciclado como una medida dentro de un cambio de paradigma más grande, la lucha por el socialismo. Donde haya generación de trabajo sin superar los límites biofísicos, haya un reparto equitativo de productos y servicios, y se sacien las necesidades de la población sin tender al despilfarro y al consumismo como la sociedad capitalista lo concibe.

Bibliografía:

"´Fuera Milei´ es el grito de guerra del Partido Obrero en la lucha de clases de Argentina"
Gabriel Solano dio el discurso de cierre en el acto del Partido Obrero en la Plaza de Mayo por el Día Internacional de los Trabajadores. -
prensaobrera.com
¿Salmoneras inglesas en las Malvinas? Saqueo y destrucción ambiental
La explotación imperialista del territorio argentino. -
prensaobrera.com