25 años después

Como se acostumbra en este tipo de aniversarios, los 25 años del ataque al Regimiento de Infantería Mecanizada 3 (RIM 3), con asiento en La Tablada, han generado un cúmulo de recordatorios. Aquella acción fue consumada por el Movimiento Todos por la Patria (MTP), que se había constituido para “defender la democracia” y respaldaba, en general, al gobierno de Raúl Alfonsín. Todo terminó en una masacre atroz, con decenas de atacantes muertos, fusilados, torturados y desaparecidos.

La cuestión había empezado un mes antes, en diciembre de 1988, cuando se produjo la sublevación de los militares carapintada, comandados entonces por el coronel Mohamed Ali Seineldín (el entonces capitán César Milani fue sancionado con ocho días de arresto por negarse a reprimir esa asonada). El gobierno se encontraba en la última fase de su crisis, derrumbado el “plan Primavera”: “Bancarrota económica y política”, titulaba Prensa Obrera el 9 de febrero de 1989, dos semanas después, ante una devaluación del peso que culminaría con la hiperinflación de mayo siguiente.

Los “destituyentes”
de entonces

El MTP se hizo eco de las usinas de rumores que denunciaban un acuerdo entre los carapintadas y Menem, candidato del PJ, para desestabilizar a Alfonsín. En esos días, el jefe del Ejército, general Francisco Gassino, ordenó reforzar las guardias de las principales unidades de infantería en previsión de un “ataque subversivo”. En otras palabras: los estaban esperando. Tanto Gassino como el jefe de la represión en La Tablada, el general Alfredo Arrillaga, eran hombres procedentes del aparato de inteligencia militar, lo que alimentó las sospechas de que ellos mismos, en combinación con algunos elementos del propio gobierno, operaron para venderle “pescado podrido” a la conducción del MTP.

Clarín (22/1) dice: “El general Martín Balza, por entonces director de Institutos Militares, abona la hipótesis de una intervención de los servicios de inteligencia: ‘Hasta el día de hoy me pregunto ¿conocían la Side o el propio Ejército la posibilidad del ataque del MTP? Es difícil que lo ignoraran. En caso afirmativo, y analizando la forma de recuperación del cuartel, no descarto la intención de presentar ante la sociedad la necesidad de que las Fuerzas Armadas participaran en la seguridad interna”.

La militarización

La “forma de recuperación del cuartel” a la que alude Balza fue de una atrocidad inaudita. Durante 36 horas se masacró sistemáticamente al grupo atacante, para lo cual se usaron incluso bombas de fósforo prohibidas por la Convención de Ginebra. Por lo menos tres veces ignoraron los pedidos de rendición de los militantes del MTP y entre ellos no hubo heridos: se los torturó y se los fusiló después de ser tomados prisioneros. Es más: el gobierno contuvo la represión mientras pensó que se trataba de un acción de militares carapintada. Sólo cuando tuvo la certeza de que se trataba de un grupo de izquierda ordenó la masacre.

Los atacantes, como para acreditar las versiones sobre una operación de inteligencia, intentaron engañar a la población: entraron en el cuartel al grito de “¡Viva Seineldín! ¡Viva el Ejército Nacional!”, y distribuyeron en la zona volantes apócrifos firmados por un supuesto agrupamiento carapintada. Eso fue en la madrugada del 23 de enero, y bien entrada la tarde los diarios gubernamentales aún sostenían que se estaba ante una agresión de militares sediciosos.

El 9 de febrero, en un artículo de Luis Oviedo, Prensa Obrera decía: “La escalada reaccionaria que siguió a los hechos no se explica por los sucesos de La Tablada. Al revés: es la necesidad de la burguesía y del imperialismo de profundizar aún más la política de amnistía, de militarización del Estado, de sometimiento al gran capital y de hambreamiento al pueblo lo que explica por qué Alfonsín, el alto mando, Menem y Alsogaray eligieron y elogiaron la masacre, a sangre fría y deliberada, de los militantes del MTP que ocuparon el regimiento”.


A. Guerrero