Ambiente
25/11/2024
CÓRDOBA
Nuevo volcamiento de líquidos cloacales crudos en La Calera
La tarea pendiente de saneamiento y reparación ambiental requiere de un plan de lucha de vecinos y organizaciones ambientales.
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Policía ambiental toma muestras en el Suquía.
El río Suquía sigue siendo una cloaca a cielo abierto, pese a que cada año electoral quienes gobiernan han prometido mejorar las plantas de tratamiento. Sin embargo, en cada afluente del principal río que recorre la ciudad capital, desde su naciente artificial, en la desembocadura del Dique San Roque, hasta en la desembocadura en la Laguna de Ansenuza, la realidad mata la promesa.
Es lo que constataron la semana pasada los vecinos de La Calera situados en la entrada del puente a la Laguna Azul, en el cruce con Saldán. Un video difundido muestra el vertido de líquidos cloacales al río Suquía sin ningún tipo de tratamiento, a la altura de la planta de La Calera.
A pesar de la existencia de evidencia empírica y científica, el gobierno -de Rambaldi hoy, pero antes el de Rufeil- ha hecho caso omiso a estas denuncias. Se valen del dicho popular “agua que no bebas, déjala correr” para considerar que las aguas del río Suquía son imbebibles y su destino inexorable es ser una cloaca a cielo abierto.
La cuestión no es nueva en la ciudad ni en la provincia y es consecuencia de los mega negociados inmobiliarios habilitados por el gobierno, sin control alguno de infraestructura. No es necesario ir muy lejos en el tiempo para recordar la catástrofe sanitaria ocurrida en 2022 en barrio de Villa Páez en Córdoba, que exhibió la sobresaturación de una red obsoleta y develó la trama oscura detrás de la refuncionalización de la planta de Bajo Grande y la fachada construida tras la creación del Ente BioCórdoba, orientada a satisfacer los negocios urbanísticos de un puñado de corporaciones: Gama, Corporación América y Roggio, que lucran inescrupulosamente en desmedro de la salud y el ambiente de la población trabajadora.
El incremento de los barrios cerrados en la ladera de las sierras chicas, la existencia de plantas de tratamiento sin control y el bajísimo presupuesto destinado al saneamiento hacen que el ambiente quede a la deriva. Sea en la capital de la provincia o en sus municipios, el deterioro ambiental es consecuencia de la política de los gobiernos capitalistas, que se ocultan tras una fachada verde pero son cómplices de la depredación ambiental. La sanción del Rigi, tanto a nivel nacional como a nivel provincial, no hace más que profundizar esta orientación.
El cuadro descripto también da cuenta que los gobiernos ecocidas son incompatibles con la defensa del ambiente. La contaminación en el río Suquía también demuestra que el discurso en torno a la economía circular por parte del gobierno de Córdoba es una impostura para continuar con una orientación antiambiental.