Aniversarios

20/10/2016|1433

A 100 años del primer gobierno de Hipólito Yrigoyen (II)

Segunda parte: mito y realidad.


Al ponerse la boina blanca de los revolucionarios del 90, la ex presidenta Cristina Fernández sostuvo que “la gran trampa es no saber que pasó en la historia” y se asumió como heredera de la tradición “democrática, antioligárquica y antiimperialista de Yrigoyen y de la UCR”. Los otros homenajes corrieron por cuenta de Macri y Martín Lousteau, en veredas políticas enfrentadas a los “nacionales y populares” y además, entre sí. Así, los homenajes a los 100 años del primer ascenso de la UCR al poder corrieron por cuenta de quienes no son radicales ni lo fueron nunca, signo de que la UCR ha dejado de existir como alternativa política. De cualquier modo, ¿existe tal herencia?


 


Implantada la ley Sáenz Peña de voto obligatorio, secreto y masculino (1) ¿la victoria de la UCR estaba asegurada en las presidenciales de 1916?


 


De ningún modo


 


En los comicios del 7 de abril de 1912, la alianza en el poder obtuvo el 48% de los votos, la UCR obtuvo el 20% y conquistó un solo distrito. El escenario económico parecía favorecer la continuidad del oficialismo, después de diez años de crecimiento a una tasa superior al 10%. Más de 300.000 inmigrantes, un récord histórico, habían llegado al país (2).


 


Pero a fines de 1913 la actividad económica comenzó a paralizarse. Era el prólogo de la Primera Guerra Mundial. La Argentina estaba importando la crisis europea y el sistema financiero se resentía. Los depósitos en los bancos comerciales cayeron en 1913 un 8% y en el primer semestre de 1914 esa caída se acentuó (2). En 1914 se partió la coalición gobernante y se formó el Partido Demócrata Progresista.


 


Así, la segunda experiencia con la Ley Sáenz Peña fue distinta. En las elecciones de 1914 los conservadores siguieron obteniendo el primer lugar pero con un 39% contra un 33% de la UCR. Quedó a una luz del conservadurismo en la provincia de Buenos Aires, y progresó prácticamente en todas las provincias.


 


Estos resultados fueron la advertencia de que todo el cuadro político podía cambiar. La continuidad de la guerra -se especulaba con su corta duración- agravó la crisis. La actividad económica se desplomó un 15 % en 1914, los ingresos fiscales un 30% y la desocupación comenzó a crecer sistemáticamente. En este clima se produjo la elección que llevó al poder a Yrigoyen.


 


El desenlace que la burguesía había imaginado para su cambio de frente, que era el continuismo de la coalición gobernante, fue deshecho por la crisis que provocó la guerra.


 


En la elección del 2 de abril de 1916, que consagró al caudillo, votaron casi 750.000 votantes, 150.000 más que en la elección previa. El 46,8% votó a la UCR y el 21,5% a los conservadores. El nacionalismo burgués tendría su primera oportunidad histórica, fruto de un viraje de las masas frente a la incertidumbre abierta por la crisis de la guerra y de la crisis en la propia coalición gobernante. El PDP obtuvo el 8,77% de los votos y el PS el 7,25%. Estos votos no expresaban una alternativa política independiente, desde el momento que el PS estaba enfrentado a todas las tendencias combativas de la clase obrera (lo que llevará a la hegemonía del anarquismo) y planteará un apoyo al campo aliado en la guerra (lo que lo colocará a la derecha de la UCR, abstencionista).


 


Yrigoyen subió casi literalmente en andas de una movilización política en su apoyo, en la cual fue “conducido hasta la Casa de Gobierno, arrastrado por las multitudes” (3).


 


¿Antiimperialista, antioligárquico?


 


Yrigoyen no varió la política de neutralidad argentina en la guerra, probritánica hasta la médula porque permitía a la metrópoli recibir los granos y carnes de sus semicolonias. Todo el primer tramo de su gobierno se desenvolvió en una situación próspera, con saldos crecientes de exportación, fruto de las compras de la Entente, la coalición imperialista en guerra liderada por Inglaterra. Creció la industria fabril, por la caída de las importaciones y el gobierno pudo rescatar parte de la deuda externa argentina. Fuera de esto, la UCR no alteró en lo más mínimo la doble losa que ahogaba el desenvolvimiento nacional: latifundio y capital financiero. Se prodigó en medidas de intervención estatal cuando cayeron los precios agropecuarios luego de la guerra, apoyando a los chacareros con la distribución de semillas, la prórroga y reducción de arrendamientos pero jamás intentó aprovechar esa coyuntura, en la que cayeron los precios de la tierra, para expropiar latifundios y entregarlos a los campesinos. Una réplica de lo hecho por Perón. En 1921, al filo del término de su primer mandato, menos de medio millar de terratenientes tenían casi el 20% de la superficie de la provincia de Buenos Aires. Al momento de subir, tenían el 13 (4).


 


Ascenso obrero y cambio de frente


 


El gobierno de la UCR intentó una nueva política con el movimiento obrero, basada en el arbitraje y la integración de los sindicatos al Estado. Buscó cooptar a un sector de los dirigentes sindicales y su banco de prueba fueron dos grandes sindicatos en desarrollo a escala nacional, la Federación Obrera Marítima y la Federación Obrera Ferrocarrilera (FOF). Ambos eran la llave de los conflictos sociales de la época y del intercambio con Gran Bretaña y estaban conducidos por sindicalistas revolucionarios, aunque en el segundo tenían peso los anarquistas. En 1916 y 1917 ante sucesivas huelgas de la FOM, el gobierno laudó a favor de los trabajadores, lo mismo ante una huelga ferroviaria en 1917. “Retirando a la policía de los lugares recorridos por los piquetes, permitía a estos desarrollar una labor eficaz”, luego venía el arbitraje, a veces en manos del jefe de policía (5).


 


La UCR enfrentó un ascenso obrero de magnitud entre 1916 y 1919, fruto de la inflación sobre los salarios durante y después de la guerra. La nueva huelga de los ferrocarriles en 1917 por el salario (en un escenario de huelga general) hizo entrar en crisis la política del gobierno. La FOF organizó un movimiento de lucha importante -en el plazo de un mes hubo delegados electos en todos los ramales principales- y paralizó el comercio de exportación. La Fraternidad saboteó la huelga y el gobierno hizo cuanto pudo para quebrarla, y lo logró.


 


Fue el inicio de un cambio de frente de la burguesía nativa y extranjera frente al gobierno. En febrero de 1918, el plenipotenciario británico amenazó con imponer un boicot a los puertos argentinos si no cesaban las huelgas. El gobierno cedió y sacó un decreto prohibiendo virtualmente cualquier nueva huelga en los ferrocarriles.


 


En marzo de 1918 se fundó la Asociación Nacional del Trabajo, con la participación de la Sociedad Rural, la UIA y el resto de cámaras empresarias, un estado mayor de guerra contra los trabajadores. La Asociación organizó una caja propia, que financiaría las campañas en defensa de “la libertad del trabajo”. Sería el antecedente de la Liga Patriótica Argentina que, en 1919, organizaría las bandas fascistas que actuarían como complemento de la represión gubernamental contra la huelga general que pasaría a la historia como la Semana Trágica. A esta seguirían las matanzas de la Patagonia. El arbitraje duró en tanto y en cuanto los trabajadores no esbozaron un proceso de lucha independiente. Sesenta años después, Ricardo Balbín llamaría a actuar contra la “guerrilla fabril” y la UCR mantendría una pasividad cómplice frente a la Triple A y el advenimiento de la dictadura militar. 


 


 


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Notas


1. Ver Christian Rath y Lucas Poy, “La crisis de la guerra lleva al radicalismo al poder (1)”, en Prensa Obrera  N°1432.  


2. Pablo Gerchunoff, El eslabón perdido. La economía política de los gobiernos radicales (1916-1930). Edhasa, Buenos Aires, 2016.


3. Manuel Gálvez, Vida de Hipólito Irigoyen. Ediciones Tor, Buenos Aires, 1951. 


4. Félix Weil, The Argentine Riddle, John Day Co. New York, 1944.


5. David Rock, El radicalismo argentino (1890-1930). Amorrortu, Buenos Aires, 1975.