Ambiente

14/5/2019

Un nuevo fallo por el glifosato agrava la crisis de Monsanto-Bayer

La empresa deberá indemnizar por más de 2.000 millones de dólares a una pareja enferma. Sus acciones cayeron un 5%, y están en su punto más bajo en siete años.

Monsanto recibió este lunes un nuevo fallo en su contra por los efectos cancerígenos del glifosato presente en sus herbicidas.


Un jurado popular de California determinó que la corporación agroquímica, perteneciente a Bayer, deberá pagar 2.055 millones de dólares a Alva y Alberta Pilliod, al considerar que el herbicida Roundup –que el matrimonio empleó durante más de 30 años para su jardín– fue un “factor sustancial” en los linfomas no hodgkinianos que les diagnosticaron en 2011 y 2015, respectivamente. El Roundup es el herbicida más utilizado del mundo, y se continúa comercializando sin una advertencia de sus riesgos.


Se trata del tercer fallo en Estados Unidos contra Monsanto por este motivo. La serie se abrió en agosto pasado, con el dictamen de un jurado californiano que ordenó a la empresa indemnizar a un jardinero escolar por 289 millones de dólares –luego rebajados por un juez a 89 millones–, y siguió en marzo con el fallo favorable a un vecino de ese mismo Estado por 80 millones. Este marasmo se produce, incluso, luego de que el gobierno Trump saliera en apoyo de la empresa, a través de un comunicado de la Agencia de Protección Medioambiental estadounidense de principios de mes reiterando su posición de que el glifosato no es cancerígeno, contradiciendo al sinfín de estudios que demuestran lo contrario y de la advertencia en tal sentido de la Organización Mundial de la Salud.


Si bien la apelación presentada en este nuevo caso por Monsanto podría llevar a una reducción del monto indemnizatorio, es evidente el salto en relación con los anteriores, y hace más gravoso el horizonte judicial del pulpo ya que enfrenta más de 13.400 juicios similares en el país. En vistas a este escenario, las acciones de Bayer cayeron un 5% desde el lunes, sumando un nuevo golpe al derrumbe que experimentan desde el primer fallo en agosto, y llegando a su mínimo histórico en siete años. Actualmente, la capitalización de la compañía es menor al monto que pagó para adquirir Monsanto.


Todo este cuadro de pérdidas ha generado una crisis intraempresarial, entre la dirigencia de Bayer y sus accionistas, “única en la historia corporativa alemana”. “Por primera vez, los accionistas emitieron un voto de no confianza al management actual de una compañía incluida en el índice Dax. Se trata de un acto desafiante sin precedentes”, que se suma y atiza otros sacudones de este tipo en corporaciones como Deutsche Bank, Volkswagen y Wirecard, en las que también los escándalos públicos se integran a la crisis capitalista internacional (El Cronista, 13/5).


A su turno, días atrás se hizo público –por la investigación abierta por un fiscal parisino– un operativo de espionaje de Monsanto sobre “más de 200 políticos, científicos, periodistas y líderes agrícolas (…) divididos en cuatro grupos: los ‘aliados’, los ‘potenciales aliados para reclutar’, las personalidades ‘a educar’ y aquellas ‘a vigilar’” (Infobae, 13/5), que según reconoció la propia Bayer podría extenderse en toda Europa.


El último mes ha sido ejemplar en cuanto al accionar criminal de Monsanto y las complicidades gubernamentales con las que cuenta. Bien conocemos de ello los trabajadores de la ciudad y el campo de Argentina, donde el presidente Macri defendió a mediados de abril, en sintonía con el gobernador pejotista de Entre Ríos, la difuminación de agrotóxicos a escasos metros de las escuelas rurales.