Aniversarios

10/1/2007|978

“Antes que la revolución, la derrota”


Cuando estalló la guerra mundial, ya hacía tiempo que el zarismo era un cadáver que reclamaba sepultura. El atraso histórico de Rusia era un obstáculo insuperable para librar una guerra moderna. En 1905, Japón había aplastado en mar y en tierra a las tropas del zar. Alemania era un enemigo inmensamente más poderoso. Apenas comenzaron las hostilidades, el ejército ruso penó de derrota en derrota y de retirada en retirada.


 


Al comienzo de la guerra, la burguesía rusa lanzó la consigna “¡Todo por la victoria!”. La dirigían especialmente contra los obreros y campesinos, a quienes reclamaban los “sacrificios necesarios” —en las fábricas, en los campos y, sobre todo, en el frente—, mientras la burguesía obtenía ganancias como nunca con la provisión del ejército y el mercado negro.


 


Los partidos burgueses atacaban por ese entonces de “antipatrióticos” a los bolcheviques. Lenin había planteado convertir la guerra imperialista en una guerra civil para derrocar al zarismo; advertía que “desde el punto de vista de la clase obrera y todas las masas trabajadoras de Rusia, el mal menor sería la derrota de la monarquía zarista”. 1


 


¿Hasta dónde estaba dispuesta a llegar la burguesía rusa para lograr la victoria? No muy lejos.


 


A comienzos de la guerra, Pavel Miliukov, principal dirigente del partido de la burguesía liberal (kadete), advirtió que “si una revolución fuera necesaria para asegurar la victoria sobre Alemania, preferiría la derrota”. 2 Para la burguesía rusa, antes que la revolución, la derrota. Es la misma conducta antinacional que adoptó la burguesía francesa en 1871, cuando conspiró con los invasores alemanes para derrotar a la Comuna de París. La conciencia del vínculo íntimo y objetivo que existía entre la guerra imperialista y la revolución proletaria, era común a los jefes de los partidos. No sólo Lenin, el jefe del partido de los obreros, sino también Miliukov, el jefe del partido de la burguesía.


 


Unos meses más tarde, Miliukov, el hombre que prefería la derrota de Rusia a la victoria de la revolución, era designado canciller en el primer gobierno revolucionario provisional surgido de la victoria de la Revolución de Febrero. Con toda razón, Lenin definía a ese gobierno como de “monárquicos y ex monárquicos, republicanos contra su voluntad”. 3