Ambiente

19/8/2010|1142

No afloje Gualeguaychú

El presidente uruguayo José Mujica y Cristina Kirchnner acordaron la formación de un “comité científico” de dos profesionales por país que actuaran en el seno de la desgastada y desprestigiada Caru (Comisión administradora del Río Uruguay) cuya función será” monitorear el río Uruguay y todos los establecimientos industriales y agrícolas y centros urbanos que vuelcan sus afluentes al río Uruguay y sus áreas de influencia”. De este modo no está garantizado que las doce inspecciones previstas por año se refieran a la pastera Botnia. Allí, sólo comenzará la tarea, y seguirá seguirá en Argentina con un establecimiento o lugar a elección de la parte uruguaya y así continuara alternativamente en uno y otro país” (Brecha, 30/7).

El reclamo de investigar la desembocadura del Gualeguaychú es para demostrar que las fábricas instaladas en el actual parque industrial de Gualeguaychú a 30 kilómetros de la desembocadura tienen fuertes elementos de contaminación ambiental y “demostrar” que Botnia sería más de lo mismo. No para cerrar las pasteras, sino para dejar todo como está, bajo el disfraz de algún control “colectivo”.

Además, como los controles no serán continuos, su espaciamiento es sinónimo de inocuidad. Si no existen censores permanentes de la contaminación que puedan ser analizados la contaminación se hará clara cuando exista un efecto de acumulación y saturación. Así sucedió en en la propia Finlandia de Botnia, en Chile y en España, cuando después de algunos años de funcionamiento, se vieron sus consecuencias irreversibles en la flora, y en la fauna de los lagos y ríos donde desenvolvían su actividad esas pasteras.

La política uruguaya en materia ambiental esta “al servicio” de la producción, es decir del monopolio capitalista. Su cancillería está ahora empeñada también en trabajar con Timerman una agenda de “control” común del Río de La Plata donde la cuestión central es el dragado del canal Martín García que permitirá la entrada de barcos de gran calado a la zona donde se emplazara otra gran pastera multinacional que aumentara aun mas la contaminación.

Los científicos uruguayos que ingresaran al comité bilateral son los mismos que ya vienen haciendo controles “a la uruguaya” en la propia Botnia y ahora los harán “desde afuera” y absolutamente espaciados. A propósito de controles espaciados hay en los parques industriales argentinos sobre el Paraná “monitoreos provinciales” pautados trimestral y semestralmente con la cámaras patronales que operan en los puertos, que nunca arrojaron una sola suspensión del la producción en áreas de altísima contaminación como son las plantas químicas y siderurgias de la vera del Paraná.

Si no hay censores continuos y veedores de los asambleístas, el “acuerdo” de ambos gobiernos será en un año letra muerta para la lucha ambiental. Hay que mantener viva la denuncia de la brutal contaminación. La asamblea ya ha despertado en la Argentina y en América Latina una importante conciencia de esta lucha que llego a los tribunales internacionales.

Es necesario un gran encuentro de los luchadores ambientales convocado en Gualeguaychú que vote la continuidad de las acciones de lucha que impidan que se entierre esta gran lucha. Va con esta propuesta nuestro compromiso con todas las acciones de lucha en esta perspectiva que se desarrollen en ambas márgenes del Uruguay.