Ambiente

11/2/2021

¿Un mundo sin agua?

Sobre su cotización en el mercado de futuros de materias primas.

Si bien hacia fin de año los medios del mundo reflejaban la noticia de que el agua, la base de la vida en la Tierra, comenzaba a cotizar en el mercado de futuros de materias primas de las principales plazas financieras internacionales, debido a su escasez, y cuyo precio fluctuaría como lo hacen el petróleo, el oro o el trigo, la realidad es que el trato del agua como una mercancía no es una novedad en la mayoría de los países.

El capitalismo mercantiliza los bienes de la naturaleza, los frutos del trabajo humano y todos los aspectos de nuestra vida. El calentamiento global, los desmontes y los incendios están cambiando el ciclo del agua, a lo que se suma el envenenamiento de miles de fuentes de agua en todo el mundo como producto de la contaminación que provoca la producción capitalista (minería, fumigaciones en la agricultura, desechos industriales, líquidos cloacales, entre otros). En muchos países vemos cómo los gobiernos autorizan un mínimo de sustancias tóxicas (como agroquímicos) en agua para el consumo humano, algo demencial dado por los efectos que acarrea sobre la salud.

Los picos nevados se están descongelando y los glaciares se están perdiendo por el deshielo, lo que impacta el equilibrio natural y causa una reducción de fuentes de agua tanto para uso humano y animal como para la producción. Se prevé que la nieve y el hielo del Himalaya, que abastecen a la agricultura de Asia en grandes cantidades, disminuirán un 20% para 2030.

Argentina, California, el sur de Europa, India, Australia, son algunas de las regiones en riesgo, según un estudio presentado en la conferencia anual de la American Geophysical Union, que se celebró en San Francisco, California, en diciembre del 2016. Otras investigaciones presentadas en dicha conferencia aseguran que el agua almacenada en el subsuelo tanto de la cuenca superior del río Ganges en India, como del sur de España o Italia, podrían agotarse entre 2040 y 2060.

Estamos frente a una disputa por lo que queda de agua dulce en el mundo. La cotización en las bolsas de valores llevará naturalmente a que sectores capitalistas del agro, la minería, la alimentación o los hidrocarburos no convencionales puedan apropiarse del agua con operaciones a futuro, privando a la población del acceso a la misma. También será un gran negocio para quienes se apropien de los últimos reservorios de agua pura no contaminada.

En 2008 un informe de Goldman Sachs la denominó “el petróleo del siglo XXI”. En dicho estudio se recuerda que el consumo se duplica cada 20 años, y que en 2025 un tercio de la población global no tendría acceso al agua potable. Pocos años después se fundaba la Aqueduct Alliance, de la que formaban parte dicho banco, el JP Morgan, la General Electric y Shell, cuyo objetivo es compartir información estratégica.

“El agua es un negocio seguro”, recuerda Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. “Se obtiene generalmente con bajo coste (lluvia, ríos, lagos) o moderado (depuración, desolación), y se puede vender a un alto precio a los consumidores (agua del grifo o embotellada)”.

Empresas como Coca-Cola se hacen de los recursos hídricos de países como la India o México (Chiapas) por monedas, a costa de las penurias de pequeños productores y de la población. Nestlé es poseedora de alrededor de 100 fábricas de agua embotellada en todo el mundo.

El caso de México es una muestra del negocio del agua para el consumo humano, ya que la mayoría del agua que se distribuye en la red no es segura y la población debe apelar al agua envasada en mano de pulpos privados. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de 2011, citado como referencia por los académicos que estudian el tema en ese país, determinó que 81% de los mexicanos consume agua embotellada. Los hogares terminan desembolsando entre 5% y 10% de sus ingresos en agua embotellada, y en los de menores recursos ese gasto llega a representar el 20% o 30% de los ingresos.

La cotización del agua en las bolsas del mundo no garantizará entonces mayores cuidados ni aminorará la depredación ambiental, sino que simplemente sumará un nuevo terreno de especulación capitalista. De hecho, es la producción de las commodities lo que destruye el ambiente y el agua en particular.

Por eso se popularizó el lema “si el capitalismo destruye al planeta, destruyamos el capitalismo”. Es una bandera que deben levantar las organizaciones socioambientales para luchar junto a la clase obrera para destronar este régimen social de explotación en franca decadencia.