Ambiente

1/9/2023

Para Milei “no hay nada malo en que una empresa contamine el río”

Dice que la contaminación finalizará cuando los capitalistas sean dueños del agua, algo que ya ocurre y son ellos quienes contaminan.

Milei cerró el Congreso Económico Argentino en La Rural.

Javier Milei dio una conferencia en el Congreso Económico Argentino en La Rural, donde sostuvo que la manera de terminar con la contaminación del agua es declarando la propiedad privada de la misma. El candidato de La Libertad Avanza omite que gran parte de los recursos hídricos ya están privatizados en los hechos y, aún así, la clase capitalista continúa contaminándolos.

“¿Qué hay de malo en que una empresa contamine el río? (…) ¿Dónde está el problema ahí? Eso, en realidad, habla de una sociedad a la que le sobra el agua. El problema en realidad radica en que no hay derechos de propiedad sobre el agua, cuando falte el agua, alguien va a ver un negocio ahí y va a reclamar los derechos de propiedad. Van a ver cómo ahí sí se termina la contaminación” expuso Milei.

La primera pregunta la pueden responder perfectamente los vecinos de Villa Inflamable, donde la mitad de los menores de cinco años presentan altos niveles de plomo en sangre debido a los afluentes que vierten las empresas afincadas en el Polo Petroquímico de Dock Sud sobre la cuenca Matanza-Riachuelo.

Por otro lado, cuando afirma con toda liviandad que “sobra el agua” evidentemente se olvida de que hubo una sequía que azotó a toda la zona núcleo del país y que las provincias cordilleranas padecen un estrés hídrico crónico producto de la merma en el caudal de los ríos de deshielo a causa del calentamiento global. Además, es falso que acaparamiento privado del agua y la contaminación de la misma sean excluyentes, por el contrario, sobran ejemplos donde ambas cuestiones van de la mano, como es el caso de la actividad minera o del fracking en Vaca Muerta, que consumen millones de litros por día -dejando sin agua a las poblaciones- y además envenenan las cuencas.

Incluso, los interlocutores de Milei en esa conferencia -representantes del agro- combinan ambos aspectos. Basta con observar lo que ocurre con la explotación del agua subterránea en la agricultura extensiva para concluir que la regulación estatal sobre el empleo de los acuíferos es prácticamente inexistente debido a que la mayoría de las perforaciones para riego artificial desde mediados de 1990 se hace de manera clandestina. Se trata de un recurso que es público en el plano formal, pero privatizado en los hechos. Por lo tanto, esa mayor productividad que genera la agricultura irrigada acrecienta la renta de la tierra de la cual se apropia el capital agrario.

Marx señalaba en El Capital que “la renta no proviene de la naturaleza por sí misma, ni de las diferencias entre las productividades de los recursos. Todos los capitales hacen uso regularmente de las potencialidades naturales sin que eso genere renta. Para su existencia es necesario que las fuerzas de la naturaleza puedan ser apropiadas privadamente”. Dicha renta es adquirida por el capitalista que monopoliza ese bien natural (salto de agua, una mina rica, aguas abundantes en pesca o de solares bien situados, según los ejemplos utilizados por Marx), a través de alegar derecho de propiedad sobre la porción del planeta donde ese recurso se encuentra; impidiendo que otros usufructúen del mismo.

De hecho Milei no inventa nada. Es lo mismo que dijeron los medios internacionales cuando el agua empezó a cotizar en Wall Street, prometiendo que la fijación de su precio era la solución capitalista a la contaminación y el derroche. En realidad, su cotización en bolsa no es más que una especulación en torno a la capitalización de la renta futura.

El análisis de Marx aplica perfectamente al uso de las aguas subterráneas para la producción agrícola. Si bien formalmente en Argentina el agua es un bien público de propiedad estatal, los acuíferos resultan monopolizables ya que circula en ellos una cantidad finita de agua dentro del ciclo hidrológico. “Quien dispone de capacidad de inversión en infraestructura de riego para acceder al recurso subterráneo, lo deprime, y deja de estar disponible para quien no cuenta con dicha tecnología” (La renta hídrica en el riego de cultivos extensivos en el norte de Buenos Aires, Constanza Riera).

En resumen, el auditorio de Milei en la Sociedad Rural ya ejerce propiedad sobre el agua mediante la instalación de sistemas de riego en sus campos. Sin embargo, eso no impide que sigan contaminando las napas subterráneas a través del uso de plaguicidas. Tal es así, que un reciente informe elaborado por investigadores del Inta, en conjunto con la Unsam y la UNL, confirmó la presencia de 30 agroquímicos en la cuenca del río Salado, lo cual acarrea efectos devastadores sobre las comunidades.

Lejos de lo que afirma Milei, a la sociedad no le “sobra agua”, sino que es víctima del acaparamiento y contaminación de la misma por parte de la clase capitalista. Por lo tanto, es absurdo pensar que de ella emergerá alguna solución a este problema. Solo el pueblo organizado puede ocuparse de defender el ambiente y preservar los bienes naturales, como lo muestran la pueblada de Jujuy contra el saqueo del litio, el Chubutazo que derrotó el avance de la megaminería o el Mendozazo que derribó la ley cianuro.

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